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Tenía miedo y algo más, no sabía cómo catalogar la sensación pues era peor que eso

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Tenía miedo y algo más, no sabía cómo catalogar la sensación pues era peor que eso.

Su celo había atacado de improvisto y no necesitaba un alfa, solo alguien que tuviera comprensión y/o empatía por un tonto que olvido que sigue siendo omega después de seis meses.

Y en su línea entre la cordura o razón se mordía los labios sin saber que hacer, su olor abrumamte estaba inundado todo su hogar haciendo llorar demasiado a su niño. Lo sabía por el fuerte llanto, pero su pánico era más por saber que no podía hacer nada, claro que tenía a quien encargarlo pero, ¿sí tenía hambre?, ¿los biberones serían suficientes?, ¿estaría a gusto en un lugar que no fuera el nido?

A punto de colgar después de marcar y escuchar la voz de respuesta, pegó un brinco cuando se dió cuenta que realmente había alguien del otro lado de la línea esperando alguna señal de vida.

一 Casa... casa...

Murmuró pero su voz era igual a la de un zombie o persona sonámbula que habla entre sueños, jadeos e incoherencias.

Ven a mi casa.

Sin mas discusión ni respuesta del receptor, ahora sí, colgó huyendo rápido a su habitación principal donde estaba su nido, el oír llorar así a su bebito le partía el corazón y por ahora tratar de consolarlo sería su manera de calmarse hasta que alguien llegara.

一 Sho-

La imágen frente sus ojos hizo que tanto tiempo de ser un hombre duro se deshiciera en segundos por lo conmovedora que era, al menos desde su perspectiva.

Su bebé, ha como había aprendido de lo poco que lograba enseñarle, se había sentado con un pedazo de la tela de su cobija en la boca, imaginando querer calmar algo, además de que sus ojitos estaban totalmente rojos e hinchados por tanto llorar y en el momento que ambos se miraron solo vió como más lagrimitas caían por sus mejillas regordetas y sus moquitos tan escurridos por su narizita rojiza.

Ba...

Ya no le importaba que tan cara era su camisa o si la ensuciaba y jamás quedaba igual, su prioridad era calmar a ese pequeño, darle seguridad y alimentarlo también, ahora que iniciaba el celo su parte animal empezaba a manifestarse más y ese maldito era demasiado sensible, por eso la mayoría de veces trataba de ignorarlo, le parecía un idiota y que definitivamente no iba para nada con la postura recta que tenía que tener un hombre como él, con la vocación a la que se está formando, de su edad.

¿Cómo un hombre de treinta y siete podía vivir la vida así?, mostrándose tan libre, vivo y solo por un capricho raro de mero instinto. No entendía al esposo de su amigo, también su amigo.

Con una posición de flor de loto, miró la tierna carita de su hijo menor, acariciando uno de sus mofletes con su dedo, sintiendo la capacidad de estar tersa que sólo la piel de un bebé tiene por naturaleza.

Así como lo planeo eso lo había calmado en cantidades considerables, aun si su entrada no dejaba de producir cantidades irracionales de lubricante haciéndolo sentir un poco incómodo, como si se hubiera orinado... mucho menos podía dejar de pensar en sexo.

Y eso lo convertía en algo mucho más difícil de procesar, antes de que su marca desapareciera, lamentablemente justo en el momento de la “fabricación” de Shoto, fue su última vez pensando eso y todavía peor ya qué era fuera de su rutina. Simple y sencillamente, la idea lo calmaba pero a su vez era vergonzoso.

Creer que una persona de su edad está pensando en otra de formas nada decentes, es difícil para él.

...

Abrió cuidadosamente checando la sala creyendo que encontraría algo, sin  encontrar nada, teniendo varias cosas en bolsas de la tienda de autoservicio que se encontraba en la esquina. Agua, sopa instantanea y cosas así, quizá ayudarían con el resfriado.

Lentamente camino por todos los alrededores tratando de buscar, sin oir siquiera un balbuceo.

Llegando hasta la habitación mirando la más linda escena por la fina línea que quedaba entre la puerta y la pared. Un omega alimentando a su hijo en lo que considera es un nido, no cualquiera sino el propio, lo ha deducido por la chamarra azúl que siempre fue suya pero de un día al otro dejo de serlo.

Sin querer ser imprudente como la última vez, en esta tiene la decencia de tocar la puerta, algo nervioso al recapitular y enterarse que no es algo cómo un “resfriado”, sino más bien cómo un... celo.

Sí, sus mejillas están rojas, sus manos sudan como las de ese adolecencente que ente bromas se le confesaba a su amor platónico desde preparatoria; y que luego llegaba a su cuarto con el corazón en la garganta. Por qué así como el lo decía entre chistes, recibía respuestas iguales, haciéndolo todo confuso y cada vez más incómodo.

Vió alguien corpulento acercarse a la puerta, con un bebé en brazos. Ambos lo miraban, incluso el bebé había sonreído sin despegar su boquita del pecho, comenzando a abrir y cerrar su manita, retorciéndose entre los brazos de su madre.

一 Ho-hola chicos...

El omega solo le hizo un gesto de que podría pasar a la habitación y eso fue más que suficiente. Pasó por desapercibido que nisiquiera le había dado un saludo a secas como los de siempre, también se emocionó un poco, la nula información que había comenzado a investigar hablaba sobre lo selectivos que eran los de la casta para dejarte entrar a lugares como esos, donde inclusive ni a su propia pareja le daban ese derecho o privilegio.

Enmedio de su ensoñación vió como el pelirrojo batallaba contra un pequeño bicolor que no dejaba de moverse entre sus brazos buscándolo a él.

一 Oh mierda, no te muevas tanto, cachorro...

Algo cohibido se aproximó estirando sus brazos intentando servir de apoyo para el otro, mientras el detenía a Shoto por ambas axilas su padre quitaba la cobija babeada que se enredaba al rededor de sus piernitas inquietas, si no se apresuraban, alguien haría un berrinche y en sus planes no estaba eso. Hace poco lo habían estado alimentando y parece que eso es algo doloroso en medio de una rutina.

Por su parte, el de ojos agua marina no podía creer la delicadeza con que ese hombre estaba tratando a su niño, no es como si nunca hubiera sido cariñoso y juguetón con él desde que nació, más, aún cuando estaba en su vientre al hablarle con tonos ñoños e irritables, pero no lo cambiaría por nada pues con todo y el dolor que las patadas y ahora el de sus oídos por un berrinche hacían, no se comparaba con nada a la felicidad que esas pequeñas acciones le traían.

Buenomm, hasta ahí le cortamos; el siguiente capítulo tiene un leve guiño de smut y en la nota explico por qué sólo un "guiño"

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Buenomm, hasta ahí le cortamos; el siguiente capítulo tiene un leve guiño de smut y en la nota explico por qué sólo un "guiño".

𝙈𝙔 𝙇𝙄𝙏𝙏𝙇𝙀 𝙇𝙊𝙑𝙀 © 𝘛𝘖𝘚𝘏𝘐𝘌𝘕𝘑𝘐 / 𝘉𝘈𝘉𝘠 𝘚𝘏𝘖𝘛𝘖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora