recuerdos

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—Ohh... lo lamento. —comentó Collette, borrando su sonrisa y su emoción. —No sabía...

—Está bien... —sentenció Chester.

Extrañamente, tras esas palabras, la mesa quedó en completo silencio. Todas se miraban de un lado a otro, buscando entablar una conversación rápidamente para cambiar la atmósfera después de lo que Chester había dicho. Sin embargo, ninguna quería ser el primera en romper ante el incómodo ambiente. Edgar simplemente suspiró en voz alta.

—Bueno, Collette y yo tenemos que irnos. —dijo Edgar, levantándose de su asiento y ayudando a su pareja a hacer lo mismo.

—Lo lamento. —se disculpó Collette una vez más, sintiéndose culpable por su pregunta.

—No hay problema, yo también debo irme. —comentó Chester en tono burlón, poniéndose de pie al igual que la pareja.

Collette intentó disculparse nuevamente, pero Edgar puso su mano en el brazo de Colette, indicándole que se detuviera.

«Realmente me conoces, Edga», pensó Collette, sintiendo cómo sus mejillas se calentaban ligeramente.

—Aahh... sí, gracias por venir. —Hablo de repente Gray, tratando de aliviar la incómoda atmósfera.

Chester asintió, sin dejar de sonreír. Dejó el dinero en la mesa y, sin decir más, salió del lugar con una mirada melancólica. Después de todo, aunque no quisiera admitirlo, sentía celos de sus amigos, porque ellos tenían una relación amorosa de color rosa, mientras que él... bueno, simplemente no sabía de qué color era su relación con su princesa Mandy.

Lola era muy afortunada de tener a Gray como novio, ¿por qué? Bueno, cada día recibía una flor diferente: girasoles, rosas, gardenias, tulipanes. No importaba cuál fuera, siempre venía acompañada de una carta de su amado Gray.

Y Lola también le daba regalos a Gray, regalos muy costosos, incluso demasiado costosos, que dejaban a cualquier pareja asombrada.

Colette no podría estar más feliz de tener a Edgar como novio. Él la entendía y tenía una paciencia infinita con todas sus tontas locuras. Y cada día, su pareja le dejaba un peluche de cualquier forma y tamaño, junto con una nota expresando sus sentimientos por ella. Edgar era un poco cobarde para expresarlo frente a todos, pero Colette apreciaba esos gestos llenos de amor.

Y otros compañeros recibían día tras día una caja de chocolates de parte de sus novias, acompañada de una nota llena de amor eterno.

¿Y Chester...? Bueno, él solo podía observar desde lejos, sin recibir nada de su novia. ¿Un beso? Bueno, solo recibía uno al día, y eso solo dentro de la casa, ya que a Mandy no le gustaba besar en público. Y, para ser honestos, era Chester quien siempre iniciaba el beso. Si no fuera por él, nunca habría un beso de parte de Mandy.

¿Un abrazo? Se preguntaba si Mandy siquiera sabía lo que era un abrazo.

¿Algún término cariñoso? ¡Claro, cómo no! Para Mandy, él solo era Chester, nada más. No era su amor, ni su bebé, ni su cajita de sorpresas. Simplemente era Chester.

A veces, solo a veces, Chester deseaba poder presumirle a sus amigos algo hermoso que su princesa Mandy hubiera hecho. Después de todo, a diferencia de los demás, él llevaba dos años junto a Mandy, dos años de relación, pero sabía que eso era imposible.

Tan absorto estaba en sus pensamientos que apenas se dio cuenta de que había llegado inconscientemente al departamento de su novia. Sí, era su departamento, aunque no vivieran juntos. La verdad era que Chester no podía afirmar que el lugar también fuera suyo. Sin decir ni pensar más, introdujo la llave en la cerradura y entró. Después de todo, una de las cosas que Chester siempre hacía por Mandy era prepararle la comida.

Dado que Mandy no tenía a su familia cerca, se volvió muy independiente y no necesitaba de los demás. Eran los demás los que la necesitaban. Además, se acostumbró a no comer comida saludable, solo de vez en cuando lo hacía, pero en su mayoría consumía pura chatarra. Incluso llegó a pensar en abrir una tienda de dulces. Esta rutina poco saludable provocó una grave infección que la llevó a ser internada en el hospital. Fue allí donde se conocieron. Él estaba muy herido cuando la conoció, y bueno, una cosa llevó a la otra. Entre bromas y peleas, nació el amor.

"¿Sabes que esto es acoso?", le decía.

"No me importa", respondía él.

Sacudiendo la cabeza para alejar los pensamientos del pasado con Mandy, un pasado agridulce, colgó sus cosas en el perchero y luego se dirigió a la cocina. Sabía que su novia no llegaría hasta la noche, así que tenía tiempo para cocinar sin prisa.

—Sabes, Mandy, aprendí a cocinar para ti... —murmuró Chester para sí mismo mientras se dirigía a la cocina.

Desde el momento en que se conocieron en el hospital, Chester había sentido una profunda conexión con Mandy. A pesar de los altibajos y las dificultades que habían enfrentado juntos, su amor había crecido y se había fortalecido.

Chester recordaba cómo solía sorprender a Mandy con sus habilidades culinarias. Aprendió a cocinar platos deliciosos y saludables, buscando siempre complacer sus gustos y cuidar de su bienestar. Aunque..., Chester siempre había deseado brindarle algo mejor.

Mientras preparaba los ingredientes y encendía el fogón, Chester sonrió pensando en las veces en que Mandy disfrutaba de sus creaciones culinarias, bueno algo así... Sabía que su esfuerzo por aprender a cocinar había valido la pena, bueno eso es lo que creía creer.

Esta noche, Chester planeaba preparar su plato especial, aquél que siempre lograba arrancarle una "sonrisa" a Mandy. La cocina se llenó de aromas deliciosos y el sonido de los utensilios mientras él se sumergía en su tarea con pasión y amor.

Cuando Mandy finalmente llegara a casa, encontraría una mesa bellamente decorada y un plato exquisito preparado especialmente para ella. Porque, a pesar de todas las dificultades, Chester siempre estaría ahí para cuidarla y demostrarle cuánto la amaba a través de sus acciones.

Y mientras el aroma tentador de la comida llenaba la cocina, Chester esperaba ansiosamente el momento de poder compartir esa comida con Mandy, sabiendo que cada bocado sería una expresión de su amor incondicional.




Mandy, ¿que sientes por mi? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora