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Día 4: La casa del dolor 2/3

La casa de la familia Kim era acogedora, era de las típicas que tenían muchas fotos de la familia y decoraciones por todos lados, pero nada muy cargado, todo estaba medido a la perfección.

Sentado en el sofá de la sala, vestido con la ropa del Moreno que su madre le entregó, mientras la suya daba vueltas dentro de la lavadora, desde ahí podía escuchar a la señora Kim tararear mientras cocinaba algo para que cogiera calor.

Siempre tan amable y gentil.

Sonrió sin darse cuenta acariciando la funda del sofá, aquella textura suave le hacía viajar a las tardes de películas que hacia cuando no había deberes, las veces que se quedó durmiendo ahí por que había hecho una pijamada.

Namjoon siempre se ponía en el suelo para no se sintiera incómodo.

Namjoon...

Un suspiro escapo entre sus labios sin poder evitar sentir su corazón apretarse, oculto sus rodillas y piernas bajo la gran camisa del moreno, era como dos veces él y podía esconderse perfectamente en su interior.

Como si fuera una tortuga.

Cayó de sus pensamientos cuando escucho la puerta cerrarse y los pasos mojados de una persona, el sacudir de un paraguas y el ruido seco de una bachiller siendo tirada al suelo, su sangre se congeló al ver aquellos ojos marrones mirar en su dirección.

Namjoon estaba en casa.

—¿Qué haces tú aquí...? -dijo Namjoon confundido, sacudiendo su pelo mojado y acercándose hacia su posición.

—Yo... –dijo Jin levantándose sin saber por qué, sentían un gran miedo por la presencia del moreno.

No sabía si era por la tensión entre ellos.

Por que Namjoon lo superaba en fuerza

O por que la mirada y aura que tenía no eran para nada amigables...

—¡Oh Namjonie! –dijo la señora Kim saliendo de la cocina, vestida con un delantero rosa pastel y una dulce sonrisa– Cuando fui a por los papeles del médico vi a Jinnie bajo la lluvia, así que lo invite a casa que hace mucho que no viene por estar enfermo.

Enfermo...

Eso le dijo a su madre, que estaba enfermo...

Namjoon dijo que Jin estaba enfermo.

¿Eso era lo que pensaba de él...?

Jin bajo la mirada dolido, sintiéndose atacado por aquellos pensamientos, no quería creerlo, pero tal vez era verdad.

—Bueno, tengo que ir a por unos ingredientes a donde la tía, vigila la olla –dijo la mujer mirando a los jóvenes con una sonrisa, mientras se quitaba el delantero y se ponía la chaqueta, agarrando su paraguas azul– Oh, Namjoon lleva a Jinnie a tu habitación y dale unos pantalones para él, intente buscar, pero no encontraba.

—Si mamá –dijo Namjoon dedicándole una mirada y asistiendo cansado.

La señora Kim sonrió y después miro hacia Jin.

—Siéntete como en tu casa Jinnie, Ponte cómodo, Namjoon cuidara de ti –dijo por última vez dedicándole una sonrisa y después salir.

Dejando a los dos jóvenes en un silenció incómodo.

Jin intentaba no mirar directo al moreno, se sentía incómodo hacer lo y también tenía miedo de hacerlo, algo en su pecho le decía que nada bueno pasaría.

—Ven, te daré unos pantalones para que te puedas vestir –dijo Namjoon como si nada, dándose la vuelta y caminar hacia las escaleras sin esperar al otro.

Tardo en procesar, pero después casi corriendo siguió al moreno como un perrito faldero, sintiendo vergüenza también por solo llevar una camisa puesta.

Y más la del moreno.

Confiado en el hilo de la que pendía su amistad con Namjoon, sintiéndose feliz por que el tono que usó era tranquilo y sin agresividad, eso aumentó sus esperanzas de que todo volviera a ser lo que era antes.

Una amistad sin dolor.

Llegaron a la habitación de Kim, estaba algo desordenada, pero nada que sorprendiera a Jin, conocía bien los ámbitos del otro y sabía que no era mucho de tener todo en orden, era de los típicos que tenían un orden en su desorden.

Entro siguiendo los pasos del más alto, quien todo el rato le estaba dando la espalda, algo que Jin agradecía, pero a la vez se entristeció.

Quería mirar lo sin miedo.

Estar en una habitación juntos y no sentirse incómodos.

—Aquí están, toma -dijo Namjoon de golpe, lanzándole sus pantalones y este los atrapó rapidamente.

Jin solo lo miro unos segundos dudoso de si hablarle o no,  mirando hacia la prenda en sus manos y después de nuevo al moreno, encontrándolo con la ceja levantada esperando algo de él.

—Gr-gracias–fue lo único que pudo decir Jin sin temblar en el intentó.

Para acto seguido correr a cambiarse al baño personal en la habitación del moreno, siendo seguido por la mirada de este, quien al final le dedicó una mirada de asco.

Jin no sabía donde se había metido...

Y menos lo que le esperaba cuando saliera de ese baño.

Yo no queria...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora