-Capitulo 1

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Al abrir las puertas del balcón, el verano se presenta con su abrazo caluroso. El clima de Kansas me da los buenos días, y aunque amo esta ciudad, la sensación de que te arde la piel no es precisamente agradable. Mi hermano mayor, Peter, tiene una visión diferente; para él, es la mejor oportunidad para divertirse: sol, playa y arena. No es que lo odie; en realidad, disfruto de su compañía. Sin embargo, mi piel no parece compartir esa opinión.

A pesar de todo, esta temporada no es tan mala... al menos solía serlo. Recuerdo aquellos días en que íbamos a un lugar especial en la playa, donde pasábamos momentos inolvidables juntos. Pero todo eso se desvaneció con la muerte de mamá.

Ante esto, padre cayó en depresión, y aunque mi hermano intentó animarme, poco después llegó como una maldición. Casandra Lake, con su sonrisa tan falsa que era evidente a kilómetros, se convirtió en parte de nuestra vida. Al principio, pensé que era solo mi manera de evadir la realidad, porque se había colocado en el lugar de mi madre. Sin embargo, tras casarse, su verdadera naturaleza salió a flote: interesada, falsa, egocéntrica, superficial y malvada. Esa descripción la definía a la perfección.

Mi padre se dejó cegar por su presencia, y aunque al verlo sonreír después de tanto tiempo me hizo dudar de mis ganas de exponerla, sabía que la verdad estaba ahí, latente.

—¡Alisson! —gritó mi hermano—. ¡Ali!

—¿Qué quieres, Pet? —respondí, alzando la voz.

Peter asomó la cabeza por las puertas del balcón.

—¡Enana, baja a almorzar! Tenemos que irnos a la universidad. Pablo está esperando en el carro —dijo.

—¿Pablo? Pero íbamos en tu camioneta —dije, confundida. Pablo, nuestro chofer, solo solía llevar a Casandra o a papá.

—Sí, pero la bruja de Casandra le llenó la cabeza a papá —replicó, suspirando fuertemente.

—Esa mujer es tan odiosa —dije, cruzando los brazos.

—Ni que lo digas. Pero date prisa —me instó.

Me levanté, tomé mi ropa y entré al baño. Después de darme una ducha, me vestí allí mismo y salí, lista tras maquillarme un poco.

—Lista, Pet —le dije, y él se levantó.

—Muy bien... —me preparé para correr hacia las escaleras, porque ya sabía lo que venía.

—¡El último en llegar baña al gato de Casandra! —gritó, y salió disparado.

Yo también empecé a correr y, cuando solo faltaban cuatro escalones, le puse el pie. Peter cayó, y yo no pude evitar reír.

—¡Hey! ¡Eso es trampa! —dijo, un poco molesto.

—No lo creo —me giré para mirarlo en el suelo—. Se llama ser inteligente —reí de nuevo y me dirigí hacia la cocina.

—¡Buenos días, Rose! —saludé a la cocinera.

—¡Buenos días, señorita Alisson! —contestó con una sonrisa.

—Rose... —le dije.

—Señorita Alisson, ya sabe cómo es la señora Casandra —dijo, y yo rodé los ojos.

—Es un fastidio. Además, no importa, tú puedes llamarme por mi nombre —le respondí.

—No hay manera de ganarte —dijo, sonriendo.

—¿Qué te gustaría desayunar? —preguntó.

—Hum, yo me lo prepararé —dije.

—Oh, no, señorita... —intentó interrumpirme.

The Playboy and me [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora