Capítulo 24

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La pelinegra había decidido tomarse su nuevo trabajo en serio, por lo que cuando algún aldeano le informaba sobre un herido, ella iba a socorrerlo, era algo que disfrutaba hacer, le gustaba ayudar a los demás siempre que estuviera en sus manos hacerlo, y ahora aún más, porque se sentía en el deber de proteger a todas las personas de dicho país.

Ya no importaban las razones por las que un día tuvo que huir de este país en el cual nació, ahora este era un nuevo destino que le ponía por delante la vida, y ella lo enfrentaría con todo su valor.

No se limitó a permanecer en el santuario, de algún modo sentía que ese no era el lugar adecuado para ella, que siempre había vivido de forma más sencilla, sin necesidad de tantos cuidadores. Por lo que a menudo se escabullía de allí para tener momentos a solas.

El recibido mensaje de parte del azabache, le había proporcionado una especie de confort porque de alguna manera podía sentir su apoyo aun en la lejanía.

Dudó que al devolverle el mensaje, él se tomara la molestia de llegar hasta su encuentro, pero aun así lo envió, recordando que él tuvo la intensión de acompañarla cuando ella pretendía llegar sola hasta este mismo lugar.

Después de mucho pensar en el reciente encuentro con Neji, solo pudo llegar a la conclusión de que; estaba siendo controlado por Naraku de alguna manera. Se recriminó por no haber caído en cuenta antes y no haber buscado en el cuerpo de Neji una pista sobre el control que pudiera estar efectuando su malvado hermano sobre él.

Teniendo en cuenta los hechos anteriores, ella podría jurar que Naraku había mirado sus recuerdos y de esa forma aprendió todo lo que ella había investigado sobre sellos y desde luego, eso también incluía lo que había aprendido sobre el sello del clan Hyüga, si eso era cierto, debía buscar la forma de recuperar a Neji cuanto antes. Y lo quisiera o no, no podría hacerlo todo sola.

Para su sorpresa, pocos días después pudo reconocer el chakra de Sasuke acercándose entre los árboles. No había pasado mucho tiempo desde la última vez que se vieron, pero si habían pasado demasiados acontecimientos, que la pelinegra no pudo evitar apresurarse a su encuentro y obtener del azabache la calidez que había experimentado en el recuerdo de su abrazo con él. No era común en ella mostrarse de esa manera, pero se lo permitió por una vez, porque realmente lo necesitaba.

El azabache fue tomado por sorpresa, ya que lo menos que esperaba era que Kikyo se lanzara hacia él, en medio de miradas curiosas que presenciaban la escena. Aunque según su criterio eso era lo menos importante, cuando pudo percibir los sollozos por parte de la mujer que se escondía entre su pecho.

No supo que decir, y también dudaba que cualquier cosa que pudiera expresar sirviera para algo. En cambio decidió que lo mejor era darle un poco de privacidad a la pelinegra para que pudiera contarle que rayos estaba ocurriendo. Pero no fue necesario porque la pelinegra cambio radicalmente su postura en pocos segundos.

Kikyo se recuperó sabiendo que no era correcto mostrar debilidad frente a las personas a su alrededor, así que se secó las lágrimas con discreción, para luego volver su vista hacia Sasuke que estaba frente a ella, observándola con detenimiento.

Había logrado preocuparlo, y él empezaba a pensar que el Hyüga estaba implicado en los problemas que ahora acongojaban a la sacerdotisa.

— Te agradezco que vinieras — La pelinegra fue la primera en hablar — Acompáñame, por favor — indicó al azabache, el cual la siguió sin mediar palabra.

La pelinegra se dirigió hacia el santuario. Les comunicó a sus ayudantes que Sasuke era alguien de confianza por lo que no tenían que preocuparse por su presencia.

Teniendo en cuenta que Sasuke era bien conocido en todo el mundo Ninja, aunque no del todo por haber realizado buenas acciones.

Por la expresión de este, Kikyo aseguraba que le importaba más bien poco, lo que las personas pensaran.

Cadenas de Herencia |Neji y KikyōDonde viven las historias. Descúbrelo ahora