Capítulo 6

3 1 0
                                    

Mierda.

Cada vez escuchaba más cerca sus pasos, si me veía perdería la oportunidad que se me acababa de presentar.

Me hice pequeña en una de las esquinas del lugar y esperé a que mi suerte y la oscuridad me ayudaran a no ser descubierta.

Lo ví frente a mi un poco a lo lejos, venía hacia mí, o bueno, no exactamente hacia mí pero si en mi dirección.

Aguanté la respiración y cerré los ojos como una niña asustada. Cuando los abrí me di cuenta de que había pasado por delante. Ahora sí tendría que ir con cautela.

Me levanté y comencé a caminar con mucho cuidado mirando por dónde pisaba ya que la luz no ayudaba mucho.

Vamos Léa, no hagas ruido.

Lo ví doblar la esquina y eso mismo hice yo. Cada vez él iba más rápido y yo por no perderlo deje de cuidar mis pasos.

Aceleré cada vez más hasta que llegó a una enorme pared, no había más camino, solo esa pared.

¿Qué hacía frente a una pared?

Poco después algo comenzó a moverse en las piedras de aquella pared. Él se giró y rápidamente me oculte detrás de un muro.

Cuando volví a mirar ya no había nada. Sentí un enorme coraje. ¿A dónde había ido?

Di un patadón contra el piso lleno de rabia y enojo. —¡Joder!

—¿Qué haces siguiendome Leclair? —una voz gruesa y masculina se escuchó detrás de mí.

Me petrifiqué al instante, deseé desaparecer ahí mismo pero no podía no dar la cara, había sido descubierta y tenía que enfrentarlo.

Solté un fuerte suspiro por la boca, alcé la cabeza y oculté toda señal de miedo que me amenazara.

Cuando di la vuelta lo ví entre las sombras mirándome esperando una respuesta a su pregunta.

—Pregunté algo —alzó la barbilla —¿O estás sorda?

—Yo no te seguía.

—Claro —soltó una carcajada.

—No tengo que darte explicaciones. Confórmate con saber que no te seguía.

Poco a poco su boca comenzaba a apretarse, su ceño se comenzó a fruncir y su postura se hizo más rígida al instante.

—Te juro que no lo voy a volver a preguntar Leclair.

—Y yo a ti te juro que no eres el centro del universo como para que yo te haya estado siguiendo —me levanté de puntitas por unos segundos para intimidarlo un poco —entérate que tengo mejores cosas que hacer que estar viendo tu asqueroso rostro.

¡Ding! ¡Ding! ¡Ding!

Había dado en algún punto débil porque sentí su energía comenzar a tensarse más que antes, comenzó a caminar más hacia mi. Retrocedí lentamente sintiéndome pequeña.

Choqué con la misma pared que se había movido antes y temí que en una de esas se abriera y me tragara.

—Te crees muy valiente ¿no?

—Por algo el sombrero seleccionador me puso en Gryffindor ¿No?

—Escuchame bien —me tomó del cuello. Quizá si se hubiera tratado de otro momento con otro contexto mis hormonas se hubieran disparado y hubieran ocasionado una enorme revolución en mi abdomen, sin embargo la única revolución que sentía yo ahora era la de salvar mi vida. —Deja de seguirme los pasos, te he visto. Sé que tú dijiste junto a Potter que yo le había dado el collar a Bell, que gracias a mi ella estaba grave y que intenté asesinar a Dumbledore.

—¿Y es mentira? —contraataqué.

—Deja de meterte en mi vida Leclair que lo único que causas en mi es repulsión.

—Como si quisiera que sintieras algo más por mi, creeme que el sentimiento es mutuo —. Me costaba respirar un poco, realmente estaba oprimiendo mi cuello y eso me aterraba, no conocía sus límites.

—Sueltame ahora o grito.

Se carcajeó y apretó más su agarre contra mi piel —aqui nadie te escucharía linda, solo yo.

—Ve y llama linda a tu madre.

Se quedó analizando cada detalle de mi rostro, recorrió todo rincón de mi piel, se detuvo en mis labios varios segundos y con su otra mano tomó uno de los mechones que se salían del peinado que llevaba.

No debí sentir aquello que sentí, un enorme espasmo en el abdomen bajo y un calor intenso en las mejillas. Intenté quitarlo rápidamente pero logré todo lo contrario.

—Si te vuelvo a ver cerca de mi te prometo que yo mismo te desaparezco.

—¿Me llevarás con los tuyos? —sabia que no era buena idea decir algo así pero no me importó, no iba a dejarme intimidar.

—¿Cómo?

—Los mortifagos —sonreí al encontrar otro punto débil —¿No era que tú eres uno de ellos?

Sentí un miedo enorme recorrerle cada rincón del cuerpo, ví las venas del brazo que aún me sostenía comenzar a brotar y su respiración agitada chocaba con mi rostro.

—¡No sabes nada! ¡Vete de aquí ya!

Por supuesto que me iría, pero no sin antes sacarle con tanto placer el dedo medio e irme sonriendo con ello.

Después de correr unos tantos pasillos pude por fin respirar, me sentí asfixiada, todavía sentía la mano del chico en mi cuello apretándome contra la pared.

Volví a reproducir su rostro cuando exclamé el tema de los mortifagos y su reacción me parece que dejó ver mucho más de lo que puede expresar con palabras.

Creo que me deja pensando aquel miedo en sus ojos, aquel paseo misterioso y aquella pared.

Tenía que descubrir que escondía esa pared y porque se movía, no era justo que él la conociera y yo no, creo que merezco ver detrás de ella, seguro esconde algo valioso o puede que peligroso.

Durante dos días estuve sintiendo aquella mano en mi cuello, al dormir tuve algunas pesadillas relacionadas con lo ocurrido. Pude sentir unas culpables mariposas revolotear en mi estómago al recordar cómo miró mis labios y tocó mi cabello, debería causarme repulsión pero no lo hace, simplemente no sucede.

Desde aquel encuentro no volví a verlo, como si se hubiera esfumado y no soy la única que lo notó. Harry quien le quería también seguir los pasos no lo logró ya que no lo encontró por ningún rincón o aula del castillo.

No podía esfumarse así, no después de aquello.

Apolo y Dafne [DRACO MALFOY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora