1 de enero, 2001. 13:00 horas.
La sangre continúa saliendo de su nariz y eso comienza a preocupar a Stuart; quizá el daño sea peor de lo que pensó.
—¿Sigue sangrando? —Murdoc le pasa una bolsa con hielos sin atreverse a alzar la mirada por culpa—. No era mi intención, Stu... lo siento mucho.
Stuart toma los hielos sin responder, escuchando por enésima vez esa misma excusa. Se acomoda en el sillón sin alzar la cabeza y limpia la sangre con el borde de su playera mientras apoya suavemente contra su piel el objeto frío. Después de la recaída de Murdoc unos días atrás, Stuart comenzó a pasar más tiempo en la casa del mayor que en la propia. Realmente trataba de ser un apoyo para Murdoc y que este supiera que no iba a alejarse.
Pero, durante esos diez días, las cosas variaban mucho. A veces parecían una pareja perfecta; salían a dar paseos, olvidaban sus problemas y se demostraban de diferentes formas el cariño que se tienen.
Pero otras veces pasaban cosas como estas.
Stuart se perdía tan profundo en sus pensamientos que no escuchaba si Murdoc le hablaba y entonces el mayor comenzaba a reprocharle el por qué lo ignoraba. Un par de veces, el menor no fue capaz de encontrarse con Murdoc debido a sus responsabilidades en la escuela, y aunque Stuart trató de explicar el motivo de su ausencia, Murdoc parecía no entender y se enfocaba en una sola idea que rondaba su mente: "No soy suficiente. Stuart no me quiere. Stuart ha encontrado a alguien mejor".
La primera vez que Murdoc lo confrontó directamente solo hubieron reclamos y unos cuantos empujones. Al final, Stuart terminó consolando al mayor mientras este repetía que no lo dejase, que no volvería a hacerlo, que era consciente de ser un egoísta y trataría de cambiar. Pero no lo hizo.
Stuart realmente se sentía exhausto, física y mentalmente, pero no comprendía bien qué pasaba en su relación, ¿realmente era él el problema? Se cuestionaba constantemente y, así mismo, se esforzaba por evitar conflictos cada que convivían. Porque amaba a Murdoc; nadie le había hecho sentir tan comprendido en tantos sentidos durante toda su vida, así que si debía sacrificar tiempo y esfuerzo extra para estar bien con él, entonces lo haría.
—Creo que ya paró.
Responde el peliazul al dejar de sentir el flujo cálido saliendo de su nariz. Siente la mano de Murdoc apoyarse en su hombro y, aunque se tensa al principio, se recarga contra esta como si necesitase del toque del mayor. Sabe (o más bien, se quiere convencer) de que Murdoc no lo hizo a propósito. En una discusión, cualquiera de los dos puede hacer un movimiento brusco y lastimar al otro sin querer. Y eso fue lo que pasó, ¿no?
Murdoc se siente aliviado al ver que el menor no rechaza su gesto y eso le da luz verde para sentarse a su lado. Observa con arrepentimiento el bonito rostro frente a él, ahora marcado con un rastro de sangre e hinchazón entre su nariz y sus labios.
Lastimar a Stuart es lo último que quiere hacer, sin embargo parece que es lo único que logra.
De pronto, su mente se encuentra en otro lugar y lo único que escucha es su propia voz repitiéndole lo que ya sabe: es un pedazo de mierda que jamás podrá tener una vida estable y mucho menos tendrá a alguien a su lado que lo quiera porque siempre la caga. Porque no comprende sus propios pensamientos. Es un inútil que, al tratar de no serlo, solo termina lastimando a otros.
Stuart nota la mirada perdida en Murdoc, la cual le crea una mezcla de pánico y ansiedad. Acuna su rostro con ambas manos y se enfoca en esos ojos bicolores que le devuelven la mirada con adoración.
—Fue un accidente, Mudz. No estoy molesto contigo.
Entre gestos cariñosos a sus mejillas con los pulgares y demás palabras dulces, Stuart le da un corto beso, esperando que Murdoc se sienta menos culpable con eso.
—Quizá no me creas... —dice Murdoc luego del beso, escrutando hondo en la mirada oscura de Stuart— pero, si pudiera, te daría mi ojo izquierdo; para que, frente al espejo, te veas como te veo y sepas que hago lo que puedo por ser el mejor para ti.
Y Stuart le cree. Con esas palabras deja de lado lo sucedido esta vez y las veces anteriores y vuelve al inicio del ciclo en donde se esperanza por hacerlo bien esta vez. Porque sabe que, de otra manera, sería abandonar a Murdoc en ese hoyo donde él mismo estuvo anteriormente durante años, donde cualquiera de sus acciones eran definidas y reducidas a su diagnóstico. Stuart sabe que ambos son más que eso; Murdoc es mucho más que eso.
Pero Murdoc no puede dejar de lado ese entumecimiento que comienza a consumirle de adentro hacia afuera. Y lo único que se mantiene en su mente es que, no importa cuánto intente cambiar ni cuánta medicación consuma, Stuart siempre va a salir herido por su culpa.
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consuelo en domingo 🪐 [ studoc ]
Fanfictionla gente los señala, los aíslan, los menosprecian, ellos no han hecho cosa mala, [...] dicen que el destino les deparó algo atroz.