biografía

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8 de enero, 2001. 17:32 horas.

Noodle balancea sus pies al ritmo de una canción lenta que tararea. Sus ojos están fijos en la grava del suelo, apoyándose en su imaginación para encontrar pequeñas figuras en cada piedrita.

Está esperando pacientemente a Russel, el mensaje que recibió del afroamericano sonaba importante y si quería ayudar, debía ser en persona. Durante su espera, ha estado repasando sus útimas conversaciones con Stuart en caso de haber omitido algo importante, algo que les de una pista clara sobre dónde puede estar. Pero no parece haber nada.

Nada más que un nombre. Y quizá un sentimiento.

Y puede ser que ella no conozca a Stuart por tanto tiempo, comparado con Russel, pero desde la primera conversación que tuvieron, Noodle supo que haría todo lo posible para estar ahí, con él y para él. Porque, aunque ella sea un par de años menor, no puede ignorar ese cariño hacia Pot que le hace cuidarlo como una hermana mayor. Ambos se envolvieron en una confianza que solamente se fue reforzando con el paso del tiempo; mientras más anécdotas y experiencias compartían, más se necesitaban el uno al otro.

Unos pasos firmes y apresurados llaman la atención de Noodle, quien deja de tararear en cuanto ve a su amigo acercarse. Le sonríe como siempre; muestra sus dientes, arruga ligeramente la nariz y cierra sus ojitos.

Aún con toda la preocupación en su mente, Russel no puede resistirse a ese tierno gesto y le devuelve la sonrisa, una sincera, por primera vez en el día. Se sienta junto a ella justo después de revolverle el cabello.

—¿No encontraste un lugar más frío? —Bromea él, sintiendo sus dientes tiritar.

Noodle se burla con un bufido y fija su mirada en Russel, quien entiende de inmediato el gesto y suelta un largo suspiro para prepararse y contarle sobre su visita a la señora Pot.

Ella escucha el corto relato con atención, interrumpiendo solo para insultar el protocolo inútil de la policía en estos casos.

—Le dije que te preguntaría si sabes algo... —La mirada curiosa y oscura de Russel se enfoca en la chica, y nota cómo mira al piso concentrada, como si buscara algo en este.

—Hm... —murmura Noodle después de un momento, ladea la cabeza y se lleva el dedo pulgar a la boca para mordisquearlo suavemente—, sí, bueno, no- agh, ¿recuerdas cuando faltó un par de días a la escuela y había dicho que fue por ir a su cita?

La chica se endereza en su lugar para mirar fijamente a Russel, atenta y con los ojos brillantes como si estuviese pendiente de que él no se pierda ningún detalle sobre lo que está diciendo. Él simplemente asiente, tratando de recordar con exactitud ese día.

»—Creímos que se refería a su cita con el psiquiatra, ¿no? —Russel afirma con la cabeza nuevamente— Pero él nunca había estado tan eufórico por ir a ese lugar, así que me dio curiosidad y le pregunté... —ella frunce el ceño, como tratando de recordar algo en algún lugar remoto en su memoria— Me dijo que no era una cita médica, sino con su nuevo amigo...

—¿Nuevo amigo? —El afroamericano repite, extrañado. Por un momento, siente un vértigo desagradable en el estómago; ¿por qué no notó eso en Stuart? Y el sentimiento no es por celos y la posibilidad de que su mejor amigo amplíe su círculo social, para nada. Sabe que el sentimiento se debe a que en realidad no estaba tan interesado en Stuart en ese momento, no le importaba lo que pasara o pensara el peliazul porque él mismo tenía sus propios problemas. Y aceptar eso solamente lo hace sentir peor, como un egoísta que no tiene justificación.

—¡Murdoc! —excalama finalmente la chica, juntando sus manos con emoción y distrayendo a Russel de sus pensamientos—. Ese es su nombre... es lo único que recuerdo, ¿la señora Pot sabe de él?

—Creo... creo que no.

Russel duda por un momento, pero realmente no hay registro de ningún Murdoc en su mente.

—Pero, ¿sabes? —Noodle vuelve a acaparar su atención— si Stu está con él, con alguien que le hace sentir tan bien, tal vez... tal vez no sea tan malo—. Su voz es apenas un murmuro que se mezcla con el viento de invierno en ese parque, pero Russel logra oír lo que dice—. Desde que lo conozco, sólo he deseado que su vida deje de ser fragmentos de sonrisas vacías y suspiros repetidos. Estoy igual de preocupada que tú, Russ, pero lo que quiero decir es... —hace una pausa, frunciendo los labios— ¿no debería tener esta libertad de a dónde y con quién ir?

Russel entiende. Realmente entiende lo que Noodle quiere decir, pero tras años de conocer a Stuart; después de haber estado con él desde los inicios de su trastorno, Russel sabe mejor que nadie que eso no es posible. Stuart necesita ayuda y acompañamiento.

—Es algo complejo, Noodz... —explica tranquilamente— lo sabes. Lo sabemos.

El silencio es la respuesta de Noodle. Sí, lo sabe muy bien. Pero, una vez más, su pecho se contrae ante el anhelo de que Stuart pueda ser dueño de su propia vida. De que sea capaz de escribir su propia biografía sin sentirse anclado a un precipicio de constante agonía que lo hunde en un bucle cada vez más autodestructivo (como él muchas veces se los ha hecho saber).

Ella se limita a recargar su peso en el hombro de Russel, sintiendo el ambiente más frío.

—Hay que decirle a su mamá sobre Murdoc —propone él—. Quizá lo conozca.

Hobbs trata de volver el ambiente un poco más esperanzador, levantándose de la banca con un par de estiramientos que invitan a Noodle a hacer lo mismo para entrar en calor, al menos un poco. Comparten una sonrisa leve y entonces van de vuelta a casa de los Pot, ignorando el sentimiento lúgubre que minutos atrás invadía no solo sus mentes, sino su voluntad para continuar velando por el bienestar de su amigo peliazul.

consuelo en domingo 🪐 [ studoc ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora