atentado

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advertencia: autolesión.

20 de diciembre, 2000. 17:07 horas.

Su relación no tiene nombre, y ninguno de los dos siente la necesidad de ponerle uno. Basta con intercambios ocasionales de historias de vida, alcohol y, a veces, besos y caricias.

Desde hace un tiempo, Stuart ha dejado de esperar a su cita médica para encontrarse con Murdoc. Ambos se buscan, a cualquier hora y en cualquier lugar que les sea cómodo. Aunque, usualmente, tienen sus encuentros en la casa del mayor.

Y Stuart se adentra al ambiente en el que Murdoc vive, sin poder evitarlo.

No conoce de qué trabaja, si es que lo hace, porque Murdoc no lo ha mencionado y él no quiere sentirse un invasor al preguntar, pero supone que es algo estable considerando el espacioso departamento que posee. Ha llegado a conocer algunos gustos del pelinegro en conversaciones y vistazos que ha echado alrededor de su hogar, coincidiendo en algunos y sorprendiéndose con otros (como el ocultismo). Y tampoco conoce sobre su trasfondo familiar. La única vez que Murdoc mencionó algo relacionado fue tras varias cervezas, estando ambos recostados en el piso de la habitación del mayor y con wicked as it seems, de Keith Richards, sonando de fondo.

"Quisiera encontrarme con mi padre, de viejo", había comenzado en un murmuro lleno de rabia, "para ver cómo se muere, sin alguien que lo quiera a su lado".

Stuart no respondió a eso, pero pudo sentir su propio pecho llenándose de una cólera similar al pensar en su progenitor.

A veces piensa en hablar con Murdoc y definir su relación, solo para poder presentárselo a su madre y evitar preguntas incómodas. Pero Stuart no sabe si se siente listo para una relación tan seria y, honestamente, le da miedo averiguarlo.

"El amigo que hice en terapia" no suena tan mal, puede mantenerse como tal durante un tiempo más.

Hoy, de nuevo se prepara para visitar a Murdoc. Está ansioso, como siempre, pero esta ansiedad es de la buena.

Se echa un último vistazo en el espejo de su habitación, acomodando un par de mechones azules sobre su frente. Hasta que choca con la mirada de su madre y, aún a través del cristal y de la sonrisa de la mujer, puede sentir la preocupación en esos ojos cansados. Se gira para encararla y sonreírle con una timidez inusual. Ella lo nota.

-¿Otra vez vas con Murdoc?

La señora Pot no tiene que esforzarse por adivinar, porque solo con Murdoc es que su hijo se esfuerza tanto en arreglarse. Solo con Murdoc es que Stuart usa sus últimos minutos frente al espejo. Solo con Murdoc puede notar ese brillo que creía perdido en la vida de su hijo.

Stuart asiente, dándole la espalda nuevamente en un intento por evitar que su madre vea el rubor en sus mejillas.

-Tal vez regrese mañana.

La mujer suelta un suspiro cansado.

-Hijo...

-No te preocupes, mamá. -Él se acerca a ella para tomarla de los hombros y repetir lo mismo que viene diciendo desde hace unos días, con una alegría fingida:- En serio, si te hace sentir mejor le puedo pedir que venga un día de estos a la casa... confía en mí.

La señora Pot escucha con claridad la súplica en sus últimas palabras camufladas bajo esa voz suave de su niño, así que le da un abrazo antes de dejarlo ir.

-Avísame cuando llegues a su casa.

Stuart asiente a la petición de su madre y se despide de ella con un beso en la frente. Toma sus llaves antes de salir de su casa con rapidez sin siquiera voltear por última vez.

consuelo en domingo 🪐 [ studoc ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora