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Quackity aún no podía procesar que Wilbur estuviera frente a él, es decir, cada uno eligió su propio camino a seguir y la manera en como terminaron no había sido la mejor, todo había pasado muy rápido y sus ideas para el futuro chocaban entre si, Wilbur quería vivir de la música y viajar por el mundo, Quackity solo quería vivir una vida tranquila y eso lo había llevado a discutir, gritarse cosas que los había lastimado mutuamente y simplemente después de eso, desaparecer de la vida del otro.

—Veo que estás bien, Wilbur— respondió Quackity de manera corta, no tenía ganas de ver otra vez a aquel chico

—¿Y al parece tu también?— preguntó el castaño con una ligera sonrisa —Y hasta un niño tienes, ¿Cómo se llama?—

Quackity suspiro contando internamente para no mandarlo al diablo

—Eso no es asunto tuyo—

El ambiente se puso tenso de repente, Wilbur sin sorprenderse si quiera por la hostilidad del azabache y el anciano y Merlon un tanto incómodos por aquel encuentro

—Los helados están listos!— comentó el encargado de la tienda tratando de cortar aquel ambiente

—Gracias Don Luis, quédese con el cambio— Quackity tomó el helado, dejó un billete sobre el mostrador y se llevó de la mano a su niño sin decir nada más

Wilbur se quedó en el local aún sonriendo, no esperaba ver a su Quackity una vez más, pero ahora las cosas eran distintas y quería volver a intentar ser feliz con el chico, después de todo, habían tenido su historia y no sé rendiría hasta tener una nueva oportunidad con él.

Por su parte, el patito una vez se encontró lejos del local paró y volteó a ver a Merlon quien aún iba confundido y algo temeroso de preguntarle a su papá algo ya que nunca lo había visto de esa manera

—perdoname mijo, no quise ser tan tosco, ¿Aún quieres tu helado?— preguntó agachándose a la altura del pequeño el cual asintió —ese tipo era alguien especial para mí, pero simplemente el destino no nos quiso juntos y ya, pero gracias a eso pude conocerte, no le tomes mucha importancia ¿Si?—

Merlon asintió una vez más tomando en silencio su helado, pensando en las palabras de su padre.
Aquel hombre no se veía como una mala persona pero si a su papá Quacks no le agradaba, entonces a él tampoco

—Papá, ¿Aquí también tenías amigos?— el niño preguntó para tratar de distraer al mayor

Y funcionó pues el azabache sonrió y se puso de pie

—Claro que si, justo íbamos a ir a visitarlos, ¿Quieres conocerlos, mi niño?—

—¡Si!—

Y sin más decir se encaminaron a casa de aquellos amigos de los cuales el pato hablaba.
Tuvieron que caminar por un rato a pedido del niño ya que había quedado encantado con las calles, estas eran tranquilas y habían árboles por las aceras que le daban un toque más pacífico, a Quackity no se le hizo problema ya que de esa manera terminaría de familiarizarse con el lugar y volver a acordarse dónde quedaba cada lugar. Cuando llegaron el pequeño pidió tocar el timbre cosa que le fue accedida y esperaron pacientemente a que les abrieran.
Quien abrió la puerta fue un chico de pelo castaño claro y rizado con una linda sonrisa

—¡Quackity! Y tú debes ser el pequeño Merlon, adelante, pasen, pasen— el chico se hizo a un lado dejando a los recién llegados entrar —¡Sap, ven, ya están aquí!— llamó en tono alegre el chico, Merlon tenía curiosidad por saber quién era.
De la cocina salió un joven de pelo negro y aquellas orejitas sobre su cabeza llamaron por completo la atención del niño

—Hey, Quackity y el pequeño...— miró a Karl esperando una ayuda el cual susurró el nombre del pequeño tratando de disimular —¡Merlon, si, claro, el pequeño Merlon!, Siéntase como en casa chicos— concluyó con una ligera sonrisa

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⏰ Última actualización: Nov 10, 2023 ⏰

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