La tarde estuve sola viendo películas y leyendo mis libros favoritos hasta que escuche la puerta principal abrirse y corrí rápidamente a la habitación para ocultar me debajo de las sábanas y hacerme la dormida.
—Amor, ¿donde estás?— subió las escaleras rumbo a la habitación por el pasillo color blanco en detalles marrones y gris por la humedad del techo descuidado. —Te tengo una sorpresa.
—En la cama — dije con miedo a cuando ella entrara.
—Uy, no entraré hasta que estes en interiores, desvístete.
—En realidad estaba a punto de dormir, ¿podemos hacerlo después?
—Que te la quites, no ves que ahora si tengo ganas yo y te pones de mamona, ¿que no eso querías? —entró azotando la puerta provocando que saltara de la impresión y me tiró a la cama para desvestirme.
—Atenea ¡no! —dije intentando salir de ahí, pero me retuvo apretando fuerte mis muñecas para inmovilizar mi cuerpo.
Sabía que esto volvería a pasar, me amarraría a la cama mientras viloria mi cuerpo y al final me daría un beso para calmar las lágrimas que corrían de mis ojos; así que solo me rehúse, con el rostro sin expresión dejé mi cuerpo a su merced apretando los ojos rogando a que no doliera. Tomo con firmeza mi rostro para besarme, sus labios resecos con los míos era un sensación que sin duda era muy mala, odiaba ver su rostro tan junto del mío, su mirada cuando se separó de ese beso era lasciva, no iría lento esta noche y no podía hacer nada... Pues aún la amaba.
—¿Me dejarias tomarte esta noche?
Aún preguntaba cuando ya estaba a mitad del trabajo, que estupidez, ¡que idiota eres atenta! —Claro.
Bajó su fría y huesuda por mi abdomen, mi vientre hasta llegar a mi intimidad entrando bruscamente en mi interior. No me gustaba que sus manos me tocaran, que sus labios me besaran o incluso que sus brazos me abrazaran pero era mi novia y eso es lo que hacen las novias, al menos eso creía.
En medio acto sonó una notificación de mi teléfono, mi cuerpo quedó helado y comencé a sudar frio pensando en quien pudiera ser porque ella se dio cuenta. Se separó de mi y buscó mi celular por la habitación.
—¿Donde lo tienes?
En silencio recogí mis rodillas para abrazarlas esperando a que me gritara o una ofensa. —¿Donde carajo lo tienes? ¡Te estoy hablando!
—A-ahí... —señale el cajón de la ropa y se acercó demasiado rápido a el para abrirlo y sacar mi celular.
—La huella, dame tu maldito dedo. —dijo tomando mi mano forzándola a abrirla y colocar mi dedo en el detector, hice fuerza en no abrirla pero es mas fuerte que yo. Escuche un "crack" en mi mano, mi dedo lo rompió por lo que aprovechó y desbloqueó mi celular para luego salir de la habitación con el.
— ¡Atenea! — El dolor que corría en mi mano de extendía hasta mi brazo y las lágrimas de mi rostro no paraban de salir, estaba roto y hasta cierto punto salido de su lugar, ahogue mis gritos en la almohada rogando que fuera una alucinación; un sueño lucido nada más. Acomodé el dedo ahogando mi grito al hacerlo y entró ella, furiosa mostrando la pantalla del teléfono con la conversación de mi nueva amiga.
—¡¿Quien es ella?!
—¿Q-que? — me tomó del cabello y me acercó a la pantalla que se veía borrosa por las lágrimas. —Es una amiga nada más.
—Tu no tienes amigas, solo me tienes a mi ¡Soy la única persona en el mundo para ti!
—Ella me quiere...
—tienes razón, es la única que te quiere — me aventó el celular a mi cuerpo desnudo y salió de la casa azotando la puerta. No se molesto en preguntar sobre mi dedo o que sentía yo. Era tan pero tan doloroso estar con ella... Pero yo la amaba, pues era mi novia.
Me vestí y vendé mi dedo justo después de tomar algo para el dolor, ¿porque seguía permitiendo esto? Era realmente agotador y desgastante lidiar con ella, conmigo. Me recosté a tratar de dormir pero todos los problemas, los traumas y miedos no me dejaban dormir, hasta que escuché música fuera de la casa junto con Atenea cantando.
—¡Hey! Abre la ventana— dijo interrumpiendo la canción para después seguir cantando, débil abrí la ventana y al mirar estaba ella con sus amigos que sostenían una cartulina decorada con la frase "lo siento" estaba sonando una de mis canciones favoritas, no sabía cómo reaccionar así que solo sonreí con esfuerzo.
— ¡Te amo! — grite con mi voz cortada por el frío de la noche y los gritos que la apagaron.
— ¡Yo más! — dijo finalmente entrando a la casa con sus amigos detrás de ella.
No resistía un segundo más con ella, sin embargo no podía dejarla, no podía decirle que realmente no la amo y que en el fondo quiero que se vaya. Subió las escaleras a la habitación y me abrazó después de darme un beso, esta vez sus labios estaban húmedos, como si hubiese besado a alguien más antes que a mi.
—Le dirás que tienes novia y que solo son amigas, me mostrarás esa conversación y problema resuelto.
—Pero...Yo.. —me interrumpió poniendo un dedo sobre mis labios y tomó mi celular.
—Si no se lo dices tú, lo haré yo.
Le quite el teléfono y con lo mucho que estaba avergonzada le escribí lo que ella me pidió, era bastante vergonzoso decirle cuando ella ya sabía, pero Atenea no pararía hasta ver que el mensaje se enviara. Con mis última dignidad que me quedaba lo envíe y Atenea me quito el teléfono para guardarlo en su bolsillo.
—Lo tendré yo hasta que conteste, no vaya a ser que lo borres.
— ¡No lo haré! Por favor devuélvemelo
Atenea elimino el mensaje solo para mí y me lo regresó, odiaba que hiciera eso, ¿porque seguía con ella? Necesitaba distraerme y salir de esta rutina agotadora, pero por mas que quisiera hacerlo no podía, era verdad lo que me había dicho hace unas horas.... Solo la tenía a ella.
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Basada en hechos reales.
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Veneno Del Corazón
Ficção AdolescenteLo complicado que puede ser amar a otra persona es que puede hacer que dejes de amarte a ti mismo y más cuando esa persona es Atenea charlees, una pareja que deja destrozada a nuestra protagonista, entre la oscuridad de una mala relación conoce a la...