Habilidades Sociales

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El despertador sonó a las 8:00 de la mañana. Ana solía dormir bastante bien y nunca había presentado ningún problema de insomnio pero esa noche no fue la mejor de su vida.

La cama era aceptable y fue por eso que la razón por la que no había dormido tan bien como de costumbre fueron los nervios.

A pesar de que se quedó dormida con sueño, su mente había estado divagando por todo lo que había sucedido en el día anterior y asimilando toda la información recibida. Aún no podía creerse que estuviera en Pandora, es por eso que la visión que percibía en ese instante le hacía creer que todo se trataba de un sueño, si no hubiera sido por el despertador y los finos rayos de sol que se colaban por la ventana.

Ana era una de esas típicas personas a las que las sábanas se les quedan pegadas y les encanta remolonear en la cama tiempo después de la llamada del despertador, en fin...un nuevo día daba comienzo y la intriga por ver qué le acontecería empezaba a espabilar a su mente.

Se levantó con rapidez de la cama, se puso una ropa que seleccionó cuidadosamente para no desentonar demasiado con la gente que llevaba los uniformes o las batas científicas y salió de la habitación directa al comedor.

Le gustaba ir mínimamente decente a los sitios, pues aunque no sabía si su trabajo requeriría de esfuerzo físico, sabía que una buena apariencia siempre mejoraría la imagen que la gente pudieran tener de ella. De todos modos se había traído ropa de todos los tipos y si al final le otorgaban algún tipo de uniforme, tampoco tendría inconveniente en usarlo.

Al llegar al comedor, notó como se podía respirar un ambiente mejor que el de la noche. Aunque había gente aún con cara de recién levantado, la mayoría de ellos conversaban tranquilamente apreciando las hermosas vistas que los primeros rayos de sol del día aportaban al comedor.

Aún sin distinguir si por acto reflejo o por impulso involuntario, lo primero que Ana hizo al llegar fue revisar si cierta persona se encontraba cerca. No encontrarlo entre las mesas donde estaban los hombres que le acompañaban la otra noche le hizo tranquilizarse un poco y a la vez no pudo evitar pensar que realmente le gustaría haberlo encontrado allí...

Ana se acercó a la cafetera para servirse un café cuando volvió a intuir una presencia al lado suya...

-"buenos días Ana... Se me olvidó... comentarte ayer algunas cosas, así que cuando termines por aquí, pásate por mi despacho." Dijo el coronel acercándose un poco más a la chica para comunicarse mejor.

-"oh, claro... Nos...vemos ahora entonces." Respondió Ana con una leve sonrisa simpática. Realmente no esperaba encontrárselo justo en ese momento, pero cuando se paró a pensar, al coronel le pegaba bastante beber café. No pudo evitar reírse un poco interiormente al pensar en esas cosas.

Quaritch era notablemente más grande que ella en todos los aspectos y por si fuera poco el hecho de que la triplicara en envergadura, cuando se acercó un poco más para hablarle, notó como el hombre inclinaba levemente la cabeza para mirarla a los ojos.

Aunque a una parte de ella, éste hecho le pareció atractivo, a la otra le hizo sentir insegura y diminuta, pues sabía tanto por lo que observaba como por lo que le contaban que no tendría opción de oponerse a cualquier cosa que él quisiera hacerle.

No se trataba de un hombre que de primeras inspirara confianza y las opiniones que la gente tenían de él tampoco ayudaban...
Ana finalmente se despidió del hombre para verlo en poco tiempo y llevó el café que acababa de servirse a la mesa donde Trudy le esperaba charlando con el resto.

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Hacía ya un tiempo que Quaritch estaba despierto, pero tal y como siempre se dirigió a "su gimnasio privado" para realizar una tanda de ejercicios antes de ir a la cafetería a por un café.

Meeting The DevilDonde viven las historias. Descúbrelo ahora