Jefe de Seguridad

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Mientras tanto el coronel Miles Quaritch se paseaba con su habitual cara poco amigable y observaba a través de los grandes ventanales de la sala de comando la llegada de las últimas tropas enviadas desde La Tierra. Se trataba de un hombre feroz que hacía desconfiar con su simple apariencia y temer con su presencia. Se podía decir que no había persona en todo Hell's Gate que no le temiera, incluso sus supuestos superiores. Pero entre aquella multitud de rudos hombres que se bajaban del avión alguien llamó especialmente su atención...

-"Parker, ¿quién es esa mujer de ahí? Parece haberse perdido en este infierno". Dijo en tono alto el coronel distrayendo a Parker de su partida de mini golf, quién con cara de frustración tiró el palo de golf al suelo para dirigirse hacia él.

-"no me ha dado mucho tiempo a leerme todos los expedientes de los nuevos reclutas pero esa debe de ser la única mujer que venía en el escuadrón. Es una bióloga especializada en fauna que mandaron en caso de que hubiera que suplir a alguien."

-"entiendo...pero ¿si ya están todos los puestos completos en qué se supone que va a trabajar esa chica?" Dijo el coronel con curiosidad apartando su mirada de la ventana al ver que la chica ya no era visible desde allí y volviendo a dirigir su mirada hacia Parker.

-"esa es la cuestión... Tendré que revisarme de nuevo su expediente para ver en que la colocamos hasta que la Dra. Augustine me de su consentimiento para incluirla en el programa Avatar." Añadió Parker con cara de preocupación pensando en alguna solución para el asunto.

-"si no tiene claro dónde va a trabajar déjemela a mi, Parker. Me gustaría que fuera mi secretaria al menos hasta que se decida un trabajo fijo para ella."

-"Coronel, no se ofenda pero creo que se por donde van los tiros y debo añadir que estoy al corriente de sus otras aventuras con mujeres de la base. De todos modos...le pasaré su expediente y encárguese usted de ella, sino también puede incluirla en el ejército mientras tanto" dijo Parker temiendo las intenciones del coronel para aquella chica. Él sabía perfectamente que el coronel no era un santo y que si se había fijado en ella, ni él ni nadie tendría nada que hacer para evitar lo inevitable pero aún así no se quedaba tranquilo dejando a esa pobre niña en manos de aquel duro hombre. Finalmente fue a su despacho a buscar el expediente mientras observaba aún con inquietud al coronel que permanecía plasmado delante de la ventana con las manos cruzadas por detrás de su espalda algo pensativo...

Miles Quaritch se trataba de un hombre bastante posesivo que cual animal fiero acostumbraba a marcar territorio en lo que consideraba de su propiedad, así que pretendía hacer con esa niña lo mismo que había hecho otras veces con otras mujeres de la base. Al fin y al cabo una aventura de una noche no iba a perjudicar a nadie, y si lo hacía no se haría cargo de todos modos.

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Ana se adentraba en aquella gran base. Una mirada de asombro se reflejaba en su expresión ya que no todos los días se veía una construcción de tal magnitud. Allí la tecnología era visible allá donde fueras, con grandes máquinas militares esparcidas por los exteriores vallados del recinto y otros aparatos tecnológicos más especializados que usaban las gentes de su interior, entre los que se podían distinguir a simple vista quien formaba parte del ejército y quién estaba dedicado a la ciencia.
El clima que se notaba por allí no era del todo tenso pero se podía oler la disciplina y la seriedad en el ambiente. Otra cosa que llamó la atención de Ana fue la falta de iluminación natural en los pasillos ya que si por si fuera poco que tubos y cables estuvieran visibles en las paredes de éstos, tampoco podía decirse que fueran especialmente luminosos y la luz que los recorrían procedían de focos de luz fría colocados por el techo. Estos detalles no ayudaban a considerar este sitio como algo acogedor pero una vez estás allí no te queda más remedio que acostumbrarte.
La chica deambulaba despacio por los pasillos sin saber dónde ir ya que no les habían dado instrucciones sobre dónde reunirse o donde se encontraban las habitaciones, pero fue entonces cuando escuchó a dos de los hombres que venían con ella en el avión hablando entre ellos: -"hey tío he escuchado que nos van a dar una charla sobre cómo funcionan aquí las cosas" a lo que el otro respondió -"yo escuché de uno de los pilotos que el jefe de seguridad el un cabronazo de esos que no te puedes saltar las reglas o te las ves con el".
Ana intentó preguntarles por la sala en la que se supone que les darían esa charla pero finalmente optó por limitarse a seguirlos hasta donde fuera que iban. En un momento ella se despistó y los perdió de vista quedándose plasmada de nuevo en medio de los pasillos...si es que desde luego Ana que no puedes ser más despistada...se decía ella en su cabeza nuevamente frustrada por ser la única que no sabía aún donde ir.
Tras un rato desconcertada y preocupada por perderse una charla su primer día en Pandora se encontró por los pasillos unos cuantos oficiales que reían mientras caminaban, así que ella no dudó en desaprovechar la oportunidad y se les acerco para preguntar hacia dónde debía ir. Un hombre calvo con cara burlona que se identificaba con el nombre de Cabo Lyle Wainfleet se acercó para responderle mientras observaba unos planos que la chica le mostraba en el móvil para que pudiera indicarle el lugar.
Cuando los hombres se alejaron Ana percibió entre los pasos de las pesadas botas de los militares unas risas y comentarios que decían cosas como -"esa pobre chica no va a durar nada aquí" o -"debe de haberse equivocado de lugar porque es de las pocas mujeres guapas que vemos por estos lugares". En ese momento no se paró a pensar si sentirse alagada o molesta por su subestimación pero ahora que sabía hacia donde debía ir no se demoró un minuto más y avanzó hacia la sala que el Cabo Wainfleet le había indicado para tratar de no perderse aún más tiempo de aquella charla.

Cuando llegó hacia la puerta de la sala principal, donde se supone que se les daría la charla de introducción, Ana colocó su maleta al lado de otras muchas que había tiradas y esparcidas por el suelo de la entrada a la sala y sin demorarlo un segundo más, abrió la puerta algo tímida y se dirigió hacia las mesas donde estaban sentados el resto del escuadrón al que ella pertenecía escuchando atentamente la charla del Jefe de Seguridad... Al principio las miradas curiosas de la gente hicieron que se intimidara aún más ,ya que solo ella tenía la culpa de haber llegado tarde a su primera reunión, pero decidió echar la cabeza hacia abajo para evitar el contacto visual directo con la gente. Gracias a éste casi acto reflejo que acostumbra a hacer debido a que no era la primera vez que llegaba tarde a una convención, Ana pudo evitar recibir la mirada cortante que el hombre que impartía la charla le dedicó.

Una vez allí decidió sentarse en una mesa ya que supuso que no quedaba demasiado tiempo para que el monólogo llegará a su final y sin darse cuenta volvió a quedarse embobada mirando por los ventanales con vistas directas hacia Pandora.
Tanto fue la inmersión que la chica tenía sobre sus propios pensamientos que ni se percató de que la charla había terminado y la gente comenzaba a salir de la sala... Fue entonces cuando cierta presencia se acercó a ella por su lateral y una voz masculina la sacaron de su trance. Se asustó un poco cuando miro hacia su derecha y observó la fría mirada que el hombre que impartía la charla le dedicaba ahora. Se trataba de un hombre adulto alto, fornido y bastante intimidante para ser ciertos. Sus ojos azules grisáceos miraron directamente a los suyos con una mirada desafiante que provocó un escalofrío similar al que su intuición le advirtió anteriormente. El hombre se encontraba de pie bien erguido a su lado con los brazos cruzados esperando a que la chica reaccionara al menos para excusarse sobre su tardía aparición.

-"ha llegado usted tarde señorita..." Dijo el coronel sin quitarle la mirada de encima.

-"yo...lo siento mucho señor, tuve problemas para encontrar la sala principal..."

-"¿Y sabe usted dónde tiene que ir ahora soldado?" Dijo Quaritch retirando la vista ya que se dió cuenta de que la chica ya estaba suficiente nerviosa como para seguir intimidándola.

-"no, en absoluto señor" respondió Ana acomodándose el pelo en señal de tensión.

-"entonces debe usted dirigirse hacia la administración donde le indicarán su trabajo y el número de su habitación junto con las llaves, ¿Entendido?" Explicó en tono firme para que la chica se diera al fin cuenta de dónde se había metido.

-"gra...gracias señor" respondió Ana tratando de no volver a repetir el contacto visual con aquel hombre mientras se bajaba de la mesa y se dirigía hacia la puerta sintiendo de nuevo como su mirada se le clavaba en la espalda.

Mientras la niña salía el coronel trataba de recordar todo lo que sus sentidos habían captado segundos antes... Al principio no se esperaba la dulce mirada que la chica le dedicó aún notándose nerviosa por su repentino acercamiento hacia ella. Tenía unos abiertos ojos color miel que le hicieron dudar del tono que debía emplear para dirigirse a ella, ya que aunque empleó su habitual tono de hombre duro, por un momento su mente le jugó una mala pasada siendo su primera intención acercarse más gentilmente a la chica. Su pelo era del mismo color que sus ojos y rizado intercalando algunos rizos irregulares con otros indefinidos tirabuzones. Era largo y aunque de lejos se podía decir que era marrón a secas, de cerca uno no sabría si considerarlo rubio oscuro o castaño muy claro con reflejos color cobre.
En resumen, la chica parecía desubicada y algo confundida y aunque él sabía de más dónde hiba a trabajar, prefirió hacer como el que no sabe nada y no presentarse para que fuera ella quién descubriera de quien se trataba él.
Cuando ella terminó de salir por la puerta de la sala, el coronel sintió curiosidad por cómo se desarrollaría todo e incluso un rasgo de cierta emoción que no se atrevió a identificar... La mirada de aquella chica estaba grabada en su retina y aunque se negara a admitirlo, ésto había cambiado su percepción de ella y hasta había conseguido que su corazón inhibiera la plena intención sexual que el hombre tenía planeada, convirtiéndose en curiosidad por descubrir más sobre aquella niña y quién sabe que más...

Meeting The DevilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora