𝑪𝑨𝑷Í𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑿𝑰𝑰𝑰

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Los dos cabalgaron en silencio al principio porque Zhan deseaba que su marido pudiese disfrutar el placer de estar al aire libre. Y había mucho a ser disfrutado.

La temperatura se mantenía fría, sin embargo soportable, bajo un cielo celeste los pájaros cantaban y saltaban en las ramas secas de los árboles. Feliz por verse libre de las sombras del castillo, Zhan inspiró profundamente, lleno de alegría. Cómo era posible que Yibo no se sintiese más vivo en contacto con la naturaleza? Aunque hubiese pedido ese paseo como regalo de Navidad a su marido, muy en lo profundo
estaba seguro de haberle hecho un regalo, dándole la oportunidad de escapar a un interior opresivo y sombrío.

Después hacia un cierto tiempo Zhan había comenzado a describir el paisaje, inclusive detalles a los que normalmente no le prestaría atención: el reflejo del Sol en el agua, el brillo de las piedras húmedas, las formas variados de las ramas secos contra el cielo , los huecos en los troncos de los árboles. Su plan era llevar a su marido hasta la cascada que Yixuan le había mostrado, sin embargo todavía no habían entrado en el bosque cuando Yibo empujó las riendas de su caballo.

—Ya estamos en el bosque — él habló en un tono acusatorio.

—Si. Quiero mostrarte una cosa.

— Mostrarme? —Esas dos solas palabras cargaban todo el sarcasmo del mundo.

— Quería llevarte a un lugar especial, un lugar lindo dentro de tu propiedad.

— Zhannie... — Yibo murmuró, la voz pesada de emoción. — Pareces olvidarte... no vayamos al bosque.

Porque allí no podré defenderte, él pensó, incapaz de decir en voz alta aquello que jamás había imaginado que un día llegaría a decir.

Hijo bastardo de un conde, Yibo había aprendido desde muy temprano a cuidar de sí mismo, a luchar para alcanzar sus objetivos, a tener que probar su valor. Y había probado su capacidad incontables veces, hasta que finalmente el rey le había dado QingHai como recompensa por los servicios prestados. No era la más próspera de las tierras, pero podía sentirse perfectamente satisfecho si no fuese por la gran ironía del destino. Ahora que había logrado alcanzar sus propósitos, no tenía cómo mantener lo que le pertenecía por derecho. Oh, claro que estaba Yixuan y sus hombres, acampados no mucho lejos del castillo, y siempre listos para intervenir. Pero sin un lord para liderarlos, ellos serían capaces de defender QingHai con el empeño necesario?

La pregunta lo acosaba constantemente, sin embargo nunca con tanta fuerza como ahora, cuando la realidad de su situación se mostraba tan impiadosa. Ya no estaría defendiendo sólo un suelo rico, aldeanos y un viejo castillo, sino un hombre único y perfecto, una criatura más valiosa que su propia vida. Tener consciencia de su incapacidad para protegerlo lo hacía odiarse a sí mismo.

— Hay un lago más adelante, una especie de piscina...

El tono vacilante de Zhan debería haber enfriado su rabia, sin embargo no fue lo que pasó. Oh, Dios, ese chico no se daba cuenta de los peligros que podían esconderse en el bosque? Aunque Cheng los siguiese, a una distancia discreta, acompañado de seis soldados más, decenas de cosas podían acontecer en cuestión de segundos, como el ataque de animales salvajes, por ejemplo. El dolor de ser deficiente era tan grande que llegaba a ser insoportable.

— Si, lo sé — Yibo habló finalmente..

— Entonces conoces el lago con la cascada? ¿Quieres decir que ya estuviste allá?

— Si, ya pasó por ahí.

— Pensé que nunca habías visto tus tierra.

— Vine a QingHai en mis días libres pues estaba ansioso de conocer el tesoro que me sería entregado . — Un tesoro que había perdido todo su brillo y del cual se desprendería a cambio de su visión. Pero nada de eso era culpa de Zhan, por lo tanto no tenía sentido dejar desbordar la amargura guardada en su pecho. También le debía a su esposo un regalo de Navidad.

𝐂𝐚𝐬𝐚𝐝𝐨 𝐜𝐨𝐧 𝐞𝐥 𝐃𝐢𝐚𝐛𝐥𝐨 [𝐘𝐢𝐳𝐡𝐚𝐧]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora