CAPÍTULO 14

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Controversias y sentencias

OCTAVIO

Dejo de mirar la fachada y abandono el interior del auto, dejando la chaqueta de mi traje en su interior, y sacando conmigo la bolsa de comida rápida que obtuve en el drive thru.

Al acercarme a la abandonada estructura, la rodeo; caminando entre yerbas, buscando la parte trasera de la misma.

El terreno de la parte trasera luce aún más grande que el de su lado delantero. Incluso de este lado del lugar, hay arbustos crecidos que ayudan a camuflajear aún más el secreto que esconde este lugar.

Es como un pequeño bosque abandonado; cubierto de ramas, yerbas, hojas y pequeños arbustos... Giro a la derecha alrededor de un árbol, sumergiéndome en lo último del terreno; especialmente donde hay un pozo abandonado, escondido detrás de un centenar de ramas de arbustos paralelos.

A simple viste luce como un pozo de agua común y corriente; pero lo que nadie sabe es lo que en realidad esconde.

Justo detrás de este, con mis pies empiezo a mover la tierra que hay alrededor, pero no parece ser esfuerzo suficiente para llegar al punto que quiero... Pues al parecer la forestación aquí creció desde la última vez que hice una visita.

Miro a mi alrededor en un intento de buscar algo con qué hacer más factible mi tarea, pero no obtengo resultados positivos, por lo que me veo en la obligación de seguir con mi tarea anterior removiendo la tierra con mis pies... Lo cuál al cabo de unos segundos parece ser dar resultados, pues me termino topando con la tapa metálica, la cual precisamente venía buscando.

Termino de deshacerme del poco de tierra que aún estorba, dejando el enorme candado dispuesto ante mi vista.

Por inercia o simple acto de prevención doy una ojeada a mi alrededor, cerciorándome de que no hay nadie quién pueda verme, antes de ponerme de cuclillas; no sin antes sacar el enorme llavero de mi bolsillo y dejar la bolsa de comida que traía conmigo a un lado en el suelo.

Tomo el mugriento y oxidado candado entre mis manos, introduciendo en sí su llave correspondiente, la cuál giro a la izquierda produciendo que este salte abierto en mi mano.

Lo aparto de la cerradura, y uso otra de las llaves para desbloquear la segunda fuente de bloqueo de la lámina metálica en el suelo.

Luego, me levanto nuevamente, y por inercia, me vuelvo a cerciorar de que no haya nadie a mi alrededor, acto seguido, tomando el aza de la tapa metálica, y ejerciendo las fuerzas necesarias hasta que esta logra abrirse produciendo un sonoro chirrido.

Desde mi punto, soy capaz de apreciar ese pozo oscuro que se cierne abajo de mí; lo único perceptible siendo las escalerillas de un metal oxidado que me llevan hasta la parte subterránea del terreno.

Tomo la bolsa con comida, y coloco uno de mis pies en la escalerilla seguido del otro, bajando un par de escalones; al punto en el que solo mi cabeza queda a la vista, pues todo mi cuerpo está metido en el hueco.

Tomo la tapa metálica con mi mano libre, y hago lo posible por cerrarla sobre mi cabeza, cerniéndome en una total y absoluta oscuridad, dejándome a partir de ahora en manos de la suerte.

Al mis ojos no poder captar nada, nada más que tinieblas oscuras, mis demás sentidos se agudizan... Entre esos mi olfato; pues soy capaz de percibir el molestoso olor a encierro, polvo y humedad que segundos antes era extinto a mi nariz... Y mis oídos; pues también soy capaz de escuchar un fastidioso sonido producido por roedores, un par de metros más abajo, del cual era plenamente inconsciente segundos atrás.

Empiezo a descender, con cuidado de no dar un paso en falso, tropezar y terminar cayendo en un pozo de más de seis metros de altura.

Al estar, por lo menos a dos metros de distancia del suelo, el sonido latoso de las ratas se agudiza; a tal punto en el que lo escucho justo en mis orejas.

Cenizas Fuera Del HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora