Capítulo VII

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El filo de la madrugada les estaba acompañando, siendo testigo del profundo amor que se estaban profesando.

Su unión era sublime e incomparable.

—¡Ah! —jadeó, al ser abrazado con la calidez de sus labios. Su novio había hundido la boca, hasta llegar a la base de su falo—. Chi-Chifuyu, tú... ¡Ay!

El inglés clavó las uñas en sus muslos, mientras su boca succionaba el hinchado miembro de su pareja. Lo lamía, lo acariciaba, lo mordisqueaba y lo saboreaba a su antojo. Era su deleite, la debilidad de sus labios. Un manjar de dioses que sabía a miel. Un exquisito dulce que solamente le pertenecía a él.

Baji echó la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos para disfrutar de la corriente eléctrica que recorría su cuerpo. Su hombre era un experto cuando se trataba de enloquecerlo. El moreno apoyó uno de sus brazos en el colchón y el otro lo llevó a la cabeza de su amado. Enterrando los dedos en sus cabellos para sujetarlos sutilmente. Su mano lo guiaba, haciendo que su novio intensificara el ritmo que tanto le gustaba.

Keisuke estaba por quemarse en el infierno, pero no lo haría sin que su ángel lo acompañara; así que, lo sujetó del cabello y con rudeza lo separó de su miembro. Su boca estaba humectada con el líquido preseminal que había expulsado; fluido que Matsuno se bebió al chuparse los labios. La imagen de erotismo que le provocó, lo enloqueció y lo llevó a perder la cordura.

Baji lo levantó del suelo y lo aventó sobre el lecho, luego se metió en medio de sus piernas. Keisuke se chupó los dedos ante la penetrante mirada de su amado; el brillo de sus pupilas lo hipnotizó, pues le suplicaba que lo penetrara. El moreno metió los dedos en su cielo, mientras le lamía el miembro.

Chifuyu gimoteó, retorciéndose de placer sobre la cama.

—¡Ay, sí! —gritó, al ser embestido por los dedos de su novio, al mismo tiempo que su glande era succionado—. Baji, yo te... necesito —balbuceó, sintiendo el éxtasis que lo corrompió—. ¡Entra en mí y penétrame con fuerza!

—Tus deseos serán complacidos, ángel de mis sueños —musitó.

Keisuke tomó su miembro y se hundió sin pudor en su firmamento. Lo sujetó de la cintura y se comenzó a mover. Embistiéndolo con todas sus fuerzas. Matsuno lo abrazó con sus piernas, acoplándose al vaivén de sus caderas. Fundiendo sus almas en cada uno de sus movimientos.

Chifuyu arqueó la espalda para darle mayor profundidad a las embestidas que lo estaban enloqueciendo. Keisuke Baji, una vez más, lo estaba llevando hasta el infierno. Su propio infierno. En el que deseaba quemarse eternamente.

Baji arremetió contra su ser como si no hubiese un mañana. Se sintió poseído, como si su instinto animal hubiese despertado; así que, lo levantó con fuerza para que sus rostros quedarán frente a frente. El volcán estaba por estallar y quería que la lava los consumiera a ambos, al mismo instante. Matsuno lo cogió por el cuello, mientras su boca se apoderó de la ajena. Deseaba besarlo, beberse hasta la última gota que desprendían sus labios, pues estaba a punto de desfallecer entre sus brazos.

Keisuke lo penetraba con rapidez, a medida que su boca era devorada por los labios puros de su ángel. Ser de luz que nuevamente estaba siendo profanado, y que lo seguiría siendo eternamente.

Chifuyu comenzó a pegarse más y más, a la anatomía de su amado. La fricción de sus cuerpos masturbó su miembro que pidió a gritos ser liberado. La cúspide había sido alcanzada.

—¡Ay! —jadeó, encima de los labios de Baji. Matsuno se dejó correr en el cuerpo de su hombre.

—Chifuyu, yo ya no... ¡Ah! —Baji lo embistió. Dándole la estocada final que lo descendió hasta el lago del infierno. Expulsando todo su ser dentro de él.

Ángel [BajiFuyu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora