CAPITULO DIEZ

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Entrando a grandes zancadas en su cuarto pensó que al final hasta iba a pasárselo bien después de escuchar el desafío en las palabras de Kook. El chico no se rendía, no baja la cabeza nunca y siempre encontraba algo nuevo con lo que provocarle. Él no era de esa clase de personas que se arrepienten después de haber tomado una decisión, era de las que disfrutaban el momento y asumía las consecuencias si las hubiera. Era de los que solucionaba problemas, no de los que los creaba, y con Kook no había vuelta atrás. Ambos querían esto, ambos eran adultos y no pensaba dar explicaciones a nadie. Solo Kook y él, nada más.

-Eres demasiado pesado -Y encajas demasiado bien aquí. Pensó Jin dándole a Kook una palmada contundente en el muslo cuando llegó junto a la cama.

-Nadie dijo que me cargaras hasta el cuarto -gruñó cuando sintió la picazón del azote-. No pensaba ir a ninguna otra parte.

-Tienes costumbre de no hacer lo que debes -dijo arrojándole repentinamente sobre la cama.

-Seguro -contestó Kook mirándole con el ceño fruncido mientras revotaba suavemente en el colchón.

-Quítate la camisa.

Jin no perdió el tiempo, inclinándose sobre Kook desabrochó el cinturón y los pantalones negros, con movimientos hábiles tiró de la ropa arrastrando todo a su paso, calcetines y zapatos incluidos, para dejarle desnudo por completo. Cuando se incorporó, Kook estaba arrojando la camisa con descuido al suelo.

-Ahora tú -dijo mirándole de arriba abajo.

-Yo diré cuándo -puntualizó haciéndose un hueco entre las piernas extendidas de Kook, forzándole a tenderse sobre la colcha mientras amoldaba sus cuerpos, uno vestido, el otro desnudo.

-Tienes que jugar con las mismas reglas.

-Las reglas, las pongo yo -dijo antes de cerrar de nuevo su boca con un beso demandante, que pedía mucho y daba más.

El cuerpo de Kook encajó a la perfección entre sus brazos, flexible, fuerte y caliente. Sus piernas apretaban sus caderas como si quisiera retenerle allí, sintió las manos de Kook acariciando su cuello y su nuca mientras exploraba su boca. ¿Por qué encajaban tan bien? Ni siquiera la diferencia de altura molestaba. Incorporándose sobre sus codos rompió el beso y pasó la mano por el torso de Kook, hacia abajo, acariciando su cuerpo hasta dar con la dureza entre sus piernas. Sin quitarle la vista de encima tanteó la forma y grosor, la manera en que se sentía entre sus dedos y aguantó una sonrisa al ver cómo los ojos de Kook brillaron cuando comenzó a acariciarle.

-¿Te corres rápido o puedes aguantar? -susurró provocativo sobre sus labios húmedos.

-Aguanto -contestó de inmediato Kook.

-Me gustaría verlo -gruñó.

-Seguramente, a diferencia de ti, si me corro no voy a tener ningún problema en recuperarme -lanzó- ¿Y tú?

Sin responder a la provocación Jin dejó escapar una sonrisa de dientes apretados y con un golpe de cadera frotó su polla cubierta de denim sobre el culo expuesto de Kook. Satisfecho le escuchó jadear por el placer inesperado, y entonces el chico sonrió. Como si hubiera conseguido lo que buscaba.

Jin se apartó, arrodillado donde estaba contempló desde su altura el cuerpo extendido ante él. Kook le miró observarle y se acomodó colocando las manos bajo la cabeza, flexionando los músculos de los brazos y torso, mostrando deliberadamente lo que tenía para dar. El cuerpo de Kook era proporcionado y suavemente musculoso. El vello oscuro en sus axilas llamó su atención al igual que el fino hilo que discurría desde su ombligo hasta el nido entre sus piernas. Su polla dura y firme saltó cuando acercó un dedo para acariciar de abajo arriba toda la longitud. Fascinado miró al hombre excitado, tendido ante él. Kook era un hombre y él prácticamente temblaba por la anticipación de su encuentro. Lo deseaba.

No te rindasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora