𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑰𝑽

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Zhan no tenía mucha certeza de cuanto tiempo permaneció despierto, luchando contra la ansiedad y aguardando la llegada de su marido, antes de adormecerse. Aunque se sintiese un poco desorientado al despertar, no demoró mucho en acordarse que estaba en QingHai, el castillo del Caballero Rojo.

Inmediatamente alerta, abrió los ojos, con el corazón latiendo descompasadamente en su pecho. Luchando contra el pánico creciente, miró a su alrededor, temiendo encontrar la figura siniestra de su marido en la cama, a su lado. Pero no; estaba solo. El cuarto continuaba igual que horas atrás, a excepción de las velas que se habían consumido hasta el fin y el fuego casi extinguido en la chimenea.

Sería que Wang había venido a verlo como una sombra negra y silenciosa?. Las primeras luces
de la mañana buscaban filtrarse a través de las pesadas cortinas de terciopelo.

Zhan se sentó, la sorpresa inesperada lo dejó atontado. Wang no había venido a su cuarto! El alivio que esa conclusión le trajo fue tan intenso que tuvo ganas de reírse . Cuál era el significado de esa actitud? Sólo había una única explicación posible: él no lo deseaba. No tiene importancia, pensó con una puntada de orgullo doncel herido. Tampoco él lo quería. Y quién podría desearlo? Después de todo el Caballero Rojo no era mas que una criatura sin rostro y sin forma que se escondía en las sombras y que aterrorizaba a las personas con su reputación terrible y su temperamento explosivo.

Sería una verdadera bendición quedar libre de sus atenciones y como él no había querido poseerlo en la noche de bodas, probablemente no iría a hacerlo nunca. Apenas conseguía creer en su buena suerte. No precisaría acostarse con el Caballero Rojo, ni enfrentar sus pasiones animales o ser obligado a soportar una iniciación sexual dolorosa y probablemente humillante al extremo.

Esa era la primera cosa buena que le había sucedido desde que había puesto los pies en QingHai. Si al menos no fuese obligado a permanecer allí. Le parecía obvio que Wang no lo deseaba, por lo
tanto debería haber una manera de convencerlo de dejarlo ir a su casa. Sin embargo el recuerdo de la noche anterior, cuando discutieron sobre el asunto, lo llenó de desanimo.

Para un hombre que decía despreciarlo, el Caballero Rojo era bastante posesivo. Hombres! Todos querían mandar y dictar reglas, como si tuviesen el derecho divino de decidir el destino de las personas. Tal vez él insistiese en mantenerlo en QingHai con el único objetivo de castigarlo por haberlo escogido como marido. No, no era posible que el lord fuese tan mezquino y cruel, a pesar de su reputación terrible. Sentado en la cama, el dobló sus piernas junto a su cuerpo y apoyó el mentón sobres sus rodillas.

Qué pena que él no acordase con la disolución del matrimonio porque, desgraciadamente, no podía tomar ninguna actitud a ese respecto solo. También le había sido negada la posibilidad de afirmar que había sido forzado a casarse, pero ... Zhan casi tuvo un shock con la idea que se le acababa de ocurrir.

Había una manera de anular la unión de ellos dos. Si! . Y una manera que no exigía el consentimiento de Wang.

Relaciones en las que las parejas compartían un parentesco de sangre de hasta cuarto grado eran inválidos para la Iglesia. En verdad no había cualquier parentesco con el barón. Sólo necesitaba decir que ...

Él sonrió, con sus esperanzas renovadas. Era de conocimiento general que los hombres a veces
inventaban falsos ancestros solamente para verse libres de las esposas impuestas. Tal vez el plan fuese improbablemente exitoso, pero la existencia de una pequeña chance valía la pena el esfuerzo. Zhan saltó de la cama, riendo feliz con la posibilidad de recuperar su libertad. Sería un placer derrotar al Caballero Rojo.

El sonido debió haber despertado a Ji Li porque el criado preguntó si podía entrar.

— Ven —el respondió alegre, fingiendo no percibir la expresión de espanto en el rostro del criado.

𝐂𝐚𝐬𝐚𝐝𝐨 𝐜𝐨𝐧 𝐞𝐥 𝐃𝐢𝐚𝐛𝐥𝐨 [𝐘𝐢𝐳𝐡𝐚𝐧]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora