𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑰𝑰

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—Leí el mensaje que el rey me envió. —La voz profunda y fuerte no escondía un cierto tono burlón. O sería irritación? Zhan se sintió ofendido con la falta de consideración, en especial porque el barón había ido directo al asunto sin tomarse el trabajo de  darle la bienvenida de manera educada. Al pensar en la larga noche pasada al aire libre, en las horas dentro del salón sucio y frío y en la oscuridad que le impedía de divisar a su anfitrión, la rabia estalló.

—Me hace feliz saberlo, mi lord — Zhan respondió altivo.— Esperamos tanto tiempo que comencé a creer que nadie en su castillo sabía leer.

La respuesta cargada de un insulto velado hizo que el barón mirase en su dirección, y a pesar de no poder ver, sabía que un par de ojos hostil lo miraban desde las sombras. Había llegado a un punto tal de tensión emocional, que nada más le importaba.

— Si no tiene intención de someterse a la orden —continuó secamente — entonces por favor dígalo para que podamos partir. Tengo un largo viaje por delante y muchas noches mas para dormir al aire libre antes de llegar a mi casa.

Un silencio prolongado cayó sobre todos y Zhan tuvo ganas de abofetear al desconocido, de obligarlo a levantarse y a prestarle las honras que correspondían a un joven de la corte en vez de quedarse sentado en medio de las sombras, como
un verdadero demonio.

—Mi lord... —Wang hizo una pausa, como si no consiguiese acordarse el nombre del joven que le habían impuesto como novio. Zhan tuvo ganas de gritar de odio. —Lord de Xiao—él continuó mas calmo. —Según esta carta, usted debía escoger un marido dentro de todos los caballeros del reino y me escogió a mí. Puedo saber por qué?

Esforzándose para mantenerse sereno delante de una pregunta tan directa, Zhan se mordió el labio inferior con fuerza. En su interior, había esperado que Wang lo rechazase y lo despidiese de QingHai, tal vez con una objeción delicada, tal vez con una reprimenda grosera. Pero no había imaginado que sus motivos serían indagados con semejante osadía. Viéndolo vacilar, el barón se volvió hacia Ming.

—Usted, señor, respóndame. Será que este joven es un brujo, ya que nadie en la corte está dispuesto a aceptarlo como esposo?

Zhan sintió su rostro arder mientras Ming sofocaba la risa al responder.

—El es conocido por su temeridad, mi lord, pero muchos caballeros de la corte, lo aceptarían de muy buen grado.

—Si, pues se trata de un joven muy rico, no es así?

La insinuación descortés del Caballero Rojo no le pasó desapercibida. Cómo era que ese hombre tenía el coraje de sugerir que solamente su dinero era lo que lo hacía atrayente a los ojos masculinos? Zhan inspiró profundamente y contó hasta diez, cuando su voluntad era golpear al barón.

—En su opinión, señor, lord de Xiao es un joven agradable?

Él se ruborizó hasta la raíz de sus cabellos mientras Ming lo miraba intensamente. Era la primer señal de interés que el emisario del rey demostraba sobre su persona.

—Si, mi lord. Es un joven no muy alto, de constitución delicada. Los cabellos son tan oscuros que parecen reflejar en  la plata mas fina el ébano. Y los ojos... los ojos son plateados también. Profundos, brillantes como piedras preciosas. La belleza de mi lord es conocida en todo el reino — Ming concluyó con elocuencia.

—El temperamento del joven corresponde a la misma descripción?

El emisario del rey tuvo la delicadeza de no responder. Zhan estaba poseído de odio. Nunca se había sentido tan humillado como en ese instante, en que dos hombres discutían sus cualidades y defectos como si él no fuese mas que un objeto a la venta.

𝐂𝐚𝐬𝐚𝐝𝐨 𝐜𝐨𝐧 𝐞𝐥 𝐃𝐢𝐚𝐛𝐥𝐨 [𝐘𝐢𝐳𝐡𝐚𝐧]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora