Aquella mañana Hicca despertó por un estruendo en su techo, solo sintió como su casa temblaba por breves momentos y un poco de polvo caía encima suyo. Cuando recuperó la consciencia se dió cuenta de que Chimuelo no estaba ni en su cama ni a lado de ella, por lo que fue fácil deducir al culpable de aquel caos.
Bajó por las escaleras pidiendo paciencia para no cometer un asesinato y salió de su casa apreciando a un Berk primaveral por un breve momento antes de ir a un costado y encontrándose a su pareja dragón encima del techo y dando saltos como si fuese una pequeña cría.
"Deja vu" pensó divertida.
-¿Qué acaso el alfa no puede comportarse según su edad?- preguntó burlona.
-¿Y no la jefa debería haber despertado una vez saliera el sol?- le devolvió la broma y sonrió chimuelo al ver la escuchar la pequeña risilla de su amada.
Chimuelo bajó rápidamente del techo y se acercó a su jinete para recibir una caricia en su cabeza y ronroneando con gusto ante la acción.
-¿Y qué se supone que debemos hacer hoy?- preguntó Chimuelo tomando su forma humana para poder tomar la mano de Hicca.
-¿El alfa no tiene ninguna sugerencia?
-¿La co-alfa no tiene ninguna sugerencia?
Ambos se intercambiaron miradas por unos breves segundos antes de suspirar y golpear sus frentes de forma sincronizada. Estaban realmente en problemas si todavía no aprendían a ser verdaderos líderes después de nueve meses sin depender de las otras personas o dragones para tomar sus propias decisiones.
Y pronto.
La pareja decidió finalmente pasear por Berk tratando de ver si la gente o los dragones necesitaban ayuda de cualquier tipo. Se sentían un poco incómodos cuando los saludaban con sus nuevos títulos oficiales y ellos solo podían responder con sonrisas entre incómodas y nerviosas al no estar todavía acostumbrados ante toda la nueva atención, otra vez, y que ahora ellos dependían completamente de ambos.
Llegaron al Gran Salón donde fueron recibidos por más saludos haciendo que traguen en seco y avanzaron hasta su mesa; que ahora al ser ambos jefes se sentaron en la mesa donde eran el centro de atención.
Para su salvación el desayuno no fue tan incómoda, ya que Astrid y Eret se unieron a su desayuno creando pláticas amenas para poder calmarlos . Aunque Hicca no era para nada estúpida, ella notaba la pequeña tensión que había entre los recién llegados.
-Y dime, ¿qué hay entre tú y Eret?- preguntó yendo directamente al grano y no pudo evitar soltar una carcajada ante la reacción de su mejor amiga; quien terminó escupiendo la bebida al no esperarse la pregunta.
-¿Q-Qué hay de qué?- pudo decir apenas se recuperó.
-Ay, vamos, no te hagas. Desde lo de Drago Manodura los he notado algo...- pensó muy bien en sus palabras.- Cercanos.
-Creo que respirar el gas de los Cremallerus de tu espada te está afectando, porque tus ojos y mente te están engañando.- contraatacó.
-Y yo creo que tengo la razón.
Ambas no se echaban para atrás y parecía ser que un aura oscura las estaba rodeando sin borrar las sonrisas de sus rostros, como dando una especie de amenaza para la pobre alma que se atreviera a interrumpir su conversación sería mandada directamente y sin escalas al Valhalla.
-¿Y a esas dos qué les pasa?- Eret le preguntó en un susurro a Chimuelo; ya para ese punto él estaba acostumbrado ahora a convivir con los dragones y tenía el conocimiento de sus formas humanas.
-Créeme, te lo digo por experiencia. Si quieres permanecer con vida, jamás interrumpas una conversación de esas dos.- dijo Chimuelo con un escalofrío recordando eventos para nada agradables que había pasado al interrumpirlas en una de sus peleas.
Su desayuno continuó de forma tranquila hasta que las puertas del Gran Salón se abrieron de forma abrupta revelando a Patapez corriendo a toda velocidad hacia donde estaban los líderes y la pareja se levantó de sus asientos temiendo que algo malo había sucedido.
-Patapez, ¿qué sucede?- preguntó Hicca una vez que su amigo se había acercado a su mesa.
-Yo-Yo...- dijo tratando de recuperar el aliento.- Isla. Rocas. Plantas bonitas. Muy bonitas.
-¡Patapez!- le regañó Chimuelo perdiendo la poca paciencia.
-¡Cierto!- inhaló profundo.- ¡Ustedes dos tienen que venir conmigo! ¡Es urgente! ¡No tenemos que perderlo!
Hicca y Chimuelo junto a los presentes se quedaron confundidos al no entender realmente lo que trataba de decir Patapez.
-¿Perder qué?- cuestionó Eret.
Y ahí fue cuando Albóndiga llegó en su forma humana para respaldar a su jinete.
-Hicca, Chimuelo. Lo encontramos.
Los corazones de ambos se detuvieron por una milésima de segundo al procesar las últimas palabras de la Gronckle.
-Encontramos a otro Furia Nocturna.
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The Moon's Miracle
FanfictionBerk había vuelto a ganar, pero el precio a pagar fue la vida de un jefe y la sucesión de los tronos por parte de la Entrenadora de Dragones y su Furia Nocturna. Pero antes de que puedan procesar el duelo del todo, ¿quién es ese misterioso dragón qu...