Capítulo I

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Inspiración: «Ángel», Elefante.

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Tokio, Japón. 2023.

El aire azotaba la ciudad con sus fuertes vientos. El frío penetraba por los rincones. Afirmando que el invierno era una estación imponente.

No obstante, era muchísimo más el calor que emanaba de aquellas frías paredes. En aquel departamento, no se necesitaba calefacción para encender la hoguera que provenía de sus cuerpos.

—¡Ah! —gimió, sintiendo cómo los dientes de su amante se incrustaban en su piel—. Más, por favor. ¡Quiero más! —suplicó, en un asfixiante hilo de voz.

—Todo lo que desees, te lo concederé —musitó, pasando la lengua por el lóbulo de su oído—. Vivo para complacerte, Chifuyu.

—Ba-Baji —balbuceó, antes de perder la razón.

El azabache lo tomó con fuerza por el mentón, mientras lo besaba con pasión. La boca de Matsuno era el elixir que lo mantenía con vida. Keisuke lo besó con desesperación; saciando el libido que poseía.

Chifuyu lo enloqueció, al hacer que su lengua danzara dentro de su boca. Era como un baile de incitación que lo invitaba a profanarlo sin pudor. El rubio sabía muy bien cómo complacerlo.

Baji se separó de los labios de su amante y lo contempló; apreciando el maravilloso brillo que se desprendió de su mirada. Sus pupilas estaban dilatadas y sus labios estaban hinchados. Su rostro reflejaba inocencia, pero sus gestos eran lo contrario. Matsuno se mordió el labio inferior, antes de apoderarse de su cuello.

Keisuke se recostó sobre el lecho, mientras Chifuyu besaba cada parte de su cuerpo.

El rubio descendió con sus labios desde el cuello, hasta instalarse en su pecho. Lamió los pezones de su hombre, mordisqueándolos con sus dientes; logrando que su pareja gimoteara entre las sábanas por los espasmo que le había provocado.

El ojiazul sonrió satisfecho y siguió con el trayecto de sus besos. Dejando huella por donde pasaba, pues su saliva quedó impregnada en cada fibra de su cuerpo.

Baji levantó un poco el torso; apoyándose con los codos para apreciar la escena que su pareja le estaba obsequiando. Ya que ver a Chifuyu a punto de deleitarse con su miembro, era demasiado excitante.

Matsuno captó el mensaje de su amante; así que, con sensualidad comenzó a pasar los dedos por su abdomen bajo. Las yemas rozaron la calidez de su piel, deteniéndose en un lugar exacto. Una zona específica que atesoraba con todas las fuerzas de su corazón.

—Eres tú, solo tú —susurró Keisuke, fijando sus ojos en los de su pareja—. Siempre serás el tatuaje de mi alma, Chifuyu.

—Te amo —dijo, antes de besarle el abdomen, justo en el lado derecho. Sitio donde descansaba un pequeño ángel de ojos azules. Símbolo del amor que diariamente se profesaban—. Te amo, Keisuke Baji.

Chifuyu dejó la mano sobre el tatuaje, acariciándolo con sutileza. Mientras su boca buscaba el miembro palpitante del hombre que le hacía arder la sangre. Matsuno se humectó los labios, pasó la lengua por la punta de su glande y, finalmente, se lo metió en la boca. Sintiendo la calidez con la que lo esperaba su falo cuando sus paredes bucales lo abrazaron.

Baji gruñó, pues las efímeras mordidas de su pareja, lo estaban matando. Solo Matsuno tenía el poder de hacerlo arrodillarse ante sus pies.

Él era el ángel que descendió del cielo para llevarlo a conocer los confines del infierno. Un infierno que ardía de pasión cada vez que se entregaban al amor.

Ángel [BajiFuyu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora