III

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pov/omnisciente

El joven hechicero caminaba de lado a lado por la biblioteca del santuario, se encontraba pensando alguna manera de poder hacer algo que le ayude a conseguir el dinero que necesitaba.

Sin embargo, el no queria conseguir ese dinero de una forma legal, es decir, simplemente no quería trabajar por ese dinero, no es como que el quisiera robar o algo por el estilo, aunque si no queda otra opción no dudara en recurrir al hurto.

El sabía que tendría que recurrir a alguien que lo ayude, el sabía que ese alguien era el profeta, un ser de grandes conocimientos que podría ayudarlo.

Salió corriendo hasta salir del templo, aunque rápidamente volvió para agarrar su gorro, luego volvió a retomar su camino.

(...)

-¡Oh profeta!-

El hechicero se encontraba de rodillas frente a la gran cruz blanca, tenía ambas manos juntas y ojos cerrados.

-¡Preciso de su ayuda, porfavor!-

La iglesia estaba totalmente en silencio, nadie, ni los devotos, se encontraba ahí.

Una ligera música resonó por cada lado de la bella iglesia, era casi angelical, Juan abrió los ojos y miró arriba, frente a el estaba el profeta, cayendo lentamente desde lo alto del techo, siendo seguido por la mirada del hechicero.

El profeta descendió hasta a estar frente a Juan.

-Habla conmigo, hijo mio-

-Profeta, necesito su ayuda para conseguir algo de Spreen-

-Spreen, el anticristo- Se enfureció de solo nombrarlo -¿Que necesitas saber?-

-¿Cómo puedo conseguir su dinero de forma legal?-

-¿Acaso has probado pedirselo?-

-¡Lo he hecho! !Pero no ha funcionado! ¡Dígame que hacer!-

El profeta miró atento al joven que seguia de rodillas, hubo un largo silencio, silencio que era insoportable para Juan, quien buscaba un respuesta.

-¡Apurese, profeta!-

-¡Shh! Jamás oses interrumpir al profeta, mucho más si es para ayudarte, hijo mio-

-Lo siento-

El silencio retomo nuevente la iglesia, duró un par de segundos más hasta que el ser poderoso obtuvo una idea que seria de ayuda para el hechicero.

-El oso debe darte el dinero en mano si no quieres cometer una ilegalidad-

-Lo se, pero se rehúsa-

-¿Que podrias hacer entonces para que te lo de?-

-¡Por eso estoy aqui!-

-Piensa y responde-

Juan se tomó un par de minutos antes de responder, en su cabeza no había algo que se le ocurrirá que pueda ayudarle.

𝙋𝙖𝙥𝙚𝙡𝙚𝙨/𝙎𝙥𝙧𝙪𝙖𝙣/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora