Capítulo 2

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Me llamo Léa, que suena como Lia, mi nombre es de origen francés al igual que mi apellido, Leclair. Nací en Francia un dos de abril de 1980. Soy mestiza, mi madre es muggle y mi padre es mago.

Si pudiera definirme diría que la palabra mito es la ideal. Toda mi vida se ha basado en ellos gracias a que mi madre se ha encargado de contarme muchos de ellos.

Vivo en Londres y cada noche de mi infancia mi madre me contó algunos de sus mitos favoritos como el del hilo rojo o el de las mariposas. Todos me gustaban pero había uno en especial que siempre me llamó la atención y acepto que a día de hoy lo siguen haciendo, el de Apolo y Dafne.

Creo que es mi favorito a pesar de su trágico y divino final. Me encanta escuchar como Eros cobró venganza disparando una flecha de oro y otra de plomo a los protagonistas, admito que fue ingenioso. No hay peor castigo que un amor correspondido transformado en uno no correspondido por estúpidos errores que cometemos a diario como una simple burla o una simple herida.

De pequeña lloraba al escuchar como Dafne había pasado a ser un árbol y como aún así Apolo jamás la dejó sola y siempre la amó con intensidad, sin embargo jamás podrían estar realmente juntos ya que le decisión de Dafne ya había sido tomada.

Poco a poco deje de tomarme tan encerio el inicio, desarrollo y final de la historia y solo la vi como lo que es, un mito. Hasta que hoy aquí sentada en el compartimiento del expreso del tren que nos lleva a Hogwarts Ginny Weasley está llorando después de haberle relatado la historia así como mi madre me la contaba a mí y me di cuenta de que a veces la historia podría tocar un punto sensible de las personas así como había tocado el mío años atrás.

—Pero no llores Ginny –pedí a la chica que dejara de derramar lágrimas con tanto dolor. —No es para tanto.

—Claro Léa —sollozó.

Limpié sus lágrimas lentamente con mis pulgares y di algunas palmadas en su hombro izquierdo esperando darle mi consuelo.

—Vamos. Es solo un mito —sonreí. —No es real Ginny y jamás lo será.

—Claro, lo que tú digas.

Dejó de llorar después de treinta minutos. Intenté calmarla y no pude hacerlo, el sueño fue quien ayudó a que dejara de derramar tristeza. Estaba segura de que aquella historia realmente era poderosa y no lo digo solo por el efecto que tuvo en Ginny, sino que siento algo fuerte al contarla como si contara mi propia historia y me doliera y entusiasmara contarla. Era raro.

Tardamos algunos minutos más en llegar al castillo, estábamos a punto de iniciar el sexto año y eso me asustaba, cada vez la oscuridad reinaba más dentro de las paredes del castillo y del mundo mágico.

Lord Voldemort había estado haciendo de las suyas en las vacaciones, lo cual me impidió muchas cosas como salir con amigos, hoy en día todo eso era peligroso y más para una chica como yo que era amiga y fiel seguidora de Harry Potter.

Sabía que este año no sería fácil, algo me hacía sentir profundamente que algo cambiaría en mi vida y no se si para bien o para mal, me asusta no saberlo porque no puedo hacer nada para evitarlo o adelantarlo, creo que mi mente a veces me traiciona con ese tipo de pensamientos y me pone un tanto paranoica, tantas historias metidas en mi cabeza que seguro comienzan a volverme loca.

—Despierta Leclair —el empujón de hombro me sacó de mi paranoia haciéndome regresar a mi triste y tenebrosa realidad en la que ahora Draco Malfoy estaba arruinando mi existencia —Estorbas.

—El único que estorba aquí eres tú —. Dejé mi maleta para que el señor Filch la examinara y confirmara que no llevaba nada dentro que causara peligro al mismo tiempo que él chico vestido de negro y con el ceño fruncido desaparecía con esa boca torcida por las rejas que llevaban a los carruajes.

—¡Léa!

Harry y Luna estaban detrás de mi, los había visto antes a ambos en el tren, a Luna le recibí con gusto uno de los periódicos que llevaba en brazos, todo lo que había leído en el transcurso del viaje me pareció fascinante. Y a Harry lo ví saliendo de su compartimiento varias veces, una de ellas bastante sospechosa pero la verdad es que tampoco me importa mucho.

—Hola, creí que era la última —me referí a que según yo había sido la última en bajar del tren, ya veo que no.

—El estúpido de Malfoy hizo de las suyas y me dejó petrificado un vagón con la nariz rota —se tocó el puente de la nariz que si te fijabas bien entre la luz de la luna y la del castillo se veía rojo y morado. —Por suerte Luna logro repararla.

Oh vaya, de verdad que Malfoy no tenía límites, ¿Realmente pensaba dejar a Harry ahí?

—Los espero en el carruaje así me cuentan que hicieron en sus vacaciones chicos —ambos asintieron así que entré por la misma reja por la que había pasado Malfoy minutos antes, por suerte el ya no estaba ahí, de lo contrario estaba convencida de quién le rompería la nariz a él está vez seria yo.

Los chicos tardaron poco en alcanzarme y así los tres subimos al carruaje. Luna platicó de como su padre había descubierto nuevos secretos sobre algunas criaturas mágicas y Harry solo nos relató algunos de los encuentros que había ya tenido con Dumbledore, nos contó de un nuevo profesor perteneciente a la casa de Slytherin y especializado en defensa contra las artes oscuras que entraría al colegio ese año. Yo me límite a escuchar ya que realmente en mis vacaciones no había sucedido nada interesante, no hasta que mi madre se volvió loca diciendo que ir a Hogwarts ese año sería mala idea para mí y que sería mejor dejar pasar un año sabático cómo dirían los muggles.

Pronto llegamos al castillo y corrimos al gran comedor, seguro Dumbledore ya había comenzado el banquete, y para nuestra suerte tuvimos razón, logramos ahorrarnos un discurso que seguro no ayudaría mucho.

—¡Harry! ¡Léa!

—¿En dónde estaban? —el tono de preocupación en la voz de Hermione fue realmente notorio —Estaba preocupada por ustedes.

—Y yo también.

Ginny nos miró a ambos distintas veces hasta notar la nariz de Harry que aún sacaba sangre.

—¿Por qué sangras Harry? —Ginny realmente preocupada no preguntó y decidió limpiar la herida de Harry con su servilleta.

Me pareció lindo el gesto de la chica y sonreí cuando Harry me miró ruborizado. Sabía que estaba comenzando a sentir algo por ella y no necesitaba que él me lo dijera, solo con ver cómo la mira es más que suficiente.

Sentí detrás de mi algo extraño, como una capa que me oprimía la espalda, giré la cabeza y de reojo sentí una mirada así que intenté hacerlo lo más tranquila y disimuladamente posible. Cuando termine de girarme esos ojos grises me abrazaron con una intensidad gigante.

No la evité, al contrario, la sostuve y pude sentir algo extraño por aquellos segundos, algo raro, no se cómo describirlo. Simplemente sentí que no estaba algo bien entre aquello. Intenté ver más haya de lo normal pero él sabía oclumancia y legeremancia así que me fue imposible implementar aquello. Creo que se dió cuenta porque sentí un intenso chispazo en la sien, me parece que intentó lo mismo cómo respuesta a mi intento.

Apreté los labios al ver que no dejaba de mirarme, esto parecía más un juego de miradas, solo que no era divertido.

Alguien pasó frente a mi y me hizo pestañear varias veces hasta darme cuenta de que ya no había nadie ¿A dónde había ido?

Mire a todos lados y nada, no encontré nada. Quise saber de qué se trataba aquella mirada intensa pero no pude hacerlo así que me quedé con la duda durante el resto de la noche y algunos días más.

Apolo y Dafne [DRACO MALFOY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora