-•Capítulo 4

243 15 0
                                    


La universidad era impresionante. Un campus extenso, con edificios de arquitectura elegante, rodeado de jardines bien cuidados y árboles frondosos. Cada rincón tenía su propio encanto, y el ambiente vibrante de los estudiantes la hacía aún más atractiva.

En medio de esa atmósfera, un grupo de chicos populares siempre captaba la atención. Dylan, el más destacado, tenía un carisma arrollador. Alto, con cabello oscuro y una sonrisa que podía iluminar cualquier habitación. Era el tipo de chico que sabía que todos lo miraban, y le gustaba aprovecharlo. A su lado estaba Lucas con su cabello rubio y una mirada chispeante, y Connor, un chico de ojos cafés y una personalidad relajada. Ambos eran parte del grupo que siempre estaba rodeado de admiradoras.

Entre las chicas que les coqueteaban, Melani ya había entablado conversación con algunas, incluidas Georgia, Isabel y Nicole, quienes eran conocidas por su actitud atrevida y su habilidad para llamar la atención de cualquier chico que se les cruzara. Eran guapas y seguras, y no dudaban en mostrar su interés por el grupo de chicos populares.

Mientras caminaba hacia su primer clase, Alisson se perdió en sus pensamientos. Su padre seguía en el hospital, y la preocupación la invadía. ¿Cómo estaría? ¿Recibiría buenas noticias pronto? Distrayéndose con esas preguntas, no se dio cuenta de que había entrado al salón.

Alzó la vista justo cuando se topó con un chico guapo que estaba de pie en la puerta. Él iba a objetar su descuido, pero al mirarla, se quedó sorprendido. Sonrió, como si se sintiera culpable por su propia presencia.

—Oh, lo siento —dijo Alisson—. No te vi.

—No hay problema —respondió él, con un tono despreocupado—. A veces es fácil perderse en los pensamientos.

Ella asintió, sintiéndose algo aliviada, y se dirigió a su asiento. El chico, del cual desconocía el nombre, se unió a un grupo en la esquina del aula.

A medida que la clase avanzaba, Alisson se esforzó por concentrarse, pero su mente seguía vagando. Justo entonces, la puerta del salón se abrió de nuevo, y Dylan hizo su entrada triunfal. La atención de todos se centró en él, y Alisson no pudo evitar observarlo. Su atractivo era innegable, con una presencia que llenaba la habitación.

Sin embargo, su mente regresó a la tarde en que lo recibió en su casa. ¿Por qué había sido tan idiota? La situación había sido incómoda, y él había estado tan seguro de sí mismo, mientras ella se había sentido enfadada con sus tonterías.

Dylan se acercó a la pizarra y, con un gesto confiado, comenzó a hablar con el profesor. Alisson notó cómo las chicas de la clase se inclinaban hacia adelante, mirándolo con admiración. La popularidad de Dylan era palpable. Era el tipo de chico que podía hacer que cualquier lugar pareciera una pasarela.

—Chicos, tengo que decirles algo —dijo Dylan, atrayendo la atención de sus compañeros—. Necesitamos a alguien para reemplazar a uno de nuestros jugadores de fútbol americano que se lesionó. Sería genial si alguno de ustedes se une.

Los chicos que estaban sentados con él comenzaron a celebrarlo, emocionados por la oportunidad de formar parte de un equipo tan popular. Alisson se dio cuenta de lo verdaderamente influyente que era Dylan, y cómo su mera presencia podía cambiar la dinámica del aula.

La clase continuó, pero su mente no dejaba de divagar entre sus preocupaciones y la nueva realidad que estaba comenzando a construir. Sin duda, este sería un año lleno de sorpresas. Y una estaba no muy lejos de pasar.

>

Después de que las clases terminaron, el descanso comenzó y la emoción llenó el aire. Alisson se dirigía hacia la dirección cuando escuchó su nombre por los altavoces, junto al de su hermano Peter. Al pasar, se dio cuenta de que la gente ya la reconocía como la nueva estudiante de intercambio; miradas curiosas la seguían y susurros la rodeaban.

The Playboy and me [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora