‡Capitulo XII‡

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En medio de la oscuridad escuché unas conocidas voces que me terminaron de despertar por completo.

Me incorporé en mi cama, con el cuerpo adolorido y totalmente aturdida.

—Vaya noche de mierda... —maldije en voz alta.

Aparté el pelo de mi cara con ambas manos, no tardé en acordarme de lo que había sucedido la noche anterior. Mi brazo izquierdo, a consecuencia, escocía una barbaridad, y mi cabeza dolía como si me la estuvieran aplastando con ladrillos.

Me preparé casi como de costumbre, vendando mis manos y brazo izquierdo, aunque está vez con más fuerza que de normal. Ardía como mil demonios, tal vez me había pasado un poco.

Al parecer me demoré un rato en salir pues no me encontré con nadie de camino al comedor. No sabía si eso era bueno o malo pero agradecía no tener que poner buena cara tan temprano.

Aunque mi pequeña paz duró poco, al entrar al comedor me topé de lleno con un conflicto.

—... ¿Qué esta pasando ahora? —le pregunté en voz baja a Kokichi mientras me acercaba a él.

—Adivina, Angie ha bloqueado la alcantarilla del jardín. —me respondió sarcastico.

—No me jodas. —dije bastante sorprendida por la repentina noticia. Después, me lleve la mano a la frente. —Y yo que quería estar un rato tranquila... ¿Qué les pasa a esos locos?

—Ni idea, pero mira la cara de Kaito, parece que le va a reventar una vena. —se burló de él mientras le señalaba.

Al parecer era Kaito quien les estaba plantando cara principalmente. No paraba de gritar y su cara estaba de un color morado.

La situación me hizo recordar mi pelea con el consejo la noche anterior, aunque a comparación, yo estaba mil veces mas calmada.

—Pfff, esta casi del color de su pelo. —le seguí la broma, riéndome un poco.

Por más que hubiera querido evitar esa discusión por el bien de mi felicidad, tuve que quedarme ahí y escuchar todo lo que tenían que decir. En algún momento hablaron sobre el toque de queda que iban a implantar.

—¿Y por qué a vosotros no os aplica el toque de queda? Eso es injusto. —se quejó Korekiyo.

—¡Nyajaja! Los del consejo no me preocupan, sé que ellos nunca querrían de aquí. —respondió. —¿No os dais cuenta? Necesitamos adaptarnos y aceptar quedarnos aquí ¡Así ya no habrán más asesinatos!

—¿Pretendes que nos quedemos aquí sin hacer nada? ¡Los cojones! Yo todavía no he ido al espacio. —le gritó Kaito.

—No eres el único con metas sin cumplir, Kaito, pero estoy segura de que Atua nos permitirá cumplirlas en otra vida. —contestó Angie, calmada, totalmente convencida de lo que decía.

—¿Os vais a dejar ganar tan rápido? Decir ese tipo de cosas es asumir la derrota... —no pude evitar intervenir.

—Oh, qué sorpresa, no pensé oírte hoy (T/n). —Angie me dirigió una falsa sonrisa que me calentó la sangre. —Hace bastante tiempo que perdimos, a veces hay que dejar el orgullo de lado y aceptar la realidad.

Justo cuando iba a replicar unas voces chillonas resonaron en mis oídos.

Maldije a todo mi linaje mientras esos osos comenzaban a hablar ¿Por qué últimamente solo aparecían a mi lado? Seguro que lo hacían aposta, solo para molestarme.

—Queremos que seáis todavía más amigos... Así que os trajimos esto. —por una vez, presté atención a la voz robótica de Monodam.

Mis ojos se iluminaron al ver lo que traía en sus manos.

Confidence (Danganronpa V3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora