Los lazos carmesis

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La luz de la enorme luna apenas lograba filtrarse a través de las nubes densas que cubrían el cielo nocturno. En la oscuridad del bosque, apenas se notaba la presencia de un lago que reflejaba débilmente los rayos de la luna. En la orilla del lago, una criatura humanoide yacía recostada, oculta en las sombras. La luz lunar lograba revelar parte de su cuerpo, cubierto de escamas de tonos amarillentos y cuernos en la cabeza.

De repente, la criatura se movió, dejando marcas en la arena con la punta de una daga que tenía en la cola. Las escamas de su cuello brillaron bajo la luz lunar mientras la criatura se cubría la intimidad con las alas. Sin embargo, su aspecto no era del todo humano: tenía la piel recubierta de escamas y unas cuerdas extrañas enlazaban su brazo y pierna.

La criatura parecía estar inconsciente aquel lugar oscuro y solitario generaba intriga y un cierto sentido de misterio. ¿Quién era esa criatura? ¿Qué hacía allí en medio de la noche? Las respuestas a estas preguntas quizás se ocultaban en los secretos de las cuerdas que llevaba en su cuerpo, en los símbolos grabados en los nudos que formaban los lazos carmesis.

El ser con los ojos cerrados, estiro sus alas para sentir el helado viento del lugar, mientras que dejaba escapar humo naranja de su nariz, emitiendo gruñido irritados al respecto, pudo escuchar una voz conocida resonar de entre los arboles:

-Joven Spyro.... ¿Por qué me dejaste morir?

-Espera esa voz -contesto la criatura con un tono pasmado, antes de abrir los ojos poco a poco, dejando ver sus orbitas con irises carmesís, estos eran iluminados por algunos faroles de papel que decoraban las orillas lago, estos se encontraba sobre postes de madera antigua, mientras que poco a poco sus ojos se aclaraban, doblo sus rodillas para quedar de rodillas en la arena, a la vez que se percataba del oleaje, alzando el hocico para ver un muro escapado de lo que parecía un acandilado que estaba cercano, colocando una cara pensativa y sintiendo unos escalofríos incomodos, dio unos pasos para girarse y notar como el agua del lago se ladeaba, dándose cuenta del extraño lugar-. ¿Dónde estoy...? -. Seguido con los brazos temblorosos, se miró las manos para ver los sin cinco dedos de la mismas, estas tenían garras largas y agiladas, abriendo más las orbitas al mirar el extraño cinto carmesí con el nudo, viendo como la poca luz del sitio, iluminaba el emblema elemental de su elemento, el cual residía incrustado en una chapa de metal con el símbolo del yin-. Esto es... ¿Es la pulsera? ¿Por qué sus hilos rojizos están cubriendo todo mi brazo? -. Seguido se puso de pie, extendiendo las alas por completo, pero puso unos ojos pasmado al verse las genitales, esto hizo que esbozará una cara apenada al respecto, tapándosela con ambas manos- ¡Que narices está pasando! ¡Ahora ni siquiera soy un dragón normal! ¡Estoy completamente desnudo! -. Arqueándose para ver por el sitio, sin dejar de taparse, giro la mirada para notar que cercano del mismo, se encontraba aquella loba de pelaje blanco en todo su delgado cuerpo, la misma puso una cara de horror al verlo; donde dejo ver unos bellos ojos de iris azulina, a la vez que alzaba su cola peluda, la bestia le contaba:

-Oye... Me apenas, no me mires...

-¡Demonio con escamosa piel púrpura....! -conto la hembra asustada a la vez que le miraba, emitía unos gemidos, girándose para empezar a escapar de la desnuda criatura.

-¿Qué fue lo que dijiste? -comento Spyro con duda, a la vez que tomaba fuerza para destaparse la entre pierna y seguirle con un pisar de sus patas, viendo a la fiera de pelaje blanco correr por la orilla del lago, esta chapoteaba con su correr, mojando de forma leve su pelaje, mientras que intentaba compensarla al decirle-: ¡Tú eres aquella loba que salve! ¡No soy alguien que temer!

-Si claro señor demonio, ¡¿porque persiguiendo?! -grito ella con un tono enojado, a la vez que giraba la cabeza para ver unas escaleras madera que subía al acantilado, este era iluminada de forma tenue por los candelabros de papel que estaba colgados en los hilos, cuyos extremos estaban atados a unas rocas afiladas que sobre salían de la montaña, girando para caminar hasta ella, se dispuso a subir los escalones con un pisar de sus cuatro patas, mirando al suelo para asegurarse de apoyarse y no caerse de forma torpe.

Skylanders Academy: TormentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora