Capítulo III

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Toda acción tiene su reacción, sea igual u opuesta.
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No sé cómo interactuar con otras personas. Soy malo conversando mientras mantengo el contacto visual. Soy muy malo expresando mis enormes sentimientos. No recuerdo el día en el que me volví tan vulnerable frente a la multitud pero lo que sí sé con certeza es que necesitaba socializar con mi entorno por mucho que me gustara mi soledad.

El hambre invadió mi estómago. Quería sacar el bocadillo de chorizo que tenía en mi mochila aunque sabía que no merecía la pena sacarlo, apenas quedaba tiempo para preparar los materiales de la próxima asignatura. En ese momento, recordé que aparte de tener el bocadillo también tenía una de las magdalenas que mi madre hizo esta mañana. Antes de salir de casa resulta que me había convencido a mí mismo de guardar una por si necesitaba picar algo rápido. Así que sin perder tiempo me acerqué a mi mochila buscándola.

Una decepción total.

La magdalena no estaba por ningún lado. Seguía buscando de un lado para otro sin perder la esperanza pero no había ni rastro de ella.
¿Y si no la había guardado? ¿Solo era un pensamiento? No, eso era imposible. Incluso juraría haberme tomado la molestia de meterlo dentro de un recipiente de plástico para que no se estropeara. Seguía en mi mochila pero el problema era que estaba vacío. ¿Tal vez metí solo el recipiente en la mochila? Esa fue la siguiente pregunta que se me vino a la mente pero la descarte segundos después al ver que todavía contenía migas en su interior.

Volví a guardarlo en mi mochila.

Al final me estaba quedando sin interrogantes ni tiempo así que lo deje estar. Tumbe mi cabeza encima de la mesa moviéndola hacia la ventana. La ventana me pone muy contento salvo cuando mi mente se concentraban en unas paredes destrozadas, goteando, me ponía triste, muy triste. Mis pensamientos fueron interrumpidos por un tacto leve en mi hombro. Era Clift que estaba escribiendo algo en un adhesivo dividido a la mitad.

- ¿Estás buscando tu magdalena? Si es así lo siento mucho. Tanya y yo no pudimos resistirnos al aroma de esa increíble delicia así decidimos comerla. Si no me equivoco creo que era de naranja, tenía ese toque a cítrico. ¿Verdad?

Me asusté. No me esperaba que se pusiera a hablar conmigo, no con esa excusa barata. Aparte de asustarme también me impresionó que acertara el sutil sabor de la naranja.

Asentí.

Para compensarlo te he dejado parte de mi desayuno que es un bizcocho casero hecho por mi, está debajo de la mesa. También te he dejado una nota con la receta e ingredientes por si resulta eres alérgico o algo parecido. Espero que te guste.

Después de estas palabras no podía enfadarme con él. Tomé la nota de sus brazos junto al bizcocho guardándolo en mi mochila. Probablemente me lo comería al llegar a casa o simplemente lo tiraría en una de las muchas papeleras que había en la salida. Ya lo pensaría más tarde. No era importante.

En la segunda parte del primer día de clase la mayoría del tiempo la dedicamos a repasar el funcionamiento y normativas del centro junto a la tutora. Muchos estudiantes vieron arruinada su tarde de diversión ya que nos obligó a estudiarnos cada una de estas normativas lo más rápido posible para no infringirlas. Le eche un vistazo rápido a la sección de sanciones. Había sanciones para todo tipo de causas pero las más común eran el aviso a los padres mediante un documento, o lo mismo, un trozo de papel en el que escribían el motivo de la comunicación. Aunque también en los casos extremos como podría ser crear un mal ámbito social en él aula requería la expulsión inmediata del responsable.

- La lápida de folio que tienen sobre la mesa la quiero estudiada para antes del fin de este mismo mes. Si tienen alguna duda, escríbanme en mi correo público que se encuentra directamente agregado en el teléfono que se os ha proporcionado.

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