30 Días De OTP Yoshihwan

XI Día: Mientras lo masturba

         Yoshinori sabía
que tenía un problema
desde el momento
en el que comenzó a
despertar a altas horas
de la madrugada con
una gran erección entre
sus piernas. No era que
fuera un problema grave,
si no lo era el motivo
que causaba aquellas
involuntarias reacciones
en su cuerpo mientras
dormía. Sabía que era
normal para los hombres
pasar por aquello —
más frecuente de lo que
creía—, sin embargo,
estaba completamente
seguro que no todos
sufrían de aquellas
erecciones mañaneras
por soñar cosas indebidas
con alguno de sus
compañeros de equipo.

Porque si, Kanemoto
Yoshinori despertaba
todos los días después de
las tres de la mañana más
duro que una roca por
tener sueños húmedos
con su dongsaeng
favorito motivo de sus
desgracias; So JungHwan.

Él sabía que aquello
tendría que hacerlo
sentir mal por tener
aquella clase de
pensamientos depravados
sobre su menor; por
desear tenerlo encima
suyo moviéndose
frenéticamente entre
sus piernas mientras
lo desgarraba por
dentro, por desear que
hundiera sus largos
dedos dentro de él hasta
la empuñadura mientras
se ahogaba entre sus
calientes besos, y por
soñar como terminaban
fundiéndose en uno
solo mientras tocaban
cada centímetro de piel
disponible en sus cuerpos.

Definitivamente no era
algo de lo que estuviera
orgulloso de soñar —y
pensar—, pero el no podía
negar que sus sueños
eran el reflejo de todos
los deseos ocultos en su
más profundo ser, que
buscaban la manera de
cumplir sus caprichos
y lo hacían mediante el
control de sus sueños
convirtiéndolos en
una perfectas película
para adultos dónde
él y JungHwan eran los
protagonistas que
buscaban acabar con la
estabilidad del otro.

Yoshinori gruñó
molesto, mientras bajaba
la mirada y observaba
aquella carpa en sus
pantalones. Solo bastaba
pensar de JungHwan para
excitarse en menos de
nada, era increíble lo
rápido que su cuerpo
reaccionaba ante las
estimulaciones creadas
—sin saberlo—por
Junghwan. Aunque no
podía culpaser a si
mismo por reaccionar
de esa manera ante
alguien a como lo era
el menor, si lo pensaba
bien, Junghwan poseía
demasiadas cualidades
que lo definirían cómo él
perfecto sueño húmedo
de cualquier persona.

Podía hacer una lista
de todo lo que llegaba
a encenderlo de lo
que tenía Junghwan,
desde aquel delgado y
largo cuello que lucía
cómo un modelo que
le invitaba a agarrarse
de él y morder cada
parte del mismo, hasta
su perfecto y perfilado
rostro. Yoshinori solía
perderse en aquellos
ojos que podían dar
tanto una mirada que
causaba ternura hasta
llegar a dar escalofríos
por lo helada que podía
ser. Aquella adorable
nariz que combinaba a
la perfección con él y ni
hablar de aquellos labios
que se robaban todos sus
suspiros.

Por otro lado, el cuerpo
del menor era sin duda
alguna, una total obra de
arte. Si bien la contextura
de Junghwan era delgada
por naturaleza, esto no
le impedía poder gozar
de un cuerpo de infarto
y estar como quisiera.
Con los constantes
entrenamientos a los que
todos eran sometidos,
los esfuerzos por el baile
y sus exigentes rutinas
diarias de ejercicio, el
cuerpo de Junghwan se
había formado de tal
forma que los músculos
en sus brazos, torso y
abdomen no se veían
exagerados y combinaban
a la perfección con todo.
Sus piernas delgadas pero
fuertes, y aquello a lo que
Yoshinori más le temía;
aquellas manos marcadas
por venas y sus largos
dedos.

Yoshinori
inevitablemente gimió
bajito al recordar
nuevamente al menor
sintiendo como
su erección crecía
incomodándolo más,
sentándose en la cama y
abrazando una almohada
contra sí. Sentía calor,
estaba seguro de que
estaría sonrojado por
la intensidad de sus
pensamientos por lo cuál
escondió su rostro en la
misma y suspiro.