CAPÍTULO 05

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La cena

SHIARA

Justamente a las 7:30, ni un minuto más, ni un minuto menos, recibo un mensaje de mi novio quién me confirma que ya está abajo, esperándome.

Me rocío los últimos toques de perfume, y tomo mi bolso de mano dándome una mirada prolongada en el espejo de cuerpo completo que acompaña mi cuarto de clóset.

Es una cena de negocios, por ende, quería lucir formal, pero sin rallar a lo exagerado.

Por lo mismo tanto fue que decidí usar un traje de dos piezas rojo carmesí —no sé a qué se debe, pero últimamente este color se ha convertido en mi favorito a la hora de vestir— el traje está conformado por un pantalón fino de talle alto; el cual me cubre hasta mi ombligo, y una chaqueta del mismo tono, la cual va abierta; siendo esta una talla más grande de la que demanda mi cuerpo.

El toque casual que opté por darle fue usar un pequeño crop top negro, sin tirantes ni escote, el cuál permite que se vea un poco de piel de mi estómago. Pero no demasiada, ya que como dije antes, el pantalón es de un talle alto.

Combine con zapatos de tacón negros, bastante simples y una pequeña cartera de mano del mismo tono.

Por otro lado, mi cabello opté por sujetarlo en una alta y perfectamente alisada cola de caballo, dejando al descubierto las largas argollas negras que adornan mis orejas, y una excelente apreciación de mi sutil maquillaje.

Me aseguro de llevar todo lo requerido en el bolso y también a tomar todos los papeles que hasta el momento tengo sobre el apto de venta, antes de salir del departamento cerrando con llaves y bajar a la planta de abajo por el ascensor.

No me demoro en encontrar a las afueras del edificio donde resido la camioneta negra Mercedes Benz que porto, donde actualmente Jim se encuentra al volante.

Le toco la ventanilla del copiloto con los nudillos para que este quite los seguros; antes de deslizarme en el asiento de cuero negro.

—Estás hermosa... Cómo siempre —musita Jimmy a mi lado, antes de que siquiera pueda girarme a encararlo, ya que me encuentro ocupada en la tarea de cerrar la puerta.

Al girarme, puedo notar que este lleva puesto un traje de tres piezas de un tono gris claro.

—Oh, gracias —me acerco a tomarle la barbilla, antes de presionar mis labios con los suyos —Tú también te ves bien —le dejo saber, a lo que me abrocho el cinturón de seguridad.

Pero por el rabillo del ojo soy capaz de ver como este se limpia los labios con su dedo pulgar, con una expresión de desagrado en su rostro.

—¿Qué? —pregunto, viendo cómo aún sigue limpiándose el labio.

—Sabes que no me gusta que uses ese tipo de labiales que manchan —me reprocha, consiguiendo que mi reacción sea poner los ojos en blanco.

—Ay, Jim, sabes que aún no estoy bien instalada; usé lo que primero tenía a mano —le explico, mientras me corrijo el labial con el espejo mismo que posee el auto justo encima de mi cabeza.

Por otro lado, escucho a Jimmy chasquear la lengua, antes de ponerse en marcha sin pronunciar una palabra más.

El restaurante designado para la cena no estaba muy apartado de donde vivo recién, de modo que en tan solo 20 minutos ya nos encontrábamos fuera de el elegante restaurante; el cuál es frecuentado por puros ricachones.

Solo que cinco minutos antes, una torrencial lluvia se había apoderado del cielo Londinense; dejándonos varados en el auto por unos minutos, solo hasta que un botones del restaurante se acerca con un paraguas hasta nuestro puesto, ayudándome a llegar ceca al interior del restaurante. A lo que Jim se queda fuera, entregándole el coche al valet.

Cenizas Fuera Del HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora