Malos Augurios

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Volar a lomos de un Ikram, sobrepasando el llameante atardecer de los pulcros cielos pandoranos era una total e imposible locura para muchos, para Ana un sueño en vida.

El frescor del viento en choque con su rostro y el esplendoroso naranja del sol poniente, le traían recuerdos de su vida terrenal. Era como aquellas infinitas tardes de verano, en las vírgenes playas del sur, de su tierra, en las que uno deseaba que el tiempo se detuviese y el mar y cielo, que brillaban en consonancia, se acurrucaran en resplandeciente crepúsculo de un amor soñado.

Tan solo la falta del típico olor a sal, pudo devolverle a la realidad para recordarle que un vuelo en Ikram en un planeta de vida nueva no tenía nada que envidiar a sus pasadas tardes de ensueño y recuerdos.

Aún agradecida de vivir lo que se le presentaba, Ana no pudo evitar un desgarrador suspiro y una lágrima helada que le traían nuevamente nostalgia y añoranza de aquello que ya conoces, con lo que te has criado y que inevitablemente ha pasado a ser parte de tí.

Tsu-Tey y ella eran muy distintos, pero aquel vuelo pareció permitir un intercambio de pensamientos, y supo el hombre del dolor que causaba su conducta sin siquiera palabra mediar.

Verdad era que Pandora resultaba inmersiva en todos los aspectos, y fue en ese momento en el que Ana pudo contemplar directamente la teoría que se le había enseñado y sentir en ella el amor de Eywa que de forma innata, se manifestaba en su corazón, envolviéndola, enseñándole los millones de conexiones de todas aquellas criaturas que la arropaban con su amor y de alguna manera, incitándola a formar parte de aquel fascinante planeta.

Era algo que se sentía, se podía decir que en ese especial instante, había encontrado entre el dolor del recuerdo y la valentía de la supervivencia, la harmonía, el equilibrio y la perfección de Pandora, que ahora pasaría a formar parte de su alma, como recuerdo de alegre paz.

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Al arribar a tierra firme y dejando atrás el corpulento ikram en el que Ana iba a lomos, Tsu-tey pareció presentarse algo tímido, lo cual parecía poco creíble tras el chute de adrenalina que les había antecedido.

La miraba de reojo con la cabeza algo gacha, como si tratará de evitar la necesaria conversación entre ellos dos, por el simple hecho de negarse por mera obstinación y orgullo a felicitarla por su gran actuación. Ese hombre nunca cambiaría, pero lo peor de ello era que no podía evitar verle ciertas similitudes con su también obtuso amante. Por un momento le pareció que solo atraería a ese tipo de hombres, tan protectores y valientes y TAN CABEZOTAS.

Finalmente y como siempre Ana se atrevió a romper el hielo con una sornosa risilla:

- "bueno, ¿Y bien?, ¿no piensas comentar nada de todo lo que acaba de pasar? ¿Ni siquiera una aprobación?"- dijo la chica dándole un merecido codazo.

- lo has hecho bien. Has resultar ágil y..."- hizo una pequeña pausa para ayudar a Ana a bajar de un escarpado terraplén.- "haberme impresionado. Te creía más torpe para der un demonio del cielo, pero tú estado bien."- le regala una pequeña sonrisa que Ana interpretó más burlona viniendo de él que otra cosa, pero ya le valía con todo lo dicho.

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En otras 3 semanas, la vida de Ana Aliste se volvía a suvidir en 2 completos polos opuestos que la aguardaban día tras día.

Se levantaba excesivamente temprano, y con apenas el tiempo necesario de asearse y un merecido cafecito, se dirigía como flecha certera hacia su trillada cabina. Era la primera en conectarse, aunque también sospechaba ser la primera en levantarse de toda la base, ya que a penas coincidía con un par de científicos en la cafetería, y también la última en acostarse.

Meeting The DevilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora