-•Capitulo 7

186 12 0
                                    

Alison despertó con una sensación de pesadez abrumadora, tanto física como moral. La cruda no solo golpeaba su cabeza con una intensidad insoportable, sino que también la atormentaba el recuerdo de su discusión con Dylan. Nunca antes había actuado de esa manera. Se sentía inmadura y ridícula, malinterpretando las cosas y acusando a alguien que no había hecho nada. ¿Qué estaba pensando al interrumpirlo y regañarlo así? Dios, cuánto se arrepentía. Tal vez ese dolor de cabeza era su castigo por haber hecho semejante tontería.

La puerta se abrió y Ema entró, sosteniendo una aspirina y un vaso de agua. Se proclamó la salvadora de su cruda amiga, y de Kim y Mora también.

—Toma esto, te hará sentir mejor —dijo Ema, con una sonrisa que parecía un poco forzada, como si intentara quitarle un poco de la tristeza que la envolvía.

Alison suspiró y aceptó la medicina. Mientras tragaba el agua, decidió contarle a Ema lo que había sucedido la noche anterior. La expresión de sorpresa en el rostro de su amiga era evidente.

—No puedo creer que hayas hecho eso —dijo Ema, entre risas y asombro—. Pero, porque no pensante en qué estuvieras exagerando?

Alison se sintió culpable de nuevo.

—No sé... Solo pensé que Dylan estaba...

—¿Te gusta mi hermano?—interrumpió Ema, alzando una ceja.

Alison negó rápidamente, aunque en el fondo sintió una pequeña duda. Recordó la punzada de celos que la había atravesado al ver a Dylan besando a otra chica. Solo había pasado una semana desde que todo comenzó, y el drama ya había tocado a su puerta.

—Es solo que... —comenzó, pero no encontró las palabras. Se sentía atrapada entre sus propios sentimientos y las decisiones que había tomado.

—Alison. Tal vez deberías hablar con él —sugirió Ema, suavizando su tono.

Alison sabía que tenía razón. Pero cada vez que pensaba en Dylan, sentía esa mezcla de arrepentimiento y confusión. Se recostó de nuevo, sintiendo cómo la luz del sol le dolía en la cabeza, deseando que el día se desvaneciera junto con sus problemas.

—Dame un momento —murmuró, cerrando los ojos y esperando que la aspirina hiciera efecto. Tenía que aclarar sus pensamientos y, sobre todo, curar esa cruda, a lo que Ema rio.

>

Alison se movía sigilosamente por la casa, evitando cualquier encuentro con Dylan. La vergüenza la consumía, así que decidió esconderse detrás de la puerta, esperando que él no apareciera. Mora y Kim, al darse cuenta de su comportamiento extraño, se acercaron a la puerta.

—¿Qué estás haciendo, Alison? —preguntó Kim, con una sonrisa burlona.

—¡Nada! —respondió Alison, intentando sonar casual.

—¿Por qué te escondes? —insistió Mora, asomándose por la puerta.

Alison se rió nerviosamente y finalmente salió de su escondite. Tras un momento de titubeos, decidió contarles lo que había sucedido con Dylan. Sus amigas se partieron de risa, y Mora dijo en tono juguetón:

—Vas a tener que hablar con él, ¿sabes?

—Sí, Ema también lo dice —murmuró Alison, sintiéndose un poco más aliviada.

Justo cuando estaba a punto de aceptar, los chicos entraron en la sala, y Dylan llegó detrás, mirando su celular. Alison sintió un nudo en el estómago. Cuando él alzó la mirada y sus ojos se encontraron, Alison desvió la vista rápidamente, tratando de ignorar el rubor que le subía por las mejillas.

Después de un rato, todos decidieron ver una película. Tras un debate acalorado sobre qué escoger, los chicos finalmente impusieron su elección. Alison se acomodó en el sillón, un poco incómoda, pero intentó concentrarse en la pantalla. Sin embargo, Dylan se sentó a su lado y continuó con su teléfono.

A lo largo de la película, Alison le lanzaba miradas furtivas, sintiéndose cada vez más nerviosa. Después de unos minutos, Dylan dejó su teléfono a un lado y empezó a prestar atención a la película. Un grito estruendoso de los chicos en una escena de terror hizo que ambos saltaran.

Dylan se inclinó hacia Alison y le susurró:

—¿Ya terminaste de ver la película?

Alison sintió que se ruborizaba. La cercanía de Dylan y su voz suave la hicieron tambalear. Sin poder encontrar las palabras, simplemente asintió, sintiendo cómo su corazón latía más rápido. Era un momento confuso, pero emocionante.

The Playboy and me [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora