Capítulo 26

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- Hola bombón - Dijo Chris asomando su rostro por la puerta.
- Hola manguito - Respondí divertida - Pasa, no te quedes ahí - Dije.

Chris entró y detrás de él cerró la puerta.

- ¿Cómo vas? - Preguntó después de dejar un beso en mis labios.
- Bien, al fin me dieron luz verde al diseño del vestido de novia que haré -.
- Que buena noticia, pero tengo una pregunta, ¿Por qué manguito? - Me miró confundido.
- No quieres saberlo - Dije riendo.
- Mm, esa risa, definitivamente quiero saberlo - Afirmó.
- Resulta que Santi no se cansa de decirme que eres todo lo más hermoso de este mundo, comienza a preocuparme que quiera luchar conmigo por ti, el apodo que hoy se le ocurrió para ti es manguito - Le hice saber.

La cara que Chris hizo sin duda alguna me hizo reír demasiado.

- Mm, no esperaba eso - Admitió.
- Ya lo he notado, pero no te preocupes, vive con la resignación de aceptar que eres casado, y como me quiere tanto no se atreve a pelear conmigo por tu sexy cuerpo -.
- ¿Eso de sexy cuerpo también lo dijo él? - Preguntó arqueando una ceja.
- Eso lo dice todo el mundo, pero yo que ya lo he visto lo puedo confirmar - Dije coqueta.
- Mm, eso sin duda me gusta oírlo, pero antes de que las cosas suban de tono, quiero darte ésto -.

Chris extendió una caja de bombones cubiertos de chocolate hacia mí.

- Oh, ya entiendo el hola bombón - Dije risueña - Que deliciosos se ven, gracias guapo -.
- ¿Los probamos? - Sugirió.
- Pero claro que sí - Acepte.

Saque un bombón de la caja y lo coloque en mis labios, justo la mitad en mis dientes, antes de que pudiera morderlo Chris se acercó a mí y mordió la otra mitad, de tal manera que sus labios y los míos estuvieron en contacto.

- ¿Ya te he dicho que las cosas saben mejor cuando vienen de ahí? - Preguntó aún cerca de mí mirándome a los ojos.
- Mm, ¿Por qué no sigues degustando tremendo manjar? - Propuse.
- Me parece bien, pero ahora quiero hacerlo directamente -.

De pronto me hizo poner de pie, me atrajo hacia él, colocó sus manos en mi cintura y por consiguiente yo alrededor de su cuello, entonces sus labios se juntaron con los míos, mi lengua y la suya se encontraron y comenzaron a saborearse tan condenadamente delicioso.

- ¿Te gusta la adrenalina? - Pregunté.
- Bonita, me excita más de lo que imaginas cuando la siento gracias a ti - Aseguró.
- Pues ya somos dos - Mencioné.

Me separé de él y me acerque a la puerta para ponerle seguro.
Volví con él, tomé su mano y lo llevé hasta el sofá, que dejaba a nuestro alcance el gran ventanal que mostraba una estupenda vista de la ciudad, con el sol comenzando a ocultarse.
Antes de hacer que Chris se sentara desabroché su pantalón, y en un ágil movimiento logré que cayera por sus piernas junto con sus boxers, dejando a la vista su erecto miembro, Dios, que momento.
Me puse de rodillas y entonces hice lo que quise con mis manos, con mi boca, y su miembro entre ellas.
Escucharlo, verlo, sentirlo, eso es lo que mi cuerpo necesita para vibrar muy alto, para sentir que nada más importa alrededor porque estamos liberando un placer inmenso que ambos llevamos dentro, y eso me encanta más de lo que esperaba.

- No quiero que nadie más vea lo que es para mí - Dijo cuando quitó mi blusa y mi sostén y me tuvo de frente.
- Nadie lo hará, solo tú, y podrás hacerme tuya a tu completo antojo, me tienes a tu merced - Mencioné cerca de sus labios.

Chris me besó y después descendió esos besos por mi cuello hasta llegar a mis pechos, sus labios sobre ellos es una tortura deliciosa.

- Entra ya Chris - Le pedí.
- ¿Eso es lo que quieres bonita? - Cuestionó.
- Eso es lo que quiero - Afirmé.

De pronto Chris me levantó en brazos, mis piernas se enredaron en su cadera, con pasos torpes llegamos a la pared y el me pegó en ella, ni siquiera tuve oportunidad de quejarme por lo fría que está ya que su miembro me inundó por completo, y con esos movimientos tan expertos comencé a ver estrellas por todas partes.

- ¿Te gusta? - Inquirió.
- No pares Chris, no lo hagas - Dije entre gemidos.
- Eso, tu voz es la música perfecta para mis oídos, déjame oírte nena, déjame hacerlo - Pidió.

¿Qué podía negarle yo a este hombre?
Me aferré a sus hombros y continué disfrutando de sus embestidas, jamás habría podido imaginar que algo como ésto pasaría en mi oficina, pero me hace sentir tan feliz que sea con Christopher con quién esté pasando, me provoca cosquillas en el estómago saber que puedo robarle orgasmos a este hombre dentro de incluso una oficina.
Cuando ambos alcanzamos el climax Chris me depositó en el suelo, entre besos feroces y toqueteos caminamos hasta que llegamos de nuevo al sofá, hice que Chris se sentara y yo me coloque arriba de él, moví mis caderas sin dejar que su miembro entre aún y eso me ayudó a ponerlo erecto de nuevo, entonces otra vez podría sentirlo llenándome por completo.
Y no perdí más tiempo, claro que no lo haría.

- ___, ¿Puedo pasar? - Preguntó Santi detrás de la puerta mientras la tocaba.

Chris y yo nos miramos a los ojos pero no dejamos de movernos.

- No me voy a salir, estás completamente mal si piensas que voy a detenerme ahora - Mencionó seguro y acelerando sus movimientos.
- ¿En serio crees que dejaré que lo hagas? Tú, Christopher Vélez, vas a hacerme llegar o no te vas de aquí - Afirmé.
- ___, ¿Qué pasa? ¿Estás bien? - Insistió Santiago.

De repente se escuchó como movían la manija de arriba para abajo tratando de abrir la puerta.

- Preciosa, ¿Estás ahí? - Volvió a preguntar.

Chris callaba mis gemidos con besos, pero es que ¿Quién puede callarse cuando sus manos se clavan en mis caderas? Cuando la manera en la que me toma me está volviendo loca y me hace sentir cosas inexplicables, y el hecho de que Santi este afuera tratando de entrar y con la posibilidad de escuchar lo que está pasando, lo vuelve todavía más intenso, no estaba en mis planes que eso pasara, pero definitivamente me gusta.

- Nunca podría pedirte callar esos dulces gemidos, y no quiero que lo hagas, pero tampoco quiero que él escuche lo bien que la estamos pasando - Mencionó cerca de mi cuello.
- Ahogalos Chris, síguelo haciendo hasta que esta fantástica tortura acabe - Pedí.
- Te voy a hacer venir como nadie en este mundo - Afirmó.
- Todo tuyo el placer cariño -.
- ___, sino abres tendré que llamar a la policía o algo, ¿Qué pasa preciosa? - La voz de Santi volvió a oírse.
- Ay por Dios - Dije cuando finalmente toque la punta del cielo, y tras unas embestidas más, sentí como Chris hizo lo mismo.
- Dile que se vaya y vuelva más tarde y tendremos sesión de besos - Mencionó cerca de mi oído haciéndome reír.
- Santi, más tarde te llamo, estoy un poco ocupada - Grité mientras disfrutaba de los besos de Chris en mi cuello.
- ¿Te quedaste encerrada? ¿Necesitas ayuda? - Preguntó.
- No, todo bien, después te explico Santi - Respondí.
- Bien, pero no tardes mucho que me preocupas - Me pidió.
- Claro, no tardo - Dije.
- Mm, eso lo veremos bonita - Mencionó Christopher.

|Mitad mentira, mitad verdad| Christopher Vélez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora