Era eso: eso que te mata.
Eso que llena de un mortífero veneno tu rancia piel de invierno.
Eso, que después de tantos días de pasión a medias, algún día caerás y sí, mi amigo enamorado, del cual jamás saldrás.
Eso que todos describen como lo más hermoso del universo, pero no es más que un abismo sin fondo.
Eso que te hace llorar por las noches y reír ante el pavor de tu corazón.
Eso que te hace creer que la lluvia va más allá que ser el innecesario escondrijo del sol.
Eso que derrite el más ansiado paraíso en el más desorbitante desierto.
Eso que te hace pensar infinitamente sobre esa daga en tu aún latiente pecho.
Eso que te obliga a reinventar tu historia trágica ahuyentando al ser amado.
Eso que te vuelve la voz más bella, tu más escondido secreto y tus tímidas manos frente al espejo.
Eso que las rosas representan y sus espinas te clavan, que te recuerda las canciones más románticas y los versos más tristes.
Eso que llena de insomnio tus noches admirando a la bella Luna de plata y dolerá; no hay escapatoria...¿aún así esperas remedio?
Eso, tu elixir, tu ambrosia y tu sangre seca chorreando en el suelo, la luz de tu esperanza y la sombra de tus miedos.
Eso que los humanos sólo sentimos una vez... vaya muerte de la que se salven los que tengan suerte.
Eso que hace posible que nieve en verano y lo que el viento se llevó en un minúsculo suspiro.
Eso que las mariposas buscan en tu vientre y te golpean con sus desesperantes aleteos provocando el frenesí del relámpago en tu pecho.
Eso, tu canto, rima, verso, tu flor, pluma... tu arte.
Eso, el final de tu comienzo y el comienzo del final.
Eso, tu más incurable enfermedad, el pañuelo de tus lágrimas y el consuelo de tus heridas.
Eso, tus repentinos golpes de suerte y la sonrisa en tus labios, el anzuelo de los sabios y la perdición de los amantes.
Eso, tu más ardiente y hambrienta cena y el vino en tu copa, tu nube escarlata en el cielo.
Eso, lo dulce de tu mirada y los suaves pasos a tu lado, tu beso infinito y tus refrescantes ojos.
Esos, tus gritos, tus llantos, tu desesperación.
Eso, la llave de la puerta a tu jardín secreto.
Esos temibles aullidos por la desesperación de que no estás a mi lado.
Eso, tú con tu utopía siendo un simple sonámbulo, los dolores de cabeza que...¿por qué me mientes? Los celos que te desgarran.
Eso que me encamina a escribir.
Eso que la ciencia llama prematura muerte y los ancianos escaso atardecer.
Eso que tus metódicas palabras no pudieron encontar.
Eso que los divinos ángeles llaman sentimiento celestial, los más fieros demonios sufrimiento eterno, eso... tú lo llamas amor.