QUE GRACIA LE VES AHORA A LAS BROMAS? original: @theemporium
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ADVERTENCIAS: Little Smut, Public Sex
—SR. STILINSKI, ¿HAY ALGO MÁS interesante que le impida prestar atención a mi clase?—.
—No, señor. No hay... no hay, no—.
—Bien. Mantenga la vista en la pizarra—.
Stiles sólo pudo asentir en respuesta, conteniendo cualquier ruido que quisiera hacer cuando las cabezas de los estudiantes en el aula se giraron de nuevo hacia el frente y la atención se alejó de él. Se hundió en su asiento, deslizándose ligeramente hacia abajo, pero eso no ayudó al hecho de que Stiles estaba bastante seguro de que iba a explotar.
—Qué perturbador por tu parte—, susurraste desde el asiento de al lado, lo suficientemente bajo como para que ninguno de tus compañeros pudiera oírte con los labios estirados hacia arriba en una suave sonrisa burlona.—Creía que hoy te estabas portando bien—.
—Mierda—, siseó entre dientes apretados mientras el taco de tu palma se clavaba en el bulto de sus jeans.—Por favor—.
Te giraste para mirarle con ojos inocentes.—¿Por favor qué?—
Stiles se mordió un gemido mientras se movía en su asiento, tratando desesperadamente de mover sus caderas contra tu mano, pero tú te diste cuenta rápidamente de su juego. Los dos estaban escondidos en el fondo de la clase y, aunque los pupitres ocultaban casi todo, el riesgo de que alguien pudiera verlos a los dos hacía que la sangre se le fuera directamente a abajo.
Él sabía que esto era sólo su represalia. Sabía que era una venganza por la jugarreta que te hizo hace un par de días. Sabía que se lo merecía. Sólo que no se había dado cuenta de que serías tan valiente como para hacer algo en medio de álgebra un miércoles por la mañana.
—¿Qué gracia le ves ahora a las bromas, Stiles?—, le preguntaste, con los labios entreabiertos, mientras observabas cómo el chico luchaba contra el gemido desesperado que quería soltar.
Tu chico nunca había estado tan guapo con las mejillas sonrojadas y los ojos brillantes, esa mirada de desesperación y necesidad que conocías demasiado bien durante los meses que Stiles y tú salieron juntos. Sabías muy bien cómo funcionaba esto, sabías muy bien lo que él quería y, por lo general, estarías encantada de arrastrar a Stiles al vestuario vacío y hacer lo que quisieras con él.
Pero hoy no.
—Cariño, por favor, lo siento...—, lo interrumpió el estruendo del timbre y el repentino bullicio de los estudiantes recogiendo sus libros. Antes de que pudiera decirte una palabra, tu mano estaba fuera de su miembro y sus jeans estaban desabrochados.
—Nos vemos después del entrenamiento de lacrosse—, le dijiste mientras agarrabas tu mochila.
—¿Entrenamiento? Eso... eso termina a las cuatro—, murmuró Stiles, la desesperación y el deseo grueso y claro en su voz.
—Lo sé, cariño—, le sonreíste y te inclinaste para darle un casto beso en los labios.—Pórtate bien y quizá te dé una recompensa después del entrenamiento—.
Y con eso te fuiste, dejando a Stiles caliente, desesperado e innegablemente duro para el resto del día.
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