One-Shot 1

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Había sido un día agotador en la universidad.

Kokichi Ouma, o solo Kokichi, se encontraba caminando a paso lento por las calles, dejando que las suelas de sus zapatos morados rasgaran el cemento de lo que era la cera. Su mochila sosteniéndose, dejando sentirse todo su peso sobre sus propios hombros, soltando suaves gruñidos a modo de quejarse.

Se encontraba con su espalda suavemente doblada, a modo de que su pecho se escondiera a la vista cual Enjorobado de Notre Dame, mientras solamente sostenía las hombreras de su bolsón con sus pálidas y suaves manos, su sudor corriendo cuesta abajo por su frente y, dentro de poco, rostro, como gotas de agua cayendo de la ventana de un coche.

Soltó un suspiro de pesadez, mientras pasaba una de sus manos en su frente, logrando quitar algunas de esas gotas saladas, para así volver a sostener aquellas hombreras que sostenía segundos atrás.

Había logrado llegar a su casa, sus párpados sintiendose pesados, lo único que quería ahora era descansar, había pasado una noche entera en la universidad debido a que tenía que estudiar y estudiar y estudiar, al punto que se quedó dormido en su cuarto y despertó, llegando a ser el día siguiente, obviamente tuvo que esperar a que las clases terminaran para irse de una buena vez a su apartamento, solo tenía... Que subir las escaleras.

Otro sonido escapó de sus labios sellados, llegando a sonar como el mugido de una vaca, solamente adentrándose comenzando a subir, y subir, y subir...

Una vez llegando al pasillo, y al avanzar estando finalmente frente a frente en la puerta, soltó otro suspiro, esta vez de alivio, alfin podría recostarse, claro habrían ruidos de algo o alguien dentro, pero...

... Almenos podría recostarse, ¿ O no ?

Después de haber puesto su llave en el cerrojo y guardarla en uno de los muchos bolsillos de su mochila, puso su mano cuidadosamente en la perilla, sintiendo aquel metal frío sin saber del todo lo que le esperaría dentro, giró un poco aquella esfera pegada a la madera fina de la entrada, abriéndola lentamente, dejando que soltara un rechinar algo ruidoso... Tendría que ponerle aceite después.

A la primera fue recibido por la oscuridad misma, adentrándose a esta y cerrando la puerta detrás suyo, estando en soledad, o eso se creía.

Las ventanas estaban cerradas, no se podía ver con exactitud los muebles del lugar o su propia cama, dios, nisiquiera podía ver nada más que aquel manto negrizo que lo rodeaba, intentó avanzar, mas algo se puso delante de el.

Al alzar la vista chocó contra dos ojos abiertos, amarillentos, brillantes, sintiendo como comenzaba a gruñirle cual lobo a su presa, aquel timbre se voz en el gruñido sonando mucho más grave que cualquier otro animal conocido, con un leve eco dando un aire de ser una clase de demonio.

De lo que apenas se podía percibir, la criatura era enorme, oculta en una capucha en su casi totalidad, apunto de atrapar la cabeza del pelimorado para así aplastarla con bastante facilidad, estaba cerca, más cerca, y así...

— Hola Joris —Una sonrisa se formó en el rostro pálido del que media 1.56 de altura.

La criatura se detuvo en seco, parpadeando ligeramente.

— ¿ Te parece moverte ?, Necesito algo de luz, —Le pidió intentando que el de mayor altura se hiciera a un lado, cerca de la ventana había un interruptor para encender las luces, y quería ir a él.

Demonic Roommate Donde viven las historias. Descúbrelo ahora