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ADVERTENCIAS: mencion of sex, stress.
STILES STILINSKI ERA UN TIPO muy estresado.
Su cerebro iba constantemente a cien millas por hora, había un millón de cosas diferentes que necesitaba hacer constantemente y simplemente no podía mantenerse quieto durante más de cinco segundos.
Así que realmente, no era de extrañar que incluso en su sueño, Stiles estaba inquieto.
Y eso solía llevarle a momentos como éste, en el que apenas había salido el sol y el chico ya estaba zumbando y necesitaba desesperadamente ponerse en movimiento. Pero antes de que pudiera moverse en su sitio y quitarse el edredón del cuerpo para que entrara el frío de la mañana, una mano lo agarró por la espalda.
—¿Adónde vas?"—
Se giró y su rostro se ablandó al verla, con los ojos aún cerrados y la cara todavía acurrucada en la almohada, pero sin dejar de agarrarle la camisa.
—Siento haberte despertado—, dijo en voz baja, alargando una mano para apartarte el pelo que se te había caído del moño y ponértelo detrás de la oreja.—Sólo iba al baño—.
Sonreíste con sueño.—Mentiroso.—
Stiles no pudo evitar devolverle la sonrisa.—Solo pensé que podría hacer algunas cosas—, dijo encogiéndose de hombros.—No es gran cosa—.
—Stiles, es sábado—, te quejaste y volviste a tirar de su camiseta.—Vuelve a la cama—.
Él suspiró.—No puedo—.
—Déjame darte una razón para que te quedes en la cama entonces—, dijiste mientras te revolvías, ahora arrodillada detrás de él mientras se sentaba en el borde de la cama. Le rodeaste el torso con los brazos y le acariciaste el cuello con la cabeza mientras le besabas suavemente la piel.—Tal vez pueda cansarte para que duermas unas horas más—.
Stiles reprimió un gemido.—Cariño, no tienes que hacerlo—.
—Quiero hacerlo—, susurraste, con tu cálido aliento abanicándose sobre su piel caliente y tus manos paseándose por debajo de su camisa para sentir su estómago apretándose bajo tu tacto.—Quiero hacerte sentir bien, Stiles—.
—Mierda—, siseó mientras se le cerraban los ojos y, la verdad, no tuvo fuerza de voluntad para discutir cuando lo empujaste de nuevo sobre la cama y te colocaste a horcajadas sobre su cintura antes de que pudiera apartarse de nuevo.—¿Sin bragas?—
Le dirigiste una sonrisa inocente.—Quizá te conozco mejor de lo que crees—.
—¿Sí?—, murmuró él, un poco sin aliento cuando empezaste a girar perezosamente tus caderas contra las suyas.
—Sí, amor—, murmuraste mientras te inclinabas para presionar tus labios contra los suyos.—Tienes demasiada energía, tienes que darle un buen uso—.
—Diabólico—, rió suavemente contra tus labios.
—Perdona por querer que mi novio buenote me folle—, replicaste con una sonrisa.
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