CAPITULO QUINCE

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Su espalda crujió sonoramente cuando se desperezó estirando los brazos sobre la cabeza. Se notaba que la cama y el colchón eran nuevos, y probablemente lo vendían como uno de los más cómodos del mercado, pero ni era su cama, ni era su colchón y su cuerpo lo había notado.

Aun así había sido capaz de dormir durante algunas horas. Después de pasar algunos días sin poder descansar lo suficiente y el viaje en avión hasta allí, las pocas horas de sueño eran de agradecer. Ver de nuevo a Kook también había funcionado bien para él.

Frunció el ceño al darse cuenta del camino que había recorrido hasta llegar allí. Y no estaba pensando en su viaje en avión.

En el momento exacto en el que leyó la nota que Kook le había dejado en el salón se dio cuenta de todo lo que estaba arriesgando, de todo lo que iba a perder al dejarle marchar. Había pasado semanas manteniendo distancia con Kook, dejando toda su relación anclada en el plano sexual, negando los sentimientos obvios que el chico decía sentir por él, negando incluso lo que él mismo estaba comenzando a sentir, a admitir que lo sentía.

Pero también estaba convencido de que el sitio de Kook no era estar junto a él, que su camino tenía que ser otro, y que debía aclarar sus ideas y reconocer lo equivocado de sus sentimientos para poder seguir adelante con su vida.

¡Qué malditamente arrogante había sido!

Kook nunca había necesitado que le mostrara el camino que debía recorrer. Sus propios sentimientos le habían dado una patada en el culo en el mismo momento en el que se quedó solo en el salón de su casa con la nota de Kook aferrada en su puño.

Por suerte Jeon Jungkook era un hombre tenaz. Y él no era ningún cobarde.

Girando sobre su costado buscó el móvil para ver la hora. Aún era temprano, aunque sabía que Sam trabajaba desde primera hora de la mañana y no podría desayunar con ella, por suerte ya había conseguido todos los permisos necesarios de ella para la salida que había planeado esa mañana.

Kook acertó al proponer dejar la cena para esa noche.

Salió de la cama y fue directo a la ducha recordando la sorpresa que su hermana se había llevado al encontrarlo en casa cuando llegó del trabajo.

Enseguida quiso ponerse al día con él y le tuvo de aquí para allá mientras charlaban, jugaban con Amy o preparaban la cena. Hubo algún momento incómodo cuando Sam quiso hablar sobre el cambio de domicilio de Kook y el hecho evidente de que ambos llevaban meses sin hablarse, pero los dos repitieron las excusas que ya su hermana conocía y ella dejó el tema a un lado. Sabía que en algún momento tendría que hablar con ella y sincerarse por completo, pero necesitaba resolver las cosas con Kook antes de dar ese paso. Fuera lo que fuera lo que ocurriera con el chico.

Al ir a buscar ropa limpia en su maleta recordó cuando Kook le ayudó a acomodarse en la habitación que su hermana le había ofrecido.

—¿Cómo que vas a dormir en un hotel? —preguntó Sam, sorprendida, durante la cena.

—No sabía si esta casa tenía habitaciones suficientes —se excusó—. Pensé que iba a ser más cómodo así.

—Hay habitaciones suficientes —aseguró mirándole de reojo—, la que está junto a la de Kook está libre, utiliza esa.

Después de la cena estuvieron charlando los tres hasta bien entrada la noche. Amy parecía haber acusado la agitación del día y le estaba costando quedarse dormida, aguantó despierta con ellos un buen rato hasta que su madre decidió que había que intentarlo de nuevo. Se llevó a la niña a su habitación y dejó que Kook le indicara dónde iba a dormir esa noche.

No te rindasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora