𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑰

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Zhan se sentía como un verdadero regalo de Navidad! O tal vez una golosina deliciosa, aguardando el momento de ser devorado por los caballeros hambrientos que se movían allá abajo como un puñado de perros rabiosos y hambrientos.

Todos, sin excepción, se habían satisfecho con vino, cerveza y comida. Ahora parecían ansiosos por recibir un premio especial.
Hasta se podría pensar que las fiestas de fin de año ya habían llegado, por la manera en que se
servía la comida y la bebida aquí en la Corte del rey.

La cena le causaba tal aversión, que Zhan no consiguió controlar la expresión nauseada de su
rostro. Sin embargo al percibir la aproximación de su criado, inmediatamente se dio vuelta de
espalda. No quería ser visto así, vulnerable e impotente, cuando siempre había sabido enfrentar
cualquier situación. Pero Ji Li, habiéndolo cargado en sus brazos desde que había nacido y
habiéndolo acompañado a lo largo de la vida, podía reconocer el estado de ánimo que lo
dominaba a distancia.

—¿Qué pasa, mi lord? — el hombresito indagó bajito.

—¿Qué pasa? —Zhan sonrió amargamente, su voz normalmente melodiosa vibrando con rabia y desprecio. —Me siento el premio de un torneo, todo adornado —con un gesto de irritación, pasó la mano por las tunicas bordadas y la capa forrada con piel de armiño — Esperando ser entregado
al vencedor.

—Mi lord... —Ji Li susurró, el tono afligido implorando cautela.

Impaciente, Zhan lo cortó en medio de la frase.

—En estos últimos meses, desde la muerte de mi padre, nuestras tierras sólo han prosperado bajo
mi manejo. Pero, en vez de recibir una recompensa por mis esfuerzos, parece que merezco
que se me de algún canalla inmundo, loco por mi dinero. Y todo eso sólo porque nuestro rey
así lo decidió.

—Mi lord ! —el criado protestó atónito.

—No es justo -—Zhan reclamó por enésima vez.

No importaba cuan bien administraba las propiedades que le habían sido dejadas por su padre, o cuantos pretendientes había logrado rechazar, o cuantas cosechas había extraido de las
plantaciones, o como la vida
en su castillo transcurría con calma, en la santa paz de Dios. Pues todos esos resultados
espectaculares habían sido en vano. En menos de un año el rey le había enviado una
intimación, ordenándole casarse.

—Para de lamentarse. Podría ser peor. Por lo menos podrás escoger a tu propio marido. Y entre
todos los caballeros nobles del reino, lo que no es poco.

—Ha! Gran cosa! Ese honor me fue concedido sólo porque tengo dinero suficiente para pagar por ese privilegio. O acaso crees que el rey me permitió elegir porque me estima profundamente?

—Basta —le advirtió Ji Li —Para con esta conversación tonta y peligrosa y quédate quieto. Por
lo menos una vez en la vida, compórtate y haz tu elección con sabiduría, usando la cabeza en vez del malhumor.

Zhan sonrió levemente, sin ofenderse con las palabras de su siervo. Mas allá de todo Ji Li había sido mas que un verdadero Padre a lo largo del tiempo, pero era imposible contener la lengua del hombre.

— No te preocupes. Voy a escoger con sabiduría. Además, tengo un buen plan.

Horrorizado con lo que había acabado de oír, Ji Li dio un paso atrás.

—Oh, Dios ten piedad de de nosotros! —Los años de experiencia le habían enseñado que los planes de su amo siempre acababan en grandes confusiones. Al borde del pánico, juntó las manos en una súplica angustiada. —Mi lord, por favor,
deja tus ideas delirantes de lado. Recuerda que los planes arriesgados son peligrosos.

𝐂𝐚𝐬𝐚𝐝𝐨 𝐜𝐨𝐧 𝐞𝐥 𝐃𝐢𝐚𝐛𝐥𝐨 [𝐘𝐢𝐳𝐡𝐚𝐧]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora