-¡Roier mien! ¡Nos tenías bien preocupados wey!
Mariana abrazaba fuertemente al castaño hasta el punto de asfixiarlo quien intentaba escapar de sus brazos. Missa miraba la escena con una sonrisa, ahora más tranquilo al ver que Roier había vuelto sano y salvo.
-¡No vuelvas a hacer eso! ¿Me escuchaste? -le dijo Mariana mientras lo separaba de él para sostenerlo de los hombros.
-¡Sí, sí! ¡Ya déjame chingada madre!
Roier les invitó a pasar a su casa donde todos se dirigieron a la habitación del castaño. El chico tenía ganas de contarles sobre su nuevo amigo, después de todo ellos eran los únicos a los que les confiaba que guardarían el secreto. Spreen no le había comentado nada sobre que no podía hablarle de él a nadie, aún así a Roier no le hacía falta que le dijera eso, sospechaba que el híbrido no estaba cómodo con que mucha gente supiera sobre su existencia en aquel bosque. Más aún con los rumores que circulaban por el lugar.
-Tengo que contarles algo -les dijo a sus amigos mientras se sentaban en un pequeño círculo en el suelo de su dormitorio.
Mariana y Missa le miraron expectantes:
-Conocí a alguien, se llama Spreen, es un híbrido de oso. Al principio me pareció bastante hostil y pensé que no podría acercarme mucho a él, pero creo que puedo decir que nos estamos volviendo más cercanos.
Roier bajó la mirada perdido en sus pensamientos mientras una tímida sonrisa asomaba por sus labios. A esto, Mariana miró a Missa y este último le devolvió el gesto, ambos compartiendo una risa cómplice. Roier salió de su ensoñación, extrañado por la actitud de ambos chicos frente a él.
-¿De qué se ríen wey? -preguntó frunciendo el ceño.
-Ay Roier, mien... No pasa nada si te gusta un vato -Mariana le puso una mano en el hombro queriendo mostrarle su apoyo- Aquí te queremos tal y como eres.
Missa a su lado asentía convencido:
-Claro wey -comentó-, ¿por quien nos tomas? Somos tus amigos.
Roier les miró como si no entendiera nada de lo que estaban diciendo, y es que practicamente era así.
-Creo que están malinterpretando la situación -les dijo quitando la mano de Mariana de su hombro-, s-somos cercanos y ya.
Un leve sonrojo se presentó en las mejillas del castaño, quien miraba enfurruñado a sus amigos. Esta simple reacción bastó para que tanto Missa como Mariana volvieran a reírse entre ellos. Roier sentía que se moría de la vergüenza ahí mismo.
-¡Ya wey! ¿Están pendejos o qué? -Roier les daba pequeños puñetazos en los brazos a ambos chicos, quienes no paraban de reír y comentar entre ellos.
-Le gusta el vato ese mien, le gusta Spreen.
Roier se preguntaba en ese momento por qué demonios tenía unos amigos como aquellos.
🐻🕷️
Ya habían pasado tres días desde la conversación entre Roier y los otros dos chicos, y ya se encaminaba aquella mañana a visitar al pelinegro, como ya acostumbraba hacer todos los días. Tarareaba una canción mientras observaba la belleza del bosque que le rodeaba, aun habiendo estado allí tantas veces le seguía maravillando el precioso espectáculo que la naturaleza le brindaba.
Caminaba tranquilo sin ninguna preocupación en mente, hasta que sintió como alguien le agarraba del brazo y lo arrastraba hasta detrás de un árbol. Roier soltó un pequeño grito del susto, el cual desapareció cuando una mano ajena fue puesta sobre su boca impidiéndole hacer sonido alguno. Frente a sus ojos se encontró a un chico de su edad con el cabello corto oscuro quien tenía el dedo índice sobre sus propios labios:
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Al otro lado del bosque {Spiderbear}
FanfictionDesde muy pequeño Roier había aprendido que bajo ninguna circunstancia debía acercarse al bosque, pues no eran pocas las oscuras leyendas que circulaban alrededor de él. Sin embargo conforme el chico crecía, su curiosidad también, por lo que no pudo...