Eight.

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Quackity estaba exhausto.

La temporada de invierno se aproximaba y eso significaba más trabajo para su reino, pues reclutaba a un grupo de personas para llevar a los reinos que solicitaban de su nevada, congelar ríos e incluso escarchar cosas.

Ahí se encontraba, frente a los pinos más grandes que juraba nunca haber visto. Sonrió y con su índice apuntó hacia el cielo, dejando escapar un pequeño copo que terminó por expandirse hasta explotar, dejando escapar copos más pequeños para poder cubrir las puntas de los pinos.

¿Su trabajo le encantaba? Sin duda alguna.

Podía sentir la ventisca golpear su rostro; una sensación familiar pero gratificante.

Estaba por marcharse a buscar a su gente cuando sintió pasos acelerados acercarse, como si corrieran a su dirección.

Extrañado miró para ver de qué se trataba y su cuerpo se tensó al saber que era un oso pardo que no tenía intenciones de detenerse.

No tenía salida, era más rápido el animal, así que retrocedió disparando picos de hielo hacia él, terminando por fallar pues el oso a pesar de ser grande, tenía buenos reflejos.

Su trasero finalmente cayó en la fría nieve, el oso estaba arriba suyo y soltó un rugido que hasta juraba había echo tirar nieve de los pinos, tragó saliva y cerró los ojos esperando su destino.

Hasta que escuchó una carcajada resonar muy alto.

Abrió los ojos confundido, encontrándose con un chico de rubio pelo y orejitas de oso riéndose donde se supone que el animal debería estar.

—¡Debiste ver tu cara, tío! ¡Fue la hostia!

Ademas de tener un sonrojo en su cara por su cobardía, estaba completamente molesto, a lo que golpeó al chico en el hombro y lo apartó, este soltó un quejido.

—¡Eres un hijo de tu puta madre! ¡Pude haber muerto de un infarto!

Eso hizo reír nuevamente al rubio, a lo que Quackity simplemente rodó los ojos.

—Ya, ya, lo siento, como no fuí a tu coronación y supe que estarías aquí quise darte una bienvenida. Soy Rubius, príncipe de reino de los Grizzly y las montañas.

Parpadeó perplejo, ¿Él era aquel intimidante oso que segundos atrás quería atacarlo?

—Uhm, soy Quackity, príncipe del reino de hielo.

Rubius asintió.

—Claro que te conozco, Quackity, tu reino se encarga de que nuestra hibernación se lleve a cabo, de echo ese fue un motivo por el cual no pude ir.

Mencionó apenado Rubius, como la hibernación se aproximaba, terminaba quedándose dormido seguidamente.

Quackity sonrió.

—No hay problema, Rubius, de todas formas no te perdiste de mucho.

Rubius pensaba lo contrario, le comentaron que Vegeta estaba ahí, le hacía mucha ilusión verlo nuevamente.

—Qué va, de todas formas, no será la última vez que nos veamos. ¿Has terminado ya? Ven, te enseño una caminata por el lugar.

Quackity asintió, contento haber conocido a alguien más de los príncipes.

Pero claro, aún no se olvidaría de aquel chico de ojos rubíes, no lo había visto desde su coronación, esperaba verlo nuevamente.

—Por cierto, Rubius, estás desnudo.

Dijo y el chico no tardó en pegar un grito y volver a su forma animal nuevamente, cosa que hizo reír al azabache.

Sin dudas, iban a llevarse bien.

El Príncipe De Fuego Y El Príncipe De Hielo. [Luckity M-Preg]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora