capitulo 4 - Primer día

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En cuanto Severus estuvo sentado en su nueva casa de estandarte amarillo,el resto de la selección de casas pareció pasar con solo un parpadeo.

O tal vez solo se encontraba agotado. Fue un viaje de tren agitado, pasando demasiadas horas sentado. También de repente fué sacado de la seguridad de su hogar y puesto en un castillo desconocido para el y su olfato. Miles de personas al rededor reunidos en un solo lugar, sintiendo y liberando diferentes feromonas hicieron que el pequeño deseara que la cena pasará más rápido.

El cansancio fue tan severo que el niño no recuerda como llegó a su habitación. Antes de que se diera cuenta estaba acostado sobre un colchón suave y sábanas de algodón.

El sueño no tardo nada en llegar.

Horas más tarde el sol empezaba a asomarse por el horizonte, empapando todo a su paso con un hermoso color dorado. La noche hace mucho había sido olvidada, dándole paso a su compañera.

Severus y todos sus compañeros de cuarto se encontraban profundamente dormidos. Todos tenían expresiones bastantes tranquilas y pacíficas en sus rostros, al menos hasta que uno de ellos empezó a agitarse.

Su ceño se frunció con fuerza y su respiración empezó a fallar. Su pecho subía y bajaba con agitación. Las lágrimas empezaban a amenazar con derramarse mientras se acumulaban en sus largas y pesadas pestañas.

Su cabeza giró de un lado al otro sobre la almohada siseando con dolor. Un ruido parecido a un sollozo salió de sus labios y sus lágrimas se derramaron de sus ojos aún fuertemente cerrados, inmersos en su sueño.

Sus lloriqueos resonaron en la silenciosa habitación. Uno de los niños que también estaba ahí durmiendo abrió un ojo con cuidado y cuando escuchó mejor los sollozos se levantó de la cama.

El chico de cabello castaño observó con atención las literas y encontró quien estaba teniendo una mala sesión de sueño. Con un suspiro suave y una mueca de simpatía se colocó sus pantuflas y salió de la habitación sin hacer ruido.

Pasaron al menos cinco minutos hasta que volvió a aparecer está vez siendo seguido por Pomona, la jefe de casa de los tejones.

Los ojos oscuros de la mujer brillaron con simpatía hacia la pequeña figura que temblaba y lloraba sin despertar, demasiado encerrado en su sueño.

- Gracias por llamarme, Andrew - Susurró con cuidado de no despertar a los demás - Fue muy amable de tu parte -

El rostro del chico ardió con algo de vergüenza y sonrió impotente. - Tengo un hermano menor, así que estoy acostumbrado -

La mujer asintió y le regaló una gran sonrisa. El niño volvió a su propia cama e inmediatamente cerró los ojos. Recién había amanecido y el desayuno se empezaría a servir a las siete y media de la mañana. Aún quedaban algunas horas de sueño, que los pequeños tejones van a necesitar para su primer día.

Pomona se acercó con cuidado hacia su pequeño tejón y Conjuró una silla al lado de su cama. Se sentó y con cuidado llevó una de sus manos al cabello azabache del chico.
Comenzó a alisarlo con lentitud y cariño, susurrándole pequeños ánimos, instandolo a despertar.

Sus pestañas temblaron por unos momentos antes de que los ojos carbón de Severus se abrieran. Las lágrimas en sus ojos le daban un peculiar brillo a su mirada perdida por el reciente sueño.

- Lucius - Murmuró el niño con voz áspera - Lo necesito -

Pomona respiró hondo frente a la petición y lo pensó durante algunos momentos. Asintió casi para si misma y se volvió hacia el tejón.
- Puedo ir y preguntar si está despierto y traerlo para que te haga compañía -

La noble casa Prince Donde viven las historias. Descúbrelo ahora