CAPÍTULO 07

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Abstraído

OCTAVIO

Dos semanas después...

Con mis reflejos soy capaz de preveer  el impacto que se aproxima por el lado izquierdo de mi rostro; el cuál en un rápido movimiento soy capaz de esquivar, consigo restringiendo las defensas de mi atacante.

—¿Te tuerzo el cuello ahora o lo dejamos para otro momento? —le cuestiono al oído con sorna, en tanto lo mantengo inmóvil.

Intenta luchar bajo mi agarre, pero no consigue moverse, mucho menos escaparse. Lo único que logra es darme dos palmadas en el antebrazo cuando ya está en asfixia y se siente vulnerable.

Lo suelto tragándome una risotada, y me alejo dejándolo atrás; en busca de una toalla para el sudor.

—Me pregunto, ¿Cuándo será la primera vez que consigas vencerme en el campo? —le cuestiono, antes de tomar mi botella térmica de agua y empinarmela, a lo que veo el rostro de mi contrincante luciendo acalorado y sofocado.

—Capaz cuando me inyecte las mismas dosis de testosterona que te cargas —bufa con ápices de enojo, lo cuál me hace reír una vez más.

—Oh vamos, sabes que todos estos músculos son orgánicos, ya acéptalo y no te pongas más al ridículo —le suelto con orgullo y ganas de molestarlo, mientras me pongo en frente de él mostrándole mis músculos tensos.

A lo que Byron solo contesta con un bufido, antes de poner los ojos en blanco.

—Hablamos cuando tenga tiempo —le suelto a lo que miro la hora en el reloj que envuelve mi muñeca, encaminándome hacia la salida aún con la mirada puesta sobre él.

No escucho respuesta alguna a mis espaldas, como lo esperaba, pues actitudes como estas son propias de mi amigo cuando le golpean el ego. Por lo cuál, sin sumarle importancia al asunto en una caminata de largos pasos ubico el puesto de mi Bugatti La Voiture Noire, un deportivo con un diseño exclusivo hecho para mí.

Lo desbloqueo con su mando a distancia, segundos antes de deslizarme en su confortable interior, el cual posee un perceptible olor amaderado.

Enciendo los motores y me preparo para partir, dejando que las notas musicales de Eminen resuenen en el estéreo.

Hago rugir los motores de mi auto con suficiencia, antes de ejecutar un giro de 180° a propósito, el cuál levanta una nube de arena a su paso; justo antes de adentrarme en el sendero que me dirige a la ciudad. Sintiéndome pleno con la velocidad que alcanza tremenda cosa.

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La lluvia de agua helada se resbala por mi cuerpo, mientras intento sacar cualquier resto de producto de mi cabello bajo la ducha.

Inclino la cabeza hacia atrás dejando que el agua se deslice por mi rostro, aclarándome las ideas.

Allí perduro unos cuantos minutos, para cuando decido parar la corriente de agua y abrir las puertas de cristales, saliendo al exterior, donde me encuentro con mi reflejo de frente; gracias al enorme espejo que ocupa casi toda la dimensión de una pared frente a mí.

Tomo una toalla blanca y empiezo a secar mi cabello, pero mi mirada inconscientemente se vuelve a encontrar con mi reflejo al otro lado, donde sin querer me sumerjo en una lluvia de creatividad y una nueva idea se perpetua en mi cerebro como un relámpago.

Le doy una examinada a mi cuerpo en todos los ángulos posibles, y cuando tengo una idea más o menos clara de que es lo que quiero, no demoro en salir de la ducha y vestirme con una camisa negra, un pantalón de vestir a juego, zapatos y cinturón adecuados. Adornando mi muñeca con un Rolex bañado en oro blanco, y rociando los toques de perfume necesarios, antes de peinar mi cabello y salir de la habitación dejándome los dos primeros botones de la camisa sin abotonar.

Cenizas Fuera Del HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora