Capítulo 17: Pizza con piña

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Capítulo 17: Pizza con piña

∗ ⋅Mason⋅ ∗

—No contesta.

—Ada vuelve a la cama.

—¡No contesta!

Ella esta haciendo de todo menos volver a la cama.

Suspiro y voy hacía ella. La tomo en brazos y la llevo de vuelta a la cama. Ella ni siquiera se queja o me presta atención, hemos hecho esto al menos cinco veces la última hora antes de que vuelva a levantarse y a pasear por el cuarto desesperada con el teléfono entre el oído y su hombro.

Voy a patear a Jessica por ponerla en este estado.

—Es suficiente— le digo cubriéndola con las mantas— iré a buscarla a su departamento si tu prometes que te quedarás en cama.

—...bien.— aceptó ella cruzándose de brazos como una niña.

Me acerco a ella para besar su cabello, ella sigue molesta y no me mira. A un paso de salir del cuarto escucho su voz.

—Te cuidado.

—Lo tendré.

─── ∗ ⋅◈⋅ ∗ ────

Me sorprende ver una niña sola sentada en el umbral de su edificio. Esta abrazada a sí misma y si no fuera por que lleva ropa limpia y va bien peinada creería que va a pedirme limosna en cualquier momento.

Siento una mirada sobre mi y al mirar a lo lejos veo a una mujer escondida patéticamente tras un poste de luz observando a la niña a mi. ¿Realmente va a pedirme limosna? Lo niños que piden limosna suelen tener alguien que los manda y los vigile.

Tal vez debería llamar a servicios infantiles.

Entro en el departamento con la mirada de la niña sobre mi hasta que ya no puede verme. Le hago un gesto de saludo al portero que me reconoce y solo me nota un segundo antes de volver a su teléfono.

Tal vez debería hacer que lo despidan.

Oído los elevadores así que utilizo las escalera hasta su piso. Su departamento... la perilla esta rota, bueno, en realidad no hay perilla si no un enorme oyó redondo.

Abro la puerta y entro en un instante.

Hay alguien aquí.

Entro a su habitación y tengo un hombre inmovilizado en el suelo en menos de un segundo.

—¡Mierda me rompes el brazo!

—¿Quién eres?— le digo mientras entierro la rodilla entre sus omoplatos y jalo con más fuerza su brazo derecho.

—¡Soy amigo de Jessica!— lloriquea.

—¡No me mientas!— su brazo esta a un centímetro de tronarse.

—¡Soy su ex, soy Tony!

¿Tony? ¿Hay un Tony? Pensé que era un nombre al asar con el que llamaba a todos los hombres con los que se involucraba.

Lo suelto y él se soba el brazo como un bebe. Ahora entiendo porque es un ex. Los hombres llorones no son el tipo de Jessica.

—¿Qué haces en el departamento de Jessica y porque rompiste la puerta?

—Yo no la rompí, vine a verla y encontré la puerta así. La casera no suele revisar los departamentos a menos que te retrases con el pago así que no se dará cuenta hasta dentro de dos semanas. Cómo sea... Jessica no ha llegado en días y creo que su novio psicópata tiene que ver.

Propiedad de la mafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora