La luna alumbraba el camino de vuelta a casa, cosa que Roier agradecía porque se había olvidado por completo de traerse la típica linterna que siempre llevaba consigo para momentos como ese. Observaba el pueblo a lo lejos, las pequeñas luces de las casas y farolas y el humo de las chimeneas.
Spreen lo había acompañado hasta la entrada del bosque, como era costumbre, y le había pedido que llevase cuidado en la vuelta a casa. Roier no se lo decía, pero le enternecía la preocupación que le mostraba. Sabía que Spreen era alguien frío a quien no le gustaba mostrar sus emociones y eso le hacía apreciar las pequeñas palabras de afecto que de vez en cuando le daba.
Sus pensamientos desaparecieron cuando escuchó unos pasos detrás suyo, se giró de inmediato, encontrándose con la oscuridad de la nada. Frunció el ceño ligeramente, sintiendo los nervios apoderarse de su cuerpo. A esas horas por esa zona no solía haber nadie merodeando, es por eso que le daba aún más mala espina toda la situación. Aceleró sus pasos mientras intentaba regular su respiración.
-¡Hey!
Escuchó una voz que para desgracia suya le parecía bastante familiar. Dirigió su mirada a sus espaldas, encontrándose con el chico que aquella mañana le había asaltado con todo un interrogatorio. Suspiró pesadamente, observando como este se acercaba a él a paso rápido, alcanzándolo finalmente.
-¿Qué haces acá a estas horas? -le preguntó con una sonrisa ladeada.
-Podría hacerte la misma pregunta.
El tal "Natalan" rio ante su respuesta, a lo que Roier puso los ojos en blanco, confiando en que la oscuridad de la noche no dejara ver al otro chico dicho gesto.
-Ya sabes, investigando -Natalan se encogió de hombros-, buscando pistas sobre el paradero de la bestia.
Roier emitió un sonido de entendimiento sin siquiera mirarle.
-¿Y tú? Ahora es tu turno de responder la pregunta.
-Ya te lo dije en la mañana, fui a por flores.
-¿Has estado desde las 11 de la mañana hasta las 10 de la noche buscando flores?
-Sí.
Natalan le miró de arriba a abajo, enarcando una ceja:
-¿Y dónde están?
-¿El qúe? -Roier juraba que le iba a meter un puñetazo en cualquier momento.
-Las flores, afirmas pasarte el día buscándolas pero no veo que lleves ninguna encima.
Roier le miró nervioso sin una excusa en mente, hasta que una idea se le cruzó por la cabeza.
-¡A la verga! -miró a su alrededor parando sobre sus pasos mientras fingía sorpresa- ¡No mames wey, me dejé la cesta en aquel campo de flores!
Natalan arqueó una ceja para luego reir de una forma que a Roier le pareció bastante falsa, pero quien era él para criticar en aquel momento después del numerito que se había marcado.
-Si quieres puedo ir a buscarlas yo mañana -se ofreció el chico-, dime, ¿fuiste hacia el norte?
-No será necesario -respondió Roier haciendo un gesto con su mano quitándole importancia al asunto-, yo mismo iré a por ellas.
Natalan asintió con una sonrisa amable en el rostro, siguiendo a su lado haciéndole compañía en su travesía. El castaño juraba que aquel era uno de los momentos más incómodos de su vida, el no tenía problemas para improvisar cualquier tema de conversación, se consideraba a él mismo alguien bastante facil con quien socializar, pero en ese entonces lo único que quería era que la tierra lo tragara.
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Al otro lado del bosque {Spiderbear}
FanfictionDesde muy pequeño Roier había aprendido que bajo ninguna circunstancia debía acercarse al bosque, pues no eran pocas las oscuras leyendas que circulaban alrededor de él. Sin embargo conforme el chico crecía, su curiosidad también, por lo que no pudo...