II

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La sala se había convertido en un lugar completamente silencioso. Si ponías atención podías escuchar al gallo cantar desde la colina más lejana que se encontrara en Berk.

Las palabras de Albóndiga habían resonado por toda el lugar como si hubiera hecho eco y todos apenas estaban procesando la información.

Chimuelo fue quien rompió el silencio acercándose a Patapez como si fuese un rayo y lo tomó del cuello de la camisa para levantarlo un poco del suelo y que éste chille por el susto para luego salir del lugar bajo la mirada atenta de todos los chismosos. Eso hizo reaccionar a Hicca, quien también corrió tratando de que no mate a su amigo siendo seguida por Eret y Astrid.

-Repite eso.- amenazó.

-¡Chimuelo!- Hicca tomó su brazo esperando que lo soltara.

-¡Que lo repitas!

-¡Para!- Hicca logró separar su brazo y Patapez aterrizó de forma segura al suelo; de pie y chillando tantito por la ira del alfa.

-¡Oye, más respeto!- le regañó Albóndiga saliendo en defensa de su jinete.

-Calma, todos.- Hicca alzó ligeramente la voz enseñando sus ojos reptilianos para que nadie la interrumpa.- Patapez, habla.

-Claro.- tosió un poco dejando un poco del miedo atrás.- Albóndiga y yo estábamos dando un paseo por la Isla Marea Púrpura. Ya sabes, dando nuestro paseo rutinario; donde encontramos ésta hermosa flor silvestre que tiene el detalle de que sus pétalos son-

-¡Patapez!- interrumpieron Astrid e Hicca al mismo tiempo.

-Perdón.- dió un pequeño brinco. Definitivamente no deberías colocarte en el lado equivocado de las mujeres más temibles de toda Berk.- A lo que iba, es que cuando estábamos recogiendo las flores nos dimos cuenta de unas huellas extrañamente familiares. Y cuando voltee hacia arriba ahí lo ví.- hizo una seña de manos para hacer del relato algo más fantástico y misterioso.- Un Furia Nocturna.

Las chicas se quedaron viéndose curiosas entre ellas, a la vez que Eret y Chimuelo intercambiaron miradas escépticas.

-Patapez, creo que esa flor de la que hablas te afectó tantito el uso de la razón. Yo soy el único Furia Nocturna.- habló Chimuelo sin cambiar su tono de voz.

-Hemos buscado por tanto tiempo.- mencionó Hicca.- ¿Y te tengo que recordar la trampa que nos tendieron Mildew y los Marginados?- preguntó cruzándose de brazos.

-Oh, jojojo, Hicca, Hicca, Hicca.- rió como si hubiera descubierto la octava maravilla del mundo y estaba orgulloso de ello.- Estoy bastante seguro de que hay otro Furia Nocturna por ahí.

-¿Y por qué estás tan seguro de eso?- ahora fue Eret.- Llevo tantos años en ésta vida de trampero, y el alfa aquí presente es el primer Furia Nocturna que me encuentro. Al menos vivo.- eso último lo terminó murmurando más para sí mismo.

-Porque yo conozco bien a Chimuelo.- respondió Albóndiga.

-¿Están seguros? Pudo haber sido él en uno de sus vuelos matutinos.- aportó Astrid.

-Ahí es cuando entra la diferencia.- dijo Albóndiga dejándolos confundidos.- No había jinete en su espalda o una silla de montar. Aparte que alcancé a ver sus ojos. Eran de color violeta.

Hicca y Chimuelo se congelaron en su lugar y abrieron sus ojos como platos. Astrid fue quien detuvo a Hicca justo a tiempo antes de que se cayera para atrás por la sorpresa, pero Chimuelo no tuvo tanta suerte y si terminó cayendo; aunque debido a la nueva información se le hizo difícil procesar el golpe en primer lugar.

-Eso es...

-Tú me dijiste que tu manada...- ninguno podía terminar sus frases de tan sorprendidos que estaban.

-Patapez, ¿están realmente seguros?- volvió a preguntar Astrid solo para confirmar; y por el bien de la sanidad de sus jefes.

-Te digo que es cierto. Cuando nos dimos cuenta e intentamos ir hacia él, o ella, ya era demasiado tarde porque lo habíamos perdido de vista al igual que su rastro. Realmente son unos dragones escurridizos y bastante ágiles.

Eret asintió con la cabeza y ayudó a Chimuelo para que volviera a apoyarse sobre sus pies.

-Espera, espera.- dijo volviendo a duras penas a la realidad.- Si lo que dices es realmente cierto. ¿Eso significa que ya no soy el último?- preguntó con cierto tono de incredulidad, pero Hicca reconoció la pequeña chispa de esperanza que se había iluminado en su corazón.

-Eso es lo que creemos.

Astrid volteó a ver a Hicca, con una pequeña sonrisa traviesa al reconocer la mirada infantil que tenía en ese momento cuando una idea se le cruzaba por la cabeza y ya era imposible quitársela.

-Entonces ya sabemos que es lo que haremos.- dijo decidida.

-Te recuerdo, jefa, que usted no puede dejar sus labores oficiales por una aventura. Ni usted tampoco alfa- Eret mencionó de forma burlona molestando a los jefes.- ¿Quién se hará cargo de Berk si ustedes no están?

-Puede que tenga a la persona correcta.- respondió Hicca con una sonrisa ladina.- Además, él fue la mano derecha de mi papá, así que no debe de ser tan malo.

-¿Te recuerdo lo que pasó cuando aportaste esa idea por primera vez?- Astrid le recordó y aguantó una pequeña carcajada al ver el rostro de su mejor amiga cambiar a uno de fastidio.- Aparte, creo que ya bastante tiene con que ustedes traigan dragones para que vivan aquí.

-Yo creo que debemos ir.- Chimuelo tomó el hombro de Hicca.- Si es verdad lo que dicen, entonces tenemos que investigar de inmediato. Último Furia Nocturna o no, es el deber de un alfa proteger a los suyos.

Hicca sonrió ante aquellas palabras y miró a su grupo con una mirada firme, pero a la vez que prometía diversión.

-De acuerdo, pandilla.- cómo se sentía bien volver a decir esas palabras después de tanto tiempo.- Es hora de investigar. Pero recuerden, solo iremos nosotros junto a nuestros dragones. No se lo digan a nadie más.

Los presentes asintieron con la cabeza y se fueron para alistarse para la nueva aventura.

The Moon's MiracleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora