Elsa
Era una tarde hermosa y fresca, reinaba una tranquilidad muy poco común, de esas que solo te provocaba recostarte en tu cama, preparar algunas botanas y descansar mientras ves una películas. Como plus extra, estar entre los brazos de esa persona que tanto amas. Sí, sé que suena demasiado cursi, pero así me sentía, tontamente enamorada.
—¡Kenneth! —exclamé en tono de divertida advertencia— ¿Qué haces?
Nos encontrábamos en mi departamento viendo películas, uno de los pocos momentos que teníamos a solas, sin sus amigos bulliciosos, sin presiones y distracciones de ningún tipo. Solo él y yo.
—Yo nada —susurraba a mi oído, lamiendo con suavidad la piel de mi cuello— ¿Y tú?
Me abrazaba con fuerza por la cintura, pegándome cada vez más a su cuerpo sintiendo su calor. Me había levantado solo a rellenar nuestros vasos de refresco, pero al parecer se le había ocurrido una idea un tanto diferente.
—No te hagas —dije con voz entrecortada mientras me giraba, quedando frente a frente—, reconozco tus oscuras intensiones.
Me pasaba por algunos centímetros de altura, por lo que me tocaba levantarme en punta de pie para poder alcanzar su rostro y rodear su cuello con mis brazos.
—Quien te oye diría que soy perverso —contestó con fingida indignación—, y yo solo quiero darte cariñitos.
Esparcía pequeños y suaves besos a lo largo de mis mejillas, bajando una vez más a mi cuello mordiendo con suavidad. El cosquilleo que aquello producía en mí me embriagaba por completo, dejándome llevar por todas esas sensaciones. Sabía cómo excitarme, conocía mis puntos débiles usándolos a su favor y yo, por obvias razones, no me negaba.
—Tu cariñito salvaje, ¿No? —susurré, enredando mis dedos entre su cabello, ladeando la cabeza para darle más acceso a mi cuello.
—Si ese es el que quieres —susurró, dando un suave beso en mis labios— ¿Quién soy para negártelo?
—Ay pobrecito, lo estoy...
Con un suave grito de sorpresa, interrumpí mis propias palabras. Kenneth me llevaba cargada entre sus brazos rumbo a mi habitación, su mirada pícara llena de deseo delataba sus intenciones.
—¿Y la película? —pregunté entre risas— Apenas va por la mitad, tiempo récord.
—¿Y si mejor hacemos una? —su tono seductor y burlesco me hizo estremecer.
—¡Pervertido! —exclamé de la misma manera.
Reforcé el agarre de mis brazos alrededor de su cuello para acercar mi rostro al de él, sintiendo su respiración agitada y cálida sobre mis labios, con mi mirada fija en sus ojos mientras mordía mi labio, tentándolo.
—¡Calumnias tuyas!
Llegamos por fin a mi habitación, la semioscuridad y el silencio del lugar sirvieron como detonante final. Sus labios atraparon los míos con fiereza, haciéndome suspirar con solo el contacto de su boca sobre la mía. La calidez de su lengua me saboreaba como si fuese lo más delicioso que haya probado, acelerando nuestras respiraciones llenas de deseo.
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🌛Y... ¿Si hacemos un pastel?🌜
Fiksi Remaja¿Alguna vez has dudado de tu sexualidad? Elsa no, siempre había tenido clara su heterosexualidad. Su primer amor, aunque doloroso, le dio grandes momentos que forjaron su carácter. Sus intereses siempre habían sido hombres, en especial aquellos de o...