¿esperanza...?

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Recomiendo que escuchen la canción: Fairytale de Alexander Rybak, para este capítulo.

Era evidente que Mandy estaba decidida a hacer todo lo posible para encontrar el regalo perfecto para su madre, por lo que la tarea recaía completamente en ella. Sin más dilación, y en compañía de Chester, comenzaron a recorrer los pasillos de la tienda.

Pasaron exactamente 30 minutos hasta que Mandy finalmente se decidió por un peluche en forma de zorro con flores azules en la mejilla, un perfume con un encantador aroma floral y una caja de chocolates ingleses de alta calidad. Con los objetos en sus manos, se dirigieron juntos a la caja para realizar el pago.

Estaban en silencio, esperando en la fila, y Chester no pudo evitar mirar a su alrededor, observando a las parejas que estaban tomadas de la mano, sonriendo. Otras parejas se abrazaban y se daban besos fugaces. También había algunas parejas que compartían alimentos, utilizando la misma cuchara o palillos, dándose así besos indirectos. Fue en ese momento cuando Chester ya no pudo seguir mirando y desvió la mirada de inmediato.

—Mandy... —lo llamó en voz baja, con la cabeza gacha. —Voy a esperarte en el auto. —dijo con determinación en sus palabras.

—No... estoy casi en la caja. —respondió, mirándolo directamente. —Si te sientes incómodo, puedes esperarme afuera. No tardaré. —añadió Mandy, observándolo con determinación.

Ante aquellas palabras, Chester asintió y sin pensarlo dos veces, se dio la vuelta y salió de la tienda. Trataba de encontrar paz y tranquilidad en medio de las sensaciones de celos y envidia que se estaban apoderando de él.

Chester se encontraba en el estacionamiento, como Mandy le había sugerido. Sin embargo, sus ojos se desviaron hacia un espacio en el centro comercial dedicado a las parejas. Había una tela roja colgada y varios cupidos volando con un cartel que decía: "estas personas se aman", según lo que Chester pudo leer. También había un sillón rojo donde varios osos, conejos y gatos estaban sentados, sosteniendo un corazón.

«¿Para qué será esto?», se preguntó Chester mientras se acercaba al lugar, intrigado por la escena.

No obstante, sus pasos se detuvieron cuando vio a una pareja posando en una posición mientras un fotógrafo les tomaba una foto. Era evidente que aquel lugar era una zona de fotos para parejas. Observó cómo muchas parejas eran fotografiadas, radiantes y felices en sus relaciones. Chester apretó los puños, mordió sus labios y negó con la cabeza. No pudo soportarlo más, así que se dio media vuelta y se dirigió hacia el estacionamiento, donde esperaría a Mandy. Sin embargo, se sorprendió al ver a Mandy detrás de él, ya con las compras realizadas.

—¿Ya terminaste?. —le preguntó con una sonrisa, mientras lo miraba. Mandy también lo miraba a él. —Ya veo... en ese caso, vámonos. No quiero estar aquí más tiempo. —dijo con un tono burlón, comenzando a caminar para salir del lugar lo más rápido posible y evitar sentirse mal consigo mismo una vez más.

No obstante, no pudo dar ni tres pasos cuando su mano fue tomada sorpresivamente, girándolo en el proceso y dirigiéndolo hacia donde estaba el fotógrafo.

—¿Cuánto cuesta la foto?. —preguntó Mandy.

—Es gratis, para celebrar este día tan maravilloso. —comentó el señor.

—Gracias. —fue lo único que dijo Mandy antes de dejar caer las bolsas con las compras. Se adentró en aquel espacio lleno de decoración y colocó a Chester delante de él. Posó sus manos en su cintura, abrazándolo por detrás.

Ante aquella acción Chester se quedó inmóvil, mientras que un sonrojo demasiado llamativo se apodero de su rostro, haciendo que hiciera una cara de sorpresa que no pudo quitar antes de ver el flash de la cámara

Mandy, ¿que sientes por mi? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora