XI

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pov/omnisciente

En las cercanías del restaurante de Spreen se hallaba cerca un casino muy concurrido, un lugar de diversión que atraía a una gran variedad de pueblerinos.

En sus adentros, las máquinas de juego chirriaban y zumbaban incesantemente, mezclándose con el sonido de los gritos de júbilo de quienes celebraban sus victorias y los lamentos de aquellos que eran expulsados del casino por no poder pagar sus deudas.

Merodeando a los alrededores se encontraba Jacky, con un trago de Whisky en su mano, observando con interés a los jugadores que se encontraban en el casino.

Los ruidos de la ruleta, los gritos de los jugadores de Black Jack y el murmullo de los jugadores de Poker se mezclaban para crear una melodía que le hacía sentirse como en casa.

A pesar de estar disfrutando el ruido de los otros apostadores perdiendo y así ganar más dinero para él, algo le llamó la atención. Era una conversación que se encontraba en un juego de máquina.

-¿Igual no es raro que haya cerrado?-

-¿De que hablas?-

-Creo que se refiere a Spreen-

Quienes hablaban eran tres argentinos cercanos al dueño de la polleria. Quienes llamaron la atención con su conversación al dueño del casino.

-Bueno, es cierto que cerró muy de la nada-

-Lo suele hacer cada tanto, ya saben- Dio un bocado a su tortilla

-Si, pero nos avisa, boludo-

-Tal vez deberíamos ir a verlo-

Y es verdad, el híbrido cerraba el negocio cada que llegaba su celo, cosa que le avisaba a sus amistades más cercanas, quitando el hecho de por que era.

Jacky se alejó de la conversación ajena con la mente enfocada en aquel dato que, hasta el momento, había pasado desapercibido para él, guardando lo para si mismo.

Mientras se alejaba, de fondo podía oírse a Carre maldecir en voz baja por haber tirado un trozo de tortilla en la antigua máquina de apuestas, averiandola de modo irreparable.

(...)

Apenas habían pasado unos minutos desde aquella conversación y Jacky ya se sentía inquieto. Él sabía que algo estaba mal y su inquietud no le permitía sentirse tranquilo.

El dato inquietante rondaba su cabeza sin cesar, preguntándose qué era exactamente lo que escondía el oso y el motivo por el cual había decidido cerrar el negocio.

Camino rápidamente entre todos los apostadores del casino, iría a ver que ocurria y luego volvería a cuidar el negocio.

Las dudas le mataban sin piedad, su mente le torturaba hasta el punto de no poder soportarlo más. No podía esperar más para descubrir qué se ocultaba tras aquel híbrido.

Salió de aquel negocio a toda prisa, atravesando el descampado siniestro, lleno de arañas que se movían rápidamente, zombies que arrastraban sus macabros cuerpos sin vida y esqueletos que eran como sombras de la muerte.

Lucho valientemente contra una multitud de horribles criaturas, aferrándose a la espada para poder llegar a la pollería.

Al acercarse al local noto que el exterior está muy sucio, con restos de basura acumulados en los rincones y suciedad en las paredes.

Jacky intentó abrir la puerta con todas sus fuerzas, pero no pudo. Sabía que era una tarea imposible de lograr.

Se dispuso a irse, frustrado y con el corazón oprimido por no saber que ocurría en el local. Sin embargo, antes de salir, percibió un aroma, uno diferente e intrigante.

Normalmente nadie podría llegar a sentir el aroma de Spreen, debido a que la mayoría de la gente suele pasar rápidamente y no se toma el tiempo para detenerse y buscar aquel aroma, pero siempre esta ahí.

De inmediato, sintió una agradable  sensación de calor recorrer su cuerpo, como si el aroma que desprendía aquella persona hubiera invadido sus sentidos. Tenía unas ganas desmesuradas de descubrir de quién procedía tal olor, el cual le resultaba tan embriagador.

Desesperado, comenzó a forzar la puerta que le dirigía adentro del local, el olor intenso a madera lo volvía loco. Nunca había sentido un aroma tan satisfactorio, que le provocaba una sensación inigualable de placer.

-¡Joder! Necesito saber de quien viene-

La primera idea que cruzó su mente al plantearse aquella proposición fue aquel oso dueño del local; era algo que le pareció completamente imposible.

-Jamás podría ser el- Rio estruendosa mente -No me queda de otra que venir mañana a buscarle-

Sin más se fue, con un calor agobiante en el cuerpo, atraído por el irresistible aroma de aquel omega tan delicioso.

Por otro lado, el híbrido se encontraba nervioso, su estado de ánimo era casi inestable; una mezcla de ansiedad y nervios se estaba abriendo paso en su corpulencia.

Su respiración estaba entre cortada y su mente no la ayudaba demasiado ya que tenía pensamientos agobiantes, sus ojos estaban abiertos de par en par y su corazón latía rápidamente.

-¡Ya esta! ¡Acá termino todo! ¡La puta madre!-

Las maldiciones salían de su boca con una fuerza que jamás había sentido antes. Estaba frustrado y furioso por la situación en la que se encontraba, casi sin esperanza.

El que Jacky, uno de sus mayores enemigos en su pueblo, le descubriera era algo de que preocuparse. Spreen ya veía su local en manos de el, o cosas aún peores.

-Juan me puede echar una mano, quizas-

Trato de tranquilizar sus pensamientos, buscando aliviar la ansiedad y calmarse así mismo.

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Quiero aclarar una cosilla, no todo Alpha, Beta u Omega es igual, es decir, que Jacky haya reaccionado así es por que es un lechoso y no hay más.

Ahora si, grcaias por leer!♡

𝙋𝙖𝙥𝙚𝙡𝙚𝙨/𝙎𝙥𝙧𝙪𝙖𝙣/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora