Cuando llegó a casa y encontró a un hombre brindando con champán en su ventana tuvo que reconocer su sorpresa al darse cuenta de que se trataba de
Jungkook.
Sin que se diera cuenta de su presencia caminó cruzando el salón y le escuchó murmurar brindando por sus padres. Podía identificarse con ese sentimiento de pérdida que nunca desaparecía por completo cuando quedabas huérfano de padre y madre, lo entendía. Pero, lo que más llamó su atención fue el aspecto pulcro y elegante del chico. Del hombre. Porque de repente parecía como si el tiempo hubiera pasado sin que se diera cuenta. No estaba seguro de si se trataba de la ropa, la postura o su gesto de añoranza, pero no le quedó más remedio que admitir el atractivo que desprendía Kook esa noche.
Se estaba volviendo loco. Incluso le había echado de menos, aunque no pensaba decírselo. Maldita sea.
-Sírveme un poco de eso -exigió haciendo un gesto hacia la botella de champán.
Kook se le quedó mirando y sin apartar la vista de él levantó la copa hasta sus labios y se bebió de un trago el resto que quedaba. Caminó hacia la mesa y recogió la botella de champán de la cubitera para llenarla de nuevo casi hasta el borde.
-Solo tengo esta -dijo caminando hacia él para ofrecérsela.
-No soy escrupuloso -dijo, bebiendo de un trago el contenido de la copa.
-No dijiste nada de que llegarías hoy. -Fue evidente el esfuerzo de Kook para evitar el reproche.
-Lo decidí en el último momento -explicó mientras le devolvía la copa, Kook volvió a la mesa para servirle otra-. Sam tenía turno en el hospital y no íbamos a poder cenar juntos. George es un buen tipo, pero no me apetecía recibir el año nuevo con él. Cogí el primer vuelo con alguna plaza libre para volver.
Kook le miró como si quisiera decirle algo y no supiera cómo.
-Además mi hermana me obligó a hacer un último encargo -dijo mientras se acuclillaba junto a su mochila para sacar un paquete pequeño y rectangular.
-¿Qué es? -preguntó Kook con tono desconfiado cuando se lo tendió para que lo cogiera.
-Sam dijo que hoy es tu cumpleaños ¿no? -preguntó aún con el regalo de la mano-. ¿O se ha equivocado?
Kook se acercó e intercambió el paquete por la copa cuando Jin se incorporó. Observó cómo le daba vueltas entre las manos como si pudiera adivinar el contenido antes de abrirlo.
-Veo que Paul te surtió bien para la cena -dijo echando un vistazo a la mesa aún puesta.
-Sí, todo estuvo muy rico -contestó Kook medio distraído mientras arrancaba el envoltorio del paquete-. Gracias por decirle lo que me gusta.
Jin solo gruñó. Había olvidado advertirle a Paul que no le dijera nada cuando le ofreciera la cena.
Sin embargo se olvidó de todo cuando el papel de regalo cayó al suelo hecho una bola y el gesto en la cara de Kook cambió de incertidumbre a una gran sonrisa al ver por fin de qué se trataba su regalo, entonces supo que su hermana había acertado.
-¿Te gusta? -preguntó sin necesidad.
-Sí, es una edición especial de uno de mis libros favoritos -dijo mostrándole la cubierta. «Rock. Anyta Sunday», ponía-. ¡Mira! ¡Tiene firma y dedicatoria también!
-Sam dijo que la autora estuvo en San Francisco un par de meses atrás -explicó mientras le veía releer la dedicatoria un par de veces-. Pensó que te gustaría.
-Me gusta -dijo distraído mientras hojeaba el libro.
Entonces algo plateado y alargado cayó al suelo de entre las páginas del libro. Jin susurró una maldición y Kook se inclinó para recogerlo sin prestarle atención.
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No te rindas
RandomAdaptación hecha al Jinkook, todos los créditos a su autora original. Las chispas saltan y las emociones están a flor de piel entre el joven solitario y el exmarine sin complejos. Ambos tendrán que aprender a convivir y entenderse para ver las cosas...