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Día 4: La casa del dolor 1/2.

Habían pasado semanas desde la última vez que fue a casa de Namjoon, lo solía invitar para pasar la tarde y poder jugar a videojuegos, ayudándose uno al otro con los deberes que se les hacían complicados.

Eran momentos tan bonitos.

Cuando el moreno le felicitaba por que había hecho bien todos los ejercicios y aprobado los exámenes de inglés, sentía una calidez mover su corazón con rapidez.

Era tan perfecto.

Dos amigos que se querían tanto, se ayudaban y se posaban en el otro, tan magnífico que parecía mentira.

Pero Jin lo tuvo que estropear...

Cometió el error de enamorarse de su mejor amigo y confesarse con muchas esperanzas de ser correspondido.

¿Para que le sirvió hacerlo...?

¿Para se confesó...?

Lo único que consiguió fue el odio y destruir su amistad.

Namjoon lo odiaba.

En la escuela lo molestaban.

Y su hermano pequeño se sentía avergonzado de él...

¿Para eso había sido valiente?

Todos dicen que se debe de ser valiente, que no se pierde nada por confesarse, que podrás seguir a delante.

Pero como seguiría adelante si todo eran insultos, burlas y miradas juzgadoras.

Encima tenía miedo.

Lo habían amenazado con decírselo a su madre y no quería eso, estaba muy asustado por su reacción.

Nunca había hablado con ella de esos temas y ahora...

No sabía que hacer...

Ahora se encontraba solo bajo la lluvia en medio de la calle, había caído en lo profundo de sus pensamientos y no supo en que momento comenzó a andar, menos a llover.

Pero el pitido de un coche lo sorprendió, un coche moderno elegante de color negro se detuvo a un metro de él, le era conocido y cuando la ventanilla se bajo pudo ver de quien se trataba.

Era la madre de Namjoon, Kim Miniye.

—Jinnie que haces ahí bajo la lluvia? –pregunto la mujer mirándolo preocupada, bajando del coche rápidamente para acercarse con un paraguas y cubrirlo.

Trago duro sintiéndose algo incómodo.

Hacia semanas que no la veía y después de tanto te hablen como si nada te hacia sentir mal.

—Estaba pensando en mis cosas y no me di cuenta... –dijo con la mirada baja.

La señora Kim lo miro de arriba abajo y después a su coche, sus ojos se iluminaron por el nacimiento de una idea y se giro a verlo de nuevo con una sonrisa dulce.

—Que tal si vienés a casa,te dejaré un poco de ropa de Namjoonie, comes con nosotros como siempre, llamaré a tu mamá y le diré que te quedes hasta que tu ropa este seca, te parece? –dijo rodeando lo por los hombros y abrazando lo, sin importar si se mojaba.

La señora Kim siempre fue tan amable.

Era un amor de mujer y siempre tenía una dulce sonrisa para todos.

Jin no pudo negarse y terminó subiéndose al coche con ella, estando en el asiento del copiloto sintió algo de vergüenza.

Estaba dejando todo sucio.

Cuando llegaron a la casa de los Kim, Jin se sintió pequeño e intimidado, rezando por no que no estuviera Namjoon en ella.

Pero el pensamiento de no verlo también le dolía...

Solo no quería sentirse culpable de ser lo que era.

Yo no queria...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora